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El Jardín de Cactus se asienta en una superficie de 5.000 metros cuadrados que fue rofera para la zona y reconvertida en una escombrera.

Centros Turísticos 25 aniversario del Jardín de Cactus

El último paraíso de Manrique

El Jardín de Cactus en Guatiza, inaugurado el 17 de marzo de 1990, fue la última gran obra pública del artista lanzaroteño

"Una magnífica metáfora atlántica del Jardín de las Hespérides". De esta forma, define el director de la Fundación César Manrique, Fernando Gómez Aguilera a la última obra pública del artista lanzaroteña que tal día como hoy de hace 25 años se abría al público. Dos años después, en septiembre de 1992, Manrique fallecía en un accidente de tráfico cuando salía de la sede de su fundación en Tahíche.

"Aunque el Jardín fue su última obra lo cierto es que Manrique había concebido esta obra muchos años antes aunque por falta de financiación se fue retrasando en el tiempo", señala el director del Jardín de Cactus, Eugenio Núñez que resalta que este centro turístico quedó incompleto ya que el artista pretendía crear una zona para tostar millo antes de molerlo en el molino ubicado en lo alto del jardín.

Gómez Aguilera resalta que en el jardín, su última obra de arte público, Manrique "hace un gran ejercicio de apropiación, síntesis e integración de estructuras constructivas populares tradicionales que son incorporadas a sus propuestas constructivas mediante tratamientos modernos: el taro, el molino, el muro, el aterrazado, la gavia... En este sentido, el Jardín es un homenaje explícito a la cultura agraria de la isla y a la nobleza de los materiales: el basalto, el rofe, la vegetación, el agua, el cielo, el hierro en menor medida", añade.

"Cuando entré en el Jardín me quedé impresionado", el camarero Santiago Pérez que fue uno de los actuales trabajadores del Jardín que asistió a la inauguración, todavía recuerda la primera impresión que se llevó cuanto entró en estas instalaciones. "Yo venía de trabajar de Los Jameos del Agua y no había visto las obras por lo que no esperaba que fuera tan bonito", indica.

Bienvenido Bermúdez, que lleva en el taro de entrada del Jardín 25 años, asegura que muchos turistas que entran indecisos de lo que van a ver en el interior cuando salen su cara es de satisfacción. De hecho, Núñez afirma que el Jardín es uno de los centros turísticos del Cabildo con mayor porcentaje de repetidores.

"El Jardín hay que caminarlo y mientras se transita por sus extraordinarias sendas dibujadas sobre la tierra el paseante contempla y se admira de la variedad de la vegetación, al tiempo que se educa estéticamente y disfruta. Este propósito de "evangelización" estética es permanente en el artista", insiste Gómez Aguilera.

"Aquí la gente se relaja y se pegan varias horas viendo y admirando los cactus", indica Richard Martín otro de los trabajadores que lleva un cuarto de siglo en el centro.

En los 5.000 metros cuadrados del centro han llegado a existir más de 7.200 ejemplares de más de 1.100 especies diversas, originarias de lugares tan dispares como Perú, México, Chile, Estados Unidos, Kenia, Tanzania, Madagascar, Marruecos y Canarias. "Al ir creciendo las plantas muchas han tenido que desaparecer aunque nuestro objetivo es encontrar un equilibrio entre la vegetación y la obra artística de Manrique", indica Núñez

Antonio Martín lleva más de 20 años como jardinero, profesión que prácticamente heredó de su padre que fue el primer jardinero. Martín destaca también la labor que desempeñó en la plantación y cuidado de los cactus, Guillermo Perdomo, otro de los colaboradores de César en este centro. Los primeros cactus se trajeron de un vivero de Tenerife.

El Jardín e encuentra situado en la localidad de Guatiza, municipio de Teguise, en el centro de un entorno agrícola caracterizado por las extensas plantaciones de tuneras dedicadas al cultivo de cochinilla. No obstante, en el interior se lucha contra la cochinilla para evitar posibles enfermedades de los cactus. "Hace unos años se realizó un estudio para intentar erradicar la aparición de cochinilla en distintas especies y la conclusión fue sencilla: había que regar menos los cactus para que estuvieran más fuertes", señala Núñez. En estos momentos, el riego se limita a dos veces al año.

Otra de las atracciones del centro es el viejo molino de viento que según Núñez data del año 1600. En estos días se reabrirá al público después de un proceso importante de mantenimiento. El objetivo es moler millo un par de veces a la semana para que los turistas conozcan la historia insular.

"La propuesta del Jardín de Cactus, más allá de su insólita belleza exótica, surrealista por momentos, es de una extraordinaria riqueza: el reciclaje en un lugar de encanto y sosiego de una rofera abandonada, convertida en escombrera; o dicho de otra manera, la transformación de un espacio deteriorado, residual, en el máximo exponente de la belleza natural: el jardín", resalta Gómez Aguilera.

"Lo bueno del Jardín es que podemos encontrar flores durante todo el año, aunque es ahora a partir de la primavera cuando tiene más encanto", señala Antonio Martín mientras continúa mimando unas plantas que asegura son muy bellas a pesar de las espinas.

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