"Golpeé la puerta de mi casa como pude, empecé a chillar, en ese momento estuve a punto de perder el conocimiento, porque escuchaba a mi marido a lo lejos y no veía nada por el humo". María del Pino Ortega, vecina del barrio de La Feria, en Las Palmas de Gran Canaria, vivió el pasado viernes el infierno. Aún se estremece cuando recuerda aquellos momentos. Su esposo reaccionó, pero al abrir una bocanada de hollín le empujó e inundó la vivienda. "Por mucho que limpies eso no sale, está todo negro, la cantidad de fregonas, trapos y botes de lejía que habré tirado", señala. Lo cierto es que los vecinos de este bloque de viviendas la calle Diego Betancor Suárez no terminan de reponerse del suceso de la semana pasada, el cual se cobró la vida de una de sus vecinas.

Ortega padece de la Enfermedad de EPOC, una patología crónica pulmonar. Cuando los bomberos lograron evacuarlos el personal médico tuvo que inyectarle oxígeno, aunque asegura que no hubo la necesidad de trasladarla al hospital Doctor Negrín, como sí llevaron a otros de sus vecinos. Esa misma noche pensó en quedarse en casa de una amiga, pero no lo hizo. "Estaba intranquila, tenía miedo que le pasara algo a la casa y no podía quitarme de la cabeza lo ocurrido", asegura. Estos días se ve obligada a salir con frecuencia a la calle. "Dentro huele muchísimo todavía y me agobio muy rápido", señala.

En los últimos días ha recibido a los peritos del seguro, quienes le han asegurado que la próxima semana desinfectarán la vivienda. En cuanto a la reunión que mantuvieron con varios técnicos del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en la tarde del martes, muestra su escepticismo. "Sinceramente, no nos dieron muchas ilusiones, vinieron un poco para pararnos los pies", indica.

No es la única vecina que mostró su descontento por dicha reunión. El síntoma de pesimismo se palpa entre varias familias. A pesar de esto, poco a poco van acostumbrándose a ver los rellanos cubiertos por el hollín, entre otros inconvenientes. "Corre, cierra la puerta que te entra el olor en casa", le grita Pino a su amiga Teresa. "Como esté mucho tiempo en casa me entra la sensación de angustia, pero hay que tirar adelante porque no hay otra", explica.