Las desembocaduras de los barrancos siempre han sido lugares ideales para el establecimiento de los asentamientos. La cercanía de agua y los alimentos hicieron del barranco del Guiniguada un lugar magnífico para ello. Los canarios "obtenían los recursos necesarios para garantizar su subsistencia", asegura Rubén Naranjo en la obra didáctica Fuente Morales.

La cercanía del mar era vital para los pobladores del barranco. Así, las muestras arqueológicas halladas en el yacimiento de las Huesas muestran que los canarios acudían a la costa, donde se sitúa ahora la Avenida Marítima a pescar y mariscar. Así se han encontrado "restos de conchas de moluscos marinos, lapas y burgados", recoge.

El río que corría por el barranco permitía, además, que los pobladores desarrollasen actividades agrarias. "Los cereales, la cebada y el trigo" fueron los cultivos más destacados de esta zona de Gran Canaria. La alimentación de los canarios se complementaba a través de las higueras y las palmeras, que eran aprovechadas también como "un importante suministro de materias primas".

Las investigaciones arqueológicas realizadas revelan también que la ganadería de cabras, ovejas y cochinos "era parte de la economía aborigen". Con todos estos recursos a disposición de los canarios, el asentamiento era lo natural.

Naranjo recuerda que "aún hoy es posible observar los restos de estos poblados, constituidos por numerosas cuevas artificiales excavadas a lo largo de las paredes del barranco" y silos "para guardar los alimentos".

Los aborígenes, sin embargo, no solo vivían en cuevas, cerca del IES Felo Monzón, las excavaciones arqueológicas han dejado al descubierto evidencias de poblados compuestos de "viviendas levantadas sobre la base de muros de piedra seca y techadas con una estructura de madera que sostiene una cubierta de lajas, que a su vez se reviste con hierbas secas y barro".

El nombre de Las Huesas, por otro lado, hace referencia a la necrópolis que los aborígenes levantaron en esta zona del barranco. "Las cuevas menos accesibles y sin condiciones para ser habitadas se convirtieron en lugares de enterramiento", afirma.

En este área se ha determinado la presencia "de al menos una treintena de cuevas sepulcrales". El interior estaba "acondicionado" y luego se cerraba "con muros de piedra". Otros asentamientos hacia el interior del barranco son El Maipez o las Cuevas de los Frailes.