Corre como la pólvora un vídeo por Whatsapp que a más de uno le habrá hecho viajar al pasado, a los días en los que Lolita Pluma ejerció su reinado en el parque Santa Catalina. Son apenas dos minutos de grabación que retrotraen la historia de la propia ciudad a través de aquella mujer estrafalaria y peculiar a la que se puede ver en todo su esplendor, con el atuendo que la caracterizaba, con el carácter que se le recuerda y con esa sonrisa desdentada y pintada de más allá de sus límites naturales de carmín rojo que no pasó desapercibida entre oriundos y turistas.

Según recoge la página de Facebook Locos por el cine, Lolita -como se llama este vídeo -, pertenece a la colección de Pedro Siemens "rodada en 16 milímetros por él mismo". Esta contiene "una pequeñísima parte de la entrevista que le realizaron Orlando Hernández y Félix G. de la Huerta" en los años 80 a María Dolores Rivero Hernández (1904-1987), nombre auténtico de la protagonista que siempre fue conocida por el apodo familiar.

El escenario de este documento gráfico es, cómo no, el lugar por antonomasia en la que a diario se podía ver rodeada de gatos a Lolita Pluma. Como una foto suya, arranca precisamente la grabación mientras de fondo se escucha el timple que da paso a la voz en off del reportero que avisa al espectador de que lo que tiene ante sus ojos, un plano general del epicentro del Carnaval que cada vez se hace más pequeño, es "donde empieza la verdadera historia de la reina de los gatos, los trajes, coloretes y rímel, de los encajes, cintas y lentejuelas y del Catalina Park". Es entonces cuando aparece ella, caminando hacia la cámara cual modelo de pasarela, enfundada en una túnica turquesa con bordes plateados.

Para la entrevista, no obstante, hay cambio de vestuario por parte de Lolita, que aparece con un vestido negro con adornos dorados y una especie de capa azulona a juego con el lazo que, como siempre, suele llevar en el pelo. La entrevista empieza con una pregunta sobre un tema ya comentado en la época, según otras crónicas y reportajes. "Dicen, Lolita, que no le gustan los niños, ¿por qué?", quiere saber el reportero a quien en ningún momento se le ve la cara. "Si los hubiera tenido sí me gustan, pero a los otros que los críen sus madres", responde ella des preocupada antes de que se le escape un "coño" en una frase que quiere saber si también ha sido grabada. Lolita se ríe ante la posibilidad de que así pueda ser.

Lo siguiente que quieren saber de ella los entrevistadores es su edad. "Ya perdí la cuenta, yo creo que llegue a los 100 años", contesta ella también divertida antes de que se la vuelva a ver en plena acción en unas de sus rutinas diarias. Acompañada por su inseparable caja de cartón llena de chicles Adam's de sabores, se pasea entre las mesas de las terrazas del parque donde uno de los clientes bromea con ella. "Prefiero un coñac a esto", le dice el hombre en alusión al paquetito que ella quita y pone en décimas de segundo de la mesa antes de soltarle: "¿Un coñac? Usted lo que tiene son dos palos en la cabeza" que termina con una risotada. Y es que así era Lolita Pluma, directa, desinhibida y hasta faltona si se terciaba la ocasión. Un temperamento, no obstante, que más allá de la expectación que causaba todo su ser, también le hizo ganarse el respecto y el cariño de cuantos se cruzaron en su camino.

Esta es la última escena en la que se ve a la Reina del parque Santa Catalina, tal como fue nombrada en 1984. El vídeo acaba justo a la inversa de como empezó, con el zoom alejándose del parque en el que a día de hoy todavía se la recuerda con una estatua en la que se la puede ver rodeada de sus adorados "niños", los mininos de la zona, que la seguían como si del Flautista de Hamelín se tratara, embaucados por el olor de los restos de pescado y de comida que marineros y restauradores de la zona le daban para que alimentara a los animales.

Mientras el documento llega a su fin se puede escuchar de fondo un fragmento de la canción que Braulio le compuso a la mujer que pintó su cara de libertad para vivir su vida de colores como le dio la gana, entre gatos y fotos con turistas, sin dar cuenta ni pleitesía aunque muchos la tomaran por loca. Lo cierto es que "Lolita tenía mucho carácter, pero era encantadora", apunta Melo, dueño de la ya desarecida Casa Ruano, a donde acudía semanalmente a comprar prendas la isletera de raíces aruquenses que falleció el 21 de febrero de 1987, dejando una ausencia palpable para muchos en Santa Catalina Park. Y es que, como decía la letra del artista: "Cuando se vaya morirá un poco toda la ciudad, desde Ripoche a La Naval".