En el juicio llevado a cabo ayer en la Audiencia Provincial de Las Palmas se dio por válida la prueba preconstituida en la que una testigo protegida y víctima de trata de personas denunció que uno de los acusados la sedujo en Rumania y la trajo a Gran Canaria a en busca de mejores oportunidades, sin decirle que sus intenciones verdaderas eran prostituirla.
La testigo protegida número 1 afirmó que conoció a I. C. a través de una página de chat cuando todavía tenía 17 años de edad. Además señaló que estuvieron hablando por teléfono durante cuatro meses y que luego decidió trasladarse a Bucarest para vivir con él, una vez que este se lo propuso. También afirmó que sabía que la novia del hermano de I. C. se dedicaba en Las Palmas a la prostitución, pero que su cuñado y el acusado le habían prometido que ya tenía un trabajo esperándola en la capital grancanaria.
"Yo no me quería prostituir, lo hice por necesidad", reveló la víctima, señalando además que fue I. C. quien al mes de estar en Las Palmas le dijo que debía ejercer la prostitución. Igualmente, la testigo protegida sostuvo que ella mantenía a su pareja y pagaba todos los gastos de la casa, pues este le quitaba todo el dinero que ganaba.
I. C. y A. M presuntamente captaban a mujeres en su país natal, Rumania, y las traían a Gran Canaria con la intención de que estas ejercieran la prostitución y por lo tanto los mantuvieran a ellos.
Las jovenes eran llevadas a Molino de Viento donde se les indicaba la tarifa que debían cobrar según los minutos que duraba el servicio.
La Fiscal pidió siete años y seis meses de prisión para I. C. por el delito de trata de seres humanos y prostitución coactiva, mientras que para A. M. seis años y seis meses de cárcel por trata de personas.
La defensa de I. C. reseñó que la investigación sobre trata surge cuando la testigo protegida denunció a I. C. por un delito de violencia doméstica, del que fue condenado, por lo que niega que este fuese un "lover boy" que captó a la chica para prostituirla.
