Los vecinos de La Matula están hartos del olvido del Ayuntamiento y del Cabildo. "Somos parte de la ciudad, pero nos tienen olvidados. Como somos pocos vecinos, no nos hacen caso; ni el Ayuntamiento ni el Cabildo, que nunca se ha preocupado de este barrio", se queja Marcos García, un residente.

Dicen que la última inversión que hizo la ciudad en este barrio, que linda con el barranco Guiniguada, se remonta a 18 años atrás. Y se nota. Además del tremendo esfuerzo que les supone vivir en un empinado barrio que les obliga a transitar por escaleras de hasta 400 peldaños, los más de 500 residentes se ven obligados a sortear los peligros de la tortuosa carretera de acceso, cuando caminan por la estrechísima cuneta. No hay ni una triste acera y los vecinos las reclaman para poder caminar sin temor a que los atropelle un vehículo. También piden bandas de reducción de velocidad porque los coches "van lanzados". "Cualquier día aquí ocurre una desgracia", advierte el vecino Teodoro Vega, quien añade que ya ha habido varios accidentes, pues la estrecha carretera de doble sentido tiene muchas curvas.

Los vecinos esperan también desde hace años la carretera que les permita acceder a sus casas sin subir tantos escalones, así como el arreglo de una de las empinadas escaleras que "están presupuestadas desde hace muchos años e incluso figuran como terminadas en el Peri del barrio". Un ligero vistazo refleja que no es así.

La concejala de Fomento y Servicios Públicos, Nardy Barrios, que ayer visitó el barrio, explicó a los vecinos que la carretera, que se comprometió a realizar, no ha podido arrancar porque su trazado discurre por espacio protegido y "hay que desclasificar" los terrenos.

Los residentes reclaman también un parque porque los chiquillos no disponen de ningún sitio para jugar. Denuncian además los desprendimientos de piedras que se producen cada vez que llueve. El último desprendimiento obligó a desalojar una casa-cueva. José Antonio García, vecino de la calle Felicidad, reclama al Ayuntamiento que le arregle la conexión al alcantarillado, para acabar con los vertidos de las aguas fecales.