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Paralímpica en Lanzarote | Homenaje a una luchadora de la vida

El último rayo de sol para Marieke

El director del hotel Sands Beach habló por teléfono con la deportista belga el día antes de su final con eutanasia l "Pensé que no lo haría", afirma Albuixech

Marieke Vervoort en su silla, junto a Leda Giordano, el perro 'Zenn' y trabajadores de apartamentos Nautilus Lanzarote. Nautilus Lanzarote.

La última vez que la deportista paralímpica belga Marieke Vervoort visitó Lanzarote fue el pasado mes de junio. Se hospedó en el hotel Sands Beach Resort, establecimiento especializado en turismo deportivo ubicado en Costa Teguise, en el que se alojaba desde hacía varios años y uno de sus patrocinadores. La isla era su segunda casa.

Marieke falleció el pasado martes tras someterse a una práctica de eutanasia en Bélgica, país en el que está autorizada. Desde los 14 años sufría una enfermedad degenerativa que de forma progresiva le provocó la parálisis de mitad de su cuerpo y la dejó en silla de ruedas desde los 20 años. Tenía 40 cuando murió.

Una zona del hall de recepción del hotel recuerda a Marieke, que obtuvo cuatro medallas en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y Río 2016. Fotografías de sus entrenamientos y estancias en la Isla, la prenda que vistió en uno de los mundiales a los que asistió, dos velas, un par de jarrones con flores y un libro de condolencias con mensajes en español y en inglés que recuerdan a la "campeona", "luchadora" y "valiente" paratleta como "ejemplo de fortaleza" y "siempre una superwoman", forman parte del rincón dedicado a su memoria.

La mejor amiga de Marieke se desplazó a Lanzarote desde Bélgica el 15 de octubre para comunicarle a los allegados de la deportista en el Sands Beach Resort, que una semana después, el 22 de octubre, se le aplicaría la eutanasia. Marieke había anunciado semanas antes de viajar a Río para participar en las Juegos Paralímpicos, que ya había solicitado los papeles para poner fin a su vida.

El director del hotel, Juan Carlos Albuixech, admitió ayer que se quedó "helado" tras hablar con la amiga de Marieke. Pensó que "no lo haría". Llamó por teléfono a Marieke ese día y también los sucesivos y le mandó mensajes por Facebook e Instagram pero no pudo hablar con ella hasta el día antes de su muerte.

Él fue de las últimas personas que habló con ella. Incluso pensó en viajar a Bélgica para despedirse. El pasado lunes, un día antes de que el Ayuntamiento de Diest (Flandes), localidad natal de Marieke, anunciara su muerte, conversaron. Fue a las once y media de la mañana y ambos estuvieron al teléfono durante más de una hora. "Nos reímos, me soltó varias bromas, perdía el conocimiento y volvía otra vez", relató Albuixech. A través de la aplicación de llamadas de audio y vídeo Face Time del iPhone, Marieke pudo ver el sol de Arrecife antes de marcharse para siempre a la jornada siguiente.

Su frase póstuma fue "hasta la pasta", que solía repetir cuando estaba en la Isla, su "pequeño paraíso", como lo llamaba. Quedaron en telefonearse al día siguiente pero ya no fue posible. El desenlace ya estaba en marcha y no había vuelta atrás. A las 19.30 horas del martes un mensaje desde Bélgica confirmaba a Albuixech que "todo ha ido bien". Marieke ya se había ido. A ella le encantaba el champán y trabajadores del hotel brindaron en un emocionado recuerdo en su memoria el miércoles.

El hotelero conoció a Marieke por medio del atleta español en silla de ruedas especialista en largas distancias Rafa Botello en una de las maratones que se celebraron en Arrecife años atrás, pero se la presentó Isabella Johansen, residente en la Isla ligada al deporte para personas con problemas de movilidad. Luego empezó a trabajar con Marieke. "Sands Beach es grande gracias a muchos colaboradores, entre ellos Marieke", destacó Albuixech.

