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Un museo para la cochinilla

El centro de interpretación, ubicado en Mala, recorre la historia de la producción y usos del carmín natural desde sus orígenes en América hasta su llegada a Lanzarote en el siglo XIX

Un museo para la cochinilla A.F.

La cochinilla, conocida también como el oro rojo de las tuneras por el apreciado valor del colorante natural (carmín) que se extrae de ese insecto y que a lo largo de los siglos se ha empleado en textiles y obras de arte y desde el siglo pasado en alimentación, productos farmacéuticos y de cosmética (colorante E-120), cuenta desde el pasado mes de mayo en Mala con un museo dedicado a su historia. Mala, localidad del municipio de Haría, y Guatiza (Teguise) son los pueblos donde tradicionalmente el cultivo de la cochinilla ha tenido más peso. Las primeras tuneras llegaron a esas zonas en 1840 y en 1853 la cochinilla fue el primer producto de exportación de la Isla.

El centro de interpretación forma parte del inmueble en el que se ubica también la industria de transformación de la cochinilla (única en España) de cuya gestión y explotación se encarga la empresa lanzaroteña Lanzaole, adjudicataria en 2014 del concurso convocado por el Cabildo para poner en marcha esas intalaciones. Después de cuatro años de trámites para modernizar el edificio y conseguir los permisos de funcionamiento, por fin, la iniciativa pudo arrancar siete meses atrás con la exposición dedicada al ácido carmínico, que produce la hembra del insecto Dactylopius coccus y que crece en las pencas de las tuneras.

La primera piedra de la edificación se puso en marzo de 2007, pero las obras, financiadas con casi un millón de euros por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, se terminaron años después.

El recorrido de la muestra comienza con una introducción general sobre el cultivo en la que, entre otros aspectos, se hace referencia al crecimiento clave que supuso para la economía lanzaroteña en el siglo XIX. Este producto era tan cotizado que el escritor lanzaroteño Ángel Guerra en su libro A merced del viento (1912) escribió: "Un puñado de aquello era una riqueza (...) Una carga de camello no había dinero en todas las islas para pagarla. 'Pa fuera' se llevaban toda la cochinilla curada y a cambio enviaban muchas onzas de oro".

A continuación, el visitante se detiene en la historia de la cochinilla con atención en su demanda por parte de las culturas azteca, maya y la zonas andinas siglos antes de la llegada de los europeos a América hasta el punto de que a partir de su hallazgo en 1520 el imperio español la expandió por los mercados internacionales y se convirtió en el segundo producto más importante de la exportación española desde México, por detrás de la plata. De Europa llegó a Asia.

Las propiedades tintóreas del carmín natural frente a los colorantes químicos, su forma de elaboración, sus fases de cultivo, la variedad de colores obtenidos a partir del ácido carmínico y diversos mordientes y su historia en España y Canarias son otros de los reclamos de la exposición.

El año de mayor producción de cochinilla en canarias fue 1870, con 60.000 quintales, lo que representó alrededor del 75% de la exportación mundial, frente al 15% de Honduras y el 10% de México. Lanzarote ocupaba el cuarto lugar de producción en Canarias.

Declive y precios máximos

En 1873, a raíz de la guerra franco-prusiana y la generalización del uso de las anilinas se produjo la decadencia definitiva de la cochinilla canaria. Lanzarote sufrió una grave crisis en la Isla y los agricultores cambiaron la producción de cochinilla, que quedó relegada al ámbito familiar, por el cultivo de cebollas y garbanzos. En Mala y Guatiza las tuneras subsistieron a base de grandes sacrificios.

En 1985, el precio del kilo de cochinilla superó las 15.000 pesetas (90 euros). Desde que se creó la Sociedad Cooperativa Agrícola Guatiza-Mala en 1974, la venta ronda los 12 euros por kilo, aunque en 1970, 1980, 1985 y 1988 se superaron los 60 euros. La última venta fue en 2010 con 19.000 kilos a 50 euros el kilo.

En 2005 se constituyó la Asociación Milana a partir de un proyecto de la escuela Las Mercedes (Mala) para divulgar y revalorizar el tinte natural de la cochinilla conejera. La Milana es uno de los agentes implicados en la recuperación del cultivo junto a la cooperativa, la artista plástica multidisciplinar Cristina Marsoc y el ingeniero técnico agrícola Leandro Caraballo.

En 2016 la cochinilla del Archipiélago consiguió la Denominación de Origen de Canarias, que comprende la recolectada en las zonas de costa y medianías de hasta 1.200 metros, aunque en Lanzarote siempre está por debajo de los 600 metros. Las gránulos de la cochinilla canaria tienen forma irregular, ovalada y segmentada.

Lanzaloe ha llevado a cabo una inversión de 120.000 euros en la adecuación de las instalaciones y la modernización de la maquinaria del centro de transformación, capaz de tratar hasta 50 toneladas de cochinilla al año.

Por otro lado, ha destinado alrededor de 15.000 euros al museo, que cuenta tienda, aseguró el pasado viernes Santiago Padín, director general de Lanzaoe. Espera que el Cabildo costee parte del gasto global de 135.000 euros.

La intención de Lanzaloe es adquirir la cochinilla para su transformación, una vez ponga en marcha dentro de unas semanas este proceso, a productores de Mala y Guatiza, y recurrir a otras islas del Archipiélago si hiciera falta para comprarla, indicó Padín. A su vez pretende vender el colorante natural que se extraiga de la futura transformación en empresas de alimentación de las Islas, entre otros posibles sectores.

El directivo de Lanzaloe destacó que la actividad permitirá recuperar un cultivo que fue un importante motor económico en la Isla y añadió que las instalaciones son un nuevo atractivo para el turismo, que podrá conocer de primera mano todo lo relacionado con la cochinilla y un paisaje tan singular como el Mala y Guatiza. Cuando se complete, la plantilla del centro será de unos ocho empleados.

El museo se puede visitar de lunes a viernes en horario de 11.00 a 17.00 horas y, por ahora, la entrada es gratuita.

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