En el verano de 1971 un suceso marítimo puso en peligro a cientos de personas y a todo el puerto de Las Palmas de Gran Canaria.

Un mercante paquistaní, Mainamati, con rumbo a Karachi, pasó el día 16 de agosto por nuestra isla para repostar en su largo camino de 12.000 millas. En la madrugada de ese día estival se declaró un gravísimo incendio en la sala de máquinas del buque, de 140 metros de eslora.

Nada más declararse el fuego, la tripulación evacuó el navío sin colaborar en absoluto en las labores de extinción. Ante la mirada pasiva del equipo paquistaní, el servicio de extinción de incendios del puerto entró en la zona siniestrada. En el interior encontraron una gran cantidad de proyectiles y 18 toneladas de pólvora, una carga que no había sido declarada.

La amenaza de un estallido catastrófico puso en vilo al puerto, que evacuó rápidamente a todos los residentes de las instalaciones. Aún recuerdan el momento: "Nos advirtieron de que podía explotar un barco lleno de explosivos y salimos asustados de la cama en plena noche". La peligrosa emergencia siembra el miedo y el buque es retirado, aún en llamas, a tres millas de la costa.

Ante la gravedad del asunto se pidieron explicaciones al capitán del Mainamati, que se acogió al "secreto de sumario". Entre los rumores que circularon tras el siniestro se dijo que el incendio fue debido a un sabotaje del personal del buque.