Arrancan las 42º olimpiadas del Colegio Claret de Las Palmas de Gran Canaria. Un espectáculo que deslumbró a los padres y madres que observaron atónitos el espectáculo que protagonizaron sus hijos durante la ceremonia de apertura. Unos juegos que llevan el lema de Un mundo mejor es posible.

El pregón corrió a cargo de Carlos Díaz Múñiz, director en los comienzos del colegio, entre 1960 y 1967. En su discurso recordó la fábula de Esopo de la tortuga y la liebre. "En un prueba como esta, de 100 metros lisos, un ser pequeño, una tortuga, pudo superar a la liebre", relataba el exdirector. "Poniendo lo mejor de cada uno, pasito a pasito, porque sois todo corazón", aclaró Díaz, haciendo la comparación los escolares y la frágil tortuga.

El exdirector agradeció la asistencia de los profesores que vinieron desde la Universidad de Tesalónica, en Grecia. Pronunció unas escuetas palabras. "Es lo único que sé decir en griego", reconocía. Con la frase "otro mundo es posible", finalizó su breve discurso dando paso a las actuaciones que había preparado el alumnado.

Decenas de alumnos desfilaron por el estadio del colegio con representaciones que hicieron las delicias de padres y madres. "Vivimos en un caos mundial, pero nos gusta bailar, así que montaremos un caos musical", gritaron los chicos mayores cuando comenzaron una gran coreografía, perfectamente sincronizados. Los grandes éxitos mundiales de las décadas de 1970 y 1980 se sucedieron, mientras ellos bailaban de negro.

El "caos musical" duró poco tiempo, los chicos cambiaron la gran exhibición por un popurrí sacado desde los mundos mágicos de Disney y demás dibujos animados. Incluso, la misma Mary Poppins llegó en un coche antiguo, arropada por toda su corte de niños al puro estilo británico cantando el Supercalifragilisticoespialidoso.

Entre los valores que los claretianos quieren inculcar a los niños destaca el cuidado al medio ambiente y el mundo que les rodea. La pareja de jóvenes que, sentados en un banco, daban paso a todas las actuaciones, recordaron aquellos tiempos en los que en el colegio les hablaban del ecologismo.

El repaso a los clásicos de Disney no había terminado. Tocaba el turno de Aladdin. Aunque esta no era mágica, sobre una alfombra llegó un niño disfrazado del joven árabe al ritmo de la canción Un mundo ideal. Tras la entrada colosal en el campo, los niños comenzaron a deslumbrar al público como no lo habían hecho hasta ese momento. Saltando, con volteretas y demás acrobacias, los pequeños asombraron a todos.