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Un rincón del Risco de San Nicolás, donde se ubica el Museo de la Ciudad y del Mar Castillo de Mata.SABRINA CEBALLOS

Barrios El impacto del Museo de la Ciudad

El Risco de San Nicolás, a la venta

En el barrio que alberga el Museo de la Ciudad se venden casas entre 30.000 y 60.000 euros

El Museo de la Ciudad y el Mar, ubicado en el castillo de Mata, recibe desde hace una semana visitantes pero es seguro que muy pocos se han atrevido a recorrer el Risco de San Nicolás, el barrio donde se asienta la fortaleza del siglo XVI, creada para la defensa de la ciudad y reconvertida en espacio cultural tras doce años de rehabilitación. El barrio sigue su ritmo ajeno a los turistas y guaguas escolares que visitan ya este nuevo enclave cultural de la ciudad, situado en un vértice del triángulo que sobre la loma dibuja San Nicolás. Los vecinos, tras el abandono del proyecto de mejorar el risco tras la pérdida de la Capitalidad Europea 2016, que ganó San Sebastián, se muestran escépticos sobre el impacto positivo que el museo pueda ocasionar en sus calles si detrás no hay un apoyo municipal.

Solo hay que darse una vuelta por sus irregulares, intrincadas y empinadas vías para comprobar que aquí la ciudad camina a otro ritmo, aunque se esté a unos pasos del centro histórico, comercial y turístico. Aquí los gatos toman el sol sin dificultad.

La única actividad económica que parece moverse en San Nicolás es la inmobiliaria, aunque más la venta que la compra. Numerosas casas lucen el cartel de -Se Vende- y otras tantas permanecen cerradas. A la misma vera del museo, dos inmuebles buscan comprador.

Curiosamente, el Risco de San Nicolás está siendo un lugar atractivo para los foráneos. Así por lo menos lo percibe Amalia Aldrighi, agente inmobiliaria de Remax desde hace diez años, que en los últimos dos años han vendido cuatro casas a extranjeros.

Aldrighi está convencida de que el barrio tiene "muchas posibilidades en salir adelante" igual que ya ha ocurrido con otros cascos viejos de otras ciudades del mundo. Su potencial estriba en que está muy cerca de Triana y Vegueta, el casco histórico. Y no solo como lugar de residencia sino para instalar pequeños negocios relacionados con ese turismo potencial que va a venir al museo o como lugar de asentamiento de artistas o artesanos que lo hagan atractivo en sí.

"Es un barrio pobre, pero como tantos otros rincones de la ciudad", dice Aldrighi, que el mismo día de la inauguración del Museo de la Ciudad y el Mar organizó una visita de puertas abiertas a una de las casas que se venden justo al lado, aprovechando la coyuntura. En su opinión, el museo será muy positivo para "transformar el barrio, que está muy abandonado", siempre y cuando, los vecinos y el Ayuntamiento se organicen para trabajar conjuntamente en adecentar calles y en mejorarlo.

En cuanto al estado de las casas que se venden, la agente inmobiliaria explica que hay de todo pero el que quiera venir al barrio debe saber que "no hay garaje y que hay que acometer reformas". Los precios dice que se mueven entre los 30.000 y 60.000 euros, viviendas de entre 90 y 150 metros cuadrados.

Óscar Quintero y Carmen del Rosario, jubilados, venden la suya desde cuatro años por 60.000 euros en la misma calle Milagro, a unos escalones de Domingo Guerra del Río, una de las vías principales y más llanas del barrio que va a dar justamente al museo.

La pareja compró la casa, que cuenta con dos plantas, seis habitaciones y azotea, hace diez años pero la edad no perdona. "Los mayores no queremos escaleras", dice Carmen, que tiene problemas de rodillas.

"Ha venido mucha gente a verla, les gusta pero les parece cara. ¡Pero no la voy a regalar!", añade Óscar, que aguanta en el barrio porque es un gran aficionado a la colombofilia. No en vano en San Nicolás hay un club y es uno de los mejores sitios de la ciudad para hacer volar a las palomas mensajeras.

Ellos no han visitado aún el museo, pero se muestran escépticos de que éste pueda contribuir a mejorar el barrio. Lo mismo que unas vecinas, que se cruzan en la tertulia. "La mejoría en el barrio es que nosotros estemos bien", salta una mientras camina calle abajo.

Las calles se encuentran bastante limpias porque, según los vecinos, el servicio de limpieza se afana en ello e incluso recoge las bolsas de basura de algunos residentes que la dejan afuera de la puerta.

Las casas abandonadas añaden más soledad al barrio. No solo repercuten en su imagen sino que, en ocasiones se convierten en focos de infección. Eso es lo que le ocurre a Miguel Sánchez, que vive en la calle Roble, y que tiene que poner veneno en la azotea de casa para que las ratas de la casa de al lado, que está abandonada, no le entren. "Nos ocurre a todos los vecinos", dice este aficionado al ciclismo, encantado con los carriles bici a pesar de que viva en un barrio con serias dificultades de accesibilidad. "Es lo mejor que ha hecho al alcalde".

Él tampoco cree que San Nicolás vaya a mejorar mucho por el museo aunque bastaría, según él, con darles materiales de pintura y albañilería para adecentar cada uno su fachada para que así el barrio presentara otro aspecto.

Paqui Peña, residente y durante años representante vecinal, habla de que hay que "sanar por dentro para que lo de afuera fluya", cansada de que los políticos prometan y prometan y que solo dejen después "aceras bonitas" sin adentrarse realmente en los problemas de fondo del barrio como son los focos de droga, el desempleo de las familias y la falta de condiciones que tienen muchas de las viviendas, en muchas de las cuales vive gente mayor.

José Juan Díaz Bonilla, vicepresidente y tesorero de la asociación social Cofiris, se muestra más esperanzando en la repercusión positiva que el museo tendrá para el barrio, aunque sabe que "habrá que esperar un tiempo" para que todo encaje. "Los extranjeros transitan por el barrio e incluso se atreven a subir hasta el castillo San Francisco - de propiedad municipal- y se lo encuentran cerrado", explica, contento de que en el último pleno municipal se haya aprobado dinero para finalizar las obras del centro social, a medio hacer desde hace varias legislaturas.

Para Agustín Suárez Merino, vecino también del barrio, el Museo de la Ciudad "es una gran oportunidad" que ayudará al barrio siempre y cuando "éste sea el referente para el enclave cultural y no Primero de Mayo", un muro que se levantó la ciudad hace décadas para ocultar lo que no quería ver y que hoy se ha convertido en un espacio muy peculiar que "guarda una reserva social muy importante" para la ciudad. "Requiere una adecuación a esos nuevos espacios y para ello es necesario que se integre en la ciudad".

Suárez sostiene que "no hay voluntad clara" de que se rompa esa barrera. Y se remonta al entusiasmo que provocó el proyecto de recuperación del Risco con motivo de la Capitalidad Europea 2016 y que se abandonó sin más en cuanto lo ganó San Sebastián y a los planes especiales en el Plan General de Ordenación Urbana que nunca se ponen en marcha.

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