La jefa de recepción del Sands Beach Resort desde hace once años, Andrea Reinoso, es la guardiana de los secretos de Marieke. La deportista le entregó "hace unos dos o tres años", mientras salieron a tomar algo al Pueblo Marinero, ubicado a kilómetro y medio de distancia del hotel, una quincena de cartas para que las hiciera llegar a sus destinatarios una vez ella cruzara su última meta, la de su adiós a la vida.

Las misivas estaban dirigidas a todos los departamentos del hotel (recepción, limpieza, animación, supermercado, cocina, restaurante, mantenimiento y oficinas) y a varios trabajadores a título personal, entre ellos la propia Andrea y Albuixech. Algunos de los empleados ya no trabajaban en el hotel por lo que Andrea tuvo que localizarlos para entregárselas. "Mis compañeros se quedaron agradecidos, sorprendidos y, sobre todo, tristes", aseguró Andrea al relatar la experiencia a LA PROVINCIA/DLP.

Un encargo a buen recaudo

Andrea guardó las cartas en su casa, "siempre en el mismo sitio", y no desveló nada del encargo de Marieke hasta el pasado miércoles, cuando se las dio a cada uno de los destinatarios. Cuando se cambió de vivienda las cogió, las metió en su bolso para que no se perdieran y se las llevó a su nuevo hogar. "Ni sabía para quiénes eran. Marieke me las entregó en una bolsita de plástico, las guardé en mi casa y el miércoles las saqué y vi a qué personas se las debía entregar", recordó Andrea. Marieke las escribió en inglés. "Me dio las gracias por haber estado con ella en los momentos buenos y malos. Estaba contenta de que formáramos parte de su vida y dentro de sus altibajos había disfrutado mucho. Hizo muchas cosas que muchas personas soñamos hacer y no las podemos llevar a cabo y ella sí pudo", relató Andrea.

De Mariake le sorprendía "la valentía que tenía. Estaba dos días muy mal, con muchos dolores y sin dormir y al día siguiente se levantaba y salía con su bicicleta a entrenar. Pasé muchas noches con ella. No quería medicarse y perdía el conocimiento. Tampoco quería acudir al hospital y prefería pasar dolores", rememoró Andrea. "Se enfadaba si la llevaban al hospital", añadió Albuixech.

Antes de alojarse en el Sands Beach Resort, Marieke se quedaba en los apartamentos Nautilus Lanzarote, en Matagorda (Puerto del Carmen), un complejo sin barreras arquitectónicas y pionero en promover el turismo accesible en toda Europa. Su directora, Leda Giordano conoció a Marieke hace una década, "cuando me pidieron si se podía quedar aquí, que venía a ver el Ironman". Así surgieron una amistad de años entre ambas y las estancias de la paratleta en Nautilus.

Leda le cogió cariño "por su simpatía". Tras los entrenamientos salían a pasear por la tarde junto al perro de Marieke, Zenn, por Puerto del Carmen. Estos días Leda ha recibido decenas de mensajes de condolencias y recuerdos, en forma de texto, canciones y fotos de distintos países de Europa y hasta de Colombia. "Marieke ha unido Europa. Si hubiera un político como ella sería fantástico", aseveró la hotelera.

De ella le atrae "su energía y el hecho de que siempre se sabía levantar, así como su fortaleza, con la que conseguía renacer". En opinión de Leda, la decisión que tomó Marieke es "porque no podía más. Fue muy consciente de ello y no porque no tuviese más ganas de vivir, sino porque no podía más con los dolores". Cuando Marieke se quemó mientras cocinaba pasta estuvo ingresada en un hospital belga y Leda fue a visitarla porque su entrenador se lo pidió. "Cuando llegué, ella ya estaba en coma. Al oír mi voz en la habitación del hospital se despertó del coma. Fue alucinante", comentó Leda. Motivó a muchos.

Lanzarote espera por sus cenizas para esparcirlas en noviembre. En una entrevista publicada el 21 de agosto de 2016 en este periódico, Marieke expresaba su deseo de que en su funeral hubiera champán y vino de Los Bermejos. "Será una jornada festiva porque ya estaré liberada y dejaré de padecer". Así ha hecho.

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