"Si hubiera querido matarlo, lo habría hecho en un momento, pero no lo hice". El portero de un edificio de la calle Luis Morote, José Eufemiano P. D., negó ayer ante la Audiencia Provincial de Las Palmas que le clavara una catana a un inquilino tras recriminarle el ruido doméstico de sus altavoces. La víctima, que lleva 15 años en silla de ruedas por un accidente de motocicleta, tenía en vilo a la comunidad de vecinos por su actitud "provocadora y molesta".

"Sólo le dije: 'Paco, baja la música", declaró el acusado, de 74 años, cuya explicación convenció a la fiscal, que cambió sus conclusiones provisionales e interesó una pena de dos años de cárcel por un delito de lesiones, en lugar de los ocho años que solicitaba inicialmente por intento de homicidio.

Y es que el ministerio público se encontró con un par de buenas contradicciones en el estrado, además de un cuchillo jamonero que nadie sabe de dónde salió; una catana cuya procedencia tampoco está muy clara, y la certeza de que ninguno de los implicados en la refriega dice toda la verdad.

El portero alega que esa tarde de febrero de 2010 subió dos veces al piso de la víctima. La primera vez le pidió a Paco que bajara la música, porque "estaba molestando a un vecino inglés". La segunda, asegura el procesado, se topó con su inquilino en actitud amenazante, con una catana de 25 centímetros de longitud en las manos.

"Me dijo que no bajaba la música porque no eran las diez de la noche, sino las cinco de la tarde. Luego me insultó, forcejeamos y se hizo los cortes en el cuello al caerse de la silla de ruedas", sostuvo José Eufemiano P. D. "Le aguanté durante nueve años. Nunca tuve la intención de hacerle daño", añadió el acusado, que reiteró su inocencia varias veces durante su declaración en el juicio.

La versión de la víctima es radicalmente opuesta. Paco sostiene que tenía la puerta abierta y su portero sólo subió en una ocasión, pero no para reprocharle que la música sonaba muy alta, sino para atacarlo sin previo aviso y ningún motivo aparente. "Estaba afilando un cuchillo jamonero, y de repente se abalanzó sobre mí con una catana. Me dejó sangrando a chorros tras darme tres puñaladas bien dadas. No me hice ninguna lesión con mi cuchillo", testificó el afectado.

El cuchillo jamonero

La misteriosa aparición del cuchillo jamonero -ningún policía recuerda verlo en la casa- sorprendió a la fiscal, hasta el punto de poner en duda buena parte de la versión ofrecida por el perjudicado, quien, además, sólo admitió a regañadientes sus problemas musicales con el vecindario. Lo reconoció al sentirse acorralado por el abogado defensor, Jerónimo de León. El letrado leyó una carta de la comunidad de propietarios en la que se advertía a Paco con retirarle el usufructo de la vivienda si persistía en su actitud "provocadora y molesta".

Los forenses concluyeron que las heridas eran graves porque afectaban a una zona vital del cuello, incluso subrayaron que los cortes no son compatibles con una caída sobre un cuchillo, pero esas explicaciones no fueron suficiente para aclarar las dudas de la fiscal sobre quién portaba la catana y con qué ánimo la usó.