El 24 de junio de 1478, durante el reinado de los Reyes Católicos, se inicia la conquista de la Isla de Gran Canaria por Juan Rejón, jefe de la expedición castellana. Después de arribar en la bahía de las Isletas, avanza con su ejército y decide emplazar el campamento El Real de las Tres Palmas, cerca de la desembocadura del barranco Guiniguada, entorno a la actual plaza de San Antonio Abad (Vegueta). Lugar que ha sido reconocido como el núcleo primitivo de la ciudad de Las Palmas. Tras la conquista, la población aumentó con la llegada de nuevos moradores, especialmente andaluces que se instalan en la otra orilla del barranco, originándose así el barrio de Triana, bautizado con este nombre en alusión al barrio trianero de Sevilla, pues una parte importante de sus pobladores eran andaluces. En el siglo XVI, en este sector se levantan nuevas ermitas: San Telmo, San Sebastián, San Justo y de la Concepción y que junto a esta se construirá el convento de las monjas de San Bernardo conocidas como las cistercienses. El origen de esta orden religiosa se remonta a la Abadía del Císter fundada por Roberto de Molesmes en el siglo XI, en la antigua localidad romana Cistercium, (Francia), de ahí su nombre.

La iniciativa de establecer esta comunidad en la ciudad de Las Palmas se debe al monje benedictino fray Basilio de Peñalosa, que solicitó la licencia en 1572 al prelado de la diócesis de Canarias. El obispo Cristóbal Vela y Acuña da su aprobación en 1579. A partir de este instante se procede a la construcción del monasterio en uno de los terrenos de la llamada Plaza de San Bernardo. Las obras finalizaron en 1592. Seguidamente, Fray Basilio recurre al monasterio de Santa María de las Dueñas de Sevilla para que enviase a varias monjas a la reciente comunidad canaria y formarlas en el carisma cisterciense, bajo la regla de San Benito de Nursia. El 14 de junio de 1592 llegaron las hermanas iniciándose, prácticamente, con ellas la fundación y la vida regular de clausura. Estas religiosas cistercienses fueron apodadas como las bernardas, en honor al monje francés Bernardo de Claraval, fraile que gozó de un gran prestigio personal, convirtiéndose en el cisterciense más importante del siglo XII. Fue reconocido como el maestro espiritual de la orden.

A finales de junio de 1599, los vecinos de las Palmas se vieron amenazados por el ataque de la armada holandesa, comandada por Pieter van der Does. Una parte de la población se refugia en el campo. No pudiendo conquistar la Isla y derrotados por los isleños se retiran, pero antes de volver a sus naves, saquean e incendian una parte de la ciudad. El monasterio de las bernardas fue reducido a cenizas. Tiempo después se emprendió su reconstrucción para ser habitado en 1609. Según el historiador Viera y Clavijo, en 1683 el monasterio de las bernardas llegó a tener más de cien monjas de clausura de velo negro "hijas de lo más noble y considerado de esta ciudad".

Durante la regencia de María Cristina- madre de Isabel II- y con el ministro de Hacienda Juan Álvarez de Mendizábal se va a poner en práctica una dura política de expropiación de los bienes de la Iglesia con el fin de obtener los fondos necesarios para pagar la deuda pública del Estado y, además, de disponer de nuevos recursos para costear las guerras carlistas. Entre 1835 y 1836, por medio de una serie de decretos se suprimen un gran número de conventos y congregaciones religiosas. El 8 de marzo de 1836, se publica una Real Orden "quedan suprimidos todos los monasterios, conventos, congregaciones y demás casas de comunidad o de instituciones religiosas de varones? con las excepciones que se especifican: las casas de Escolapios y los conventos de Hospitalarios de San Juan de Dios que se hallasen abiertos en la actualidad". Al año siguiente, el 29 de julio de 1837 se decretaba lo siguiente: "Quedan extinguidos en la Península, Islas adyacentes? todos los monasterios, conventos, colegios, congregaciones y demás casas de religiosos de ambos sexos? salvo algunas casas de las Hermanas de Caridad de San Vicente de Paúl, donde las considere necesarias".

A través de diversas disposiciones legislativas se acabó con las tierras y propiedades eclesiásticas. Una vez nacionalizado todos estos bienes, se realizó la venta en subasta pública. Si bien en lo que respecta a las tierras se intentó crear una clase media campesina que las trabajasen, pero la mayoría no pudieron entrar en las pujas ya que carecían de medios económicos. Los terrenos fueron comprados por nobles y burgueses. El monasterio de la Plaza de San Bernardo fue cerrado, después de 245 años de existencia, y las monjas tuvieron que marcharse a la Península. El ayuntamiento convirtió el edificio en hospital hasta el año 1842 y la iglesia de la Inmaculada Concepción en parroquia. A partir de 1868, la iglesia y el monasterio fueron derribados. Este convento fue catalogado como el más grande de Canarias. El solar fue parcelado y vendido en subasta pública, levantándose nuevas edificaciones. En 1920, una de estas viviendas se hallaba en venta donde anteriormente había estado el Hotel Continental. El 23 de junio del citado año, la Junta Directiva del Círculo Mercantil de Las Palmas adquiere la propiedad de esta casa. En 1964, los representantes de esta Sociedad deciden poner en práctica la construcción de una nueva obra en el mismo suelo donde está ubicada. El 16 de diciembre de 1972 se inauguraba la reciente sede social. Recordando a esta orden religiosa, en la fachada principal de esta entidad, hay una placa cuya inscripción revela:

"En esta calle se erigió

en el S.XVI el convento de monjas de la Concepción

de San Bernardo.

Era una amplia

edificación de cuatro claustros que pervivió hasta el S. XIX".

En cuanto al patrimonio artístico de los conventos, sus obras de arte fueron vendidas e incluso algunas se trasladaron a otras iglesias. Actualmente, en la parroquia de San Bernardo de Las Palmas (Ermita de San Telmo) podemos contemplar las imágenes que pertenecieron en su día al convento de las bernardas: la Inmaculada, atribuida al escultor granadino Alonso Cano. San Benito de Nursia y San Bernardo de Claraval. Ambos religiosos portan báculos como distintivo de su condición de abad pero con la particularidad de que dichas volutas están dirigidas hacia dentro, indicando que su poder de jurisdicción está solamente en el monasterio.