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Lanzarote, la isla salada

Documentos de principios del XIX revelan la crucial importancia de la sal para la sociedad

Lanzarote, la isla salada

Hoy es un puerto más del ayer. Lo recuerda la historiadora María Dolores Rodríguez, directora del Archivo de Teguise, antigua capital de Lanzarote. "Todos los documentos que consigamos son importantes para saber por qué somos así y para ir dando identidad a nuestro pueblo", comenta. Agrega la experta que "el gran problema de Lanzarote es que los archivos están completamente expoliados, primero por los ataques de los piratas". Aunque han habido piratas de todo tipo... Pero también, por fortuna, benefactores. Uno de ellos es el cirujano general y estomatólogo del Hospital Doctor Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, Juan Antonio Martín Cabrera, que acaba de donar unos valiosos documentos de la primera década del siglo XIX que arrojan luz sobre el negocio de la sal y otros aspectos económicos a través de los asientos del cobro del diezmo eclesiástico.

El médico es heredero de Juan Antonio Martín Cabrera, Hacedor de la Cilla de Teguise, la más importante que hubo en Lanzarote. La responsable del Archivo recalca que estos legajos, datados entre 1805 y 1808, ponen de manifiesto la importancia de la sal en la sociedad insular, tanto para la conservación de los alimentos como para surtir a los barcos de cualquier lugar de las islas, la Península o el resto de Europa que iban a faenar al caladero sahariano. Es la memoria salada de la isla plasmada sobre el papel.

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