Las dos psicólogas que elaboraron el informe pericial psicológico a la menor que sufrió, presuntamente, abusos sexuales por parte de la pareja de su madre, relataron ayer durante la última sesión del juicio algunas de las pesadillas que experimenta la víctima. "Me despierto y creo que está mirándome", contó la menor a las psicólogas durante las dos sesiones que llevaron a cabo para determinar las posibles secuelas clínicas y la credibilidad del testimonio.

La sección sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas concluía ayer el juicio contra el británico Michael Ronald Williams al que se le acusa de haber abusado sexualmente en su domicilio de Costa Teguise de la hija de su expareja al menos entre diciembre de 2013 y mayo de 2014 cuando la niña contaba con nueve años.

Las peritos, que ratificaron su informe pericial, insistieron en que no existe ningún criterio "que reste validez" al testimonio de la menor sobre los abusos sexuales que padeció. Las psicólogas defendieron, además, la "credibilidad" del testimonio de la víctima y dejaron claro que la menor distingue "la realidad de la fantasía".

Durante su declaración efectuada en los juzgados de Arrecife el pasado martes, la menor que ahora tiene 13 años, describió algunos de los supuestos episodios de abusos sexuales. Así dijo que el acusado le pidió en varias ocasiones que se desnudara al tiempo que le ponía un vibrador en su vagina. Además, aprovechando que se encontraban solos, la menor aseguró también que el acusado le tocó su vagina y que éste le había pedido que tocara su pene.

En sus conclusiones, la fiscal mantuvo la petición de siete años de cárcel para Michael Williams, seis por un delito continuado de abusos sexuales y otro por un delito de exhibicionismo. Asimismo, le reclama una multa de 8.000 euros por los daños morales y la prohibición de acercarse a la menor a menos de 200 metros durante diez años.

Ante las continuas referencias en el juicio sobre el hecho de que la niña solía masturbarse, la fiscal puntualizó que "una cosa es que un menor esté explorando su cuerpo y otra cosa distinta es que un adulto interfiera en su desarrollo sexual". De hecho, durante la primera sesión del juicio, el acusado reconoció que sólo le había mostrado a la menor cómo presionar los botones del consolador que estaba en el dormitorio de la madre "porque el que usaba la niña se había roto".

La Fiscalía sostuvo también que una menor de nueve años no tiene capacidad para manifestar su consentimiento a mantener relaciones sexuales con un adulto aunque no medie violencia. Por su parte, la acusación particular tras sumarse a la petición de cárcel solicitada por la fiscalía insistió en que este juicio no se debía tener en cuenta ni las conductas sexuales de la madre ni el hecho de que la menor se masturbara. "No hay motivos que puedan probar que ha sido una denuncia falsa", indicó.

La acusación particular mantuvo que el testimonio de la pequeña ha sido en todo momento "coherente, sin incurrir en contradicciones" , a pesar del intento de la defensa de hacer creer que la denuncia es un por fraude económico de la madre.