¿Cómo recuerda su primer día de clase?
Con expectación, porque no conocías a nadie, pero también con ilusión porque el instituto era nuevo, se había inaugurado el año anterior y me lo había recomendado una amigo de mi barrio, de Vegueta, así que tenía ilusión por empezar.
¿Algún profesor que le haya marcado en estos años?
Hubo varios. Don Manuel Suárez del Toro, o Daniel Verona, en latín. Algunos destacaban sobre otros y que siempre dejaban una marca y si me pongo a recordar seguro que me salen muchos más nombres.
¿Qué asignaturas se le dan mejor y cuáles peor?
Pues las había de ambas partes, de ciencias y de letras. Se me daba bien la Física y Química y por otro lado, la Literatura y la Lengua. Así que luego cogí un poco de todo y me fui a estudiar Turismo, que tenía también de todo un poco.
¿Ha cursado también primero y segundo de cafetería?
En aquella época no recuerdo que hubiese cafetería.
¿Ha copiado alguna vez?
No, pero siempre había alguna anécdota. Lo normal, algún compañero que te pide algo. Recuero que yo era muy bueno en dibujo artístico y en un curso que no recuerdo si era segundo o tercero, a los que teníamos buena nota que íbamos a sacar matrícula a final de curso, nos llamaron para que cuidáramos a los demás compañeros cuando el profesor salía fuera. Y yo, en vez de vigilar, pues a algún amigo que necesitaba alguna ayuda le hacía algún apuntillo de alguna cara para que el dibujo le saliera mejor.
¿Qué tiene para usted el IES Pérez Galdós que no tenga, por ejemplo, el Tomás Morales?
Esa es la cosa, que en aquella época no existía otro. Por eso agradecemos el centenario que se clausura hoy.