El buque de acción marítima (BAM) Rayo, que tiene su base en el Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria, se encuentra en la localidad gaditana de Rota siendo sometido a una serie de tratamientos químicos para evitar el riesgo de proliferación de la bacteria Legionella pneumophila después de que fuera detectada la existencia de un ambiente propicio para el desarrollo de este microorganismo patógeno en un punto concreto de la nave durante un análisis rutinario, según aseguran fuentes de la Armada. El Rayo, que partió de la capital grancanaria el pasado 4 de febrero, forma parte de la operación Sophia puesta en marcha por la Unión Europea para combatir las mafias que trafican con personas entre Libia e Italia.

A pesar de la presencia confirmada de este caldo de cultivo en el interior del Rayo, las mismas fuentes aseguran que la bacteria no ha sido detectada en el buque y que ningún miembro de su tripulación ha desarrollado los síntomas que habitualmente se relacionan con la legionellosis. Aun así, el buque está siendo tratado con distintas lejías y cloros como medida de control y prevención dentro de lo que desde la Armada se describe como una "operación rutinaria" que forma parte de una escala logística ya prevista dentro de la programación de la operación Sophia.

Los problemas bacteriológicos detectados en el Rayo no han llegado a afectar al Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria. Las dependencias de la Base Naval que por sus usos pueden ser más propensas a convertirse en foco de legionella -aquellas en las que hay grifos de agua, como ocurre en las cantinas- continúan abiertas sin que se haya podido confirmar la presencia de la bacteria o de un ambiente propicio como el descubierto en el barco, añaden las mismas fuentes, que circunscriben los tratamientos a los que están siendo sometidos los depósitos de agua o los grifos a procesos rutinarios de carácter preventivo que se llevan a cabo de forma independiente a lo ocurrido en alta mar.

Misión en el Mediterráneo

El Rayo zarpó de Las Palmas de Gran Canaria el 4 de febrero con una tripulación compuesta por 58 hombres y mujeres a los que se les sumaron otros 25 efectivos durante una primera escala en Rota dos días después. El barco tiene encomendada una misión de vigilancia en aguas del Mediterráneo central como parte de una operación que ha permitido rescatar del mar a unas 45.000 personas desde 2015, cuando se puso en marcha. El personal del Rayo, que con anterioridad había participado en la operación ha tenido además que someterse a un proceso de certificación sobre retenciones marítimas en situaciones no cooperativas imprescindible para el trato con los cabecillas de las mafias de la migración.

La operación tiene prevista su conclusión el 31 de marzo de este año, aunque no resulta descartable una ampliación de su programa durante varios meses más. Sophia -bautizada en homenaje a una niña de origen somalí nacida en el verano de 2015 a bordo de uno de los buques participantes en la misión- cuenta con efectivos de 27 países y cinco buques, además de varios helicópteros. Sus miembros no solo rescatan a náufragos: también tienen como misión el entrenamiento de la guardia costera libia y la vigilancia del embargo de armas en alta mar en el país norteafricano impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU, así como el control sobre el tráfico ilegal de crudo libio.