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Rincones Playeros La Laja

La Laja añorada tiene la palabra

Los amantes de la playa explican que es apta para todo tipo de actividad, pero muchos la califican con un notable bajo ya que echan en falta algunos servicios

La Laja añorada tiene la palabra YAIZA SOCORRO

La querida playa de la Laja es considerada por muchos como la más acogedora de todas. Situada en el litoral capitalino, recibe cada día a los vecinos que la escogen con el fin de pasar un día relajante, deportivo o entretenido.

Será su carácter cálido y nostálgico que procede, probablemente, de aquella añorada playa de la Laja repleta de casas, desaparecidas desde hace años y de las cuales aún se pueden apreciar algunos restos por la avenida, que muchos incondicionales como Paco y Loly se enamoran profundamente de ella. El matrimonio, que lleva 40 años juntos, explica, mientras su nieta intenta cazar caracoles, que pisan este sector de la costa desde la adolescencia. Ambos admiten que visitan la playa en verano para bañarse y en invierno para caminar. Aseguran, además, que la playa está muy limpia y que en el paraje "la gente está concienciada y tiene cuidado de tirar la basura en una bolsita". De forma aleatoria, pero coordinada, van lanzando propuestas para mejorar la playa, a su criterio, como la necesidad de duchas para poder quitarse la arena tanto a adultos como a los niños y la habilitación y mantenimiento de "unos baños que no sean de plástico sino de aluminio" ya que recuerdan que, hace 20 días, unos vándalos quemaron los únicos baños que tiene la Laja durante todo el verano. Aunque todavía se puede apreciar la oscura huella que dejó el incendio, Samuel, usuario habitual que acude a la Laja con su hija, fue testigo de ello y lo confirma. Según aclara, a él lo que más le fascina es la posibilidad de hacer esnórquel, surf o poder correr por la playa. Manifiesta que el paraje no supone tanto peligro como dice su fama dado que, en la Laja, "se puede hacer de todo dependiendo del día y conociendo la playa". Admite que su hija ha aprendido a nadar en este lado de la costa y nunca se ha visto en una situación delicada, pero reconoce que cuando la marea está peor en la playa, se traslada a las piscinas naturales. Asimismo, Samuel cuenta que "no la cambiaría por ninguna playa" y que no encuentra motivo para poner chiringuitos o bazares en la playa. No obstante, hay quienes añoran una simple tiendita en el área como propone Tania González que, agotada tras una intensa jornada cogiendo olas dice: "ahora me entra sed y, ¿dónde compro el agua?".

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