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La familia del poeta Panero recupera sus cenizas cinco años después de su muerte

El autor, que falleció el 6 de marzo de 2014 en la capital grancanaria, será enterrado en León l Entre sus pertenencias figuran libros y máquinas de escribir

El poeta Leopoldo María Panero, meses antes de su fallecimiento el 6 de marzo de 2014. quique curbelo

Las cenizas del poeta Leopoldo María Panero, fallecido el 6 de marzo de 2014 a los 65 años, ya están en manos de su familia, después de que sus herederos se hiciesen cargo la pasada semana de sus restos y enseres personales, depositados en el hospital Juan Carlos I, donde había vivido los últimos años de su vida y donde falleció. Desde su muerte, el centro, dependiente del hospital Doctor Negrín, ha sido el garante de su cuerpo y sus pertenencias hasta que el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Las Palmas de Gran Canaria declaró a sus cinco primos hermanos herederos legítimos del escritor el pasado año.

Cinco años después de la muerte del autor de Por el camino de Swan (1968) y Así se fundó Carnaby Street (1970), el Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria a título póstumo (2016) podrá ser enterrado en el panteón familiar de Astorga (León), de donde era natural su padre, el también poeta Leopoldo Panero, por expreso deseo de sus herederos.

Su prima hermana María Rosario Alonso Panero y su marido el poeta lagunero Javier De la Rosa y candidato al premio Nobel de Literatura fueron los encargados, en nombre del resto de los primos hermanos legatarios - Juan José, María Luisa -fallecida hace un año y diez meses y que testamentó a favor de tres sobrinas-, Paulino Alonso Panero y Odila García Panero - de recoger las cenizas del escritor, que se dio a conocer en la década de los 80 y que fue catalogado como un poeta maldito.

No será, sin embargo, hasta agosto, cuando toda la familia se reúna en Astorga, cuando Leopoldo María Panero repose definitivamente en el cementerio de la localidad leonensa. Así lo ha indicado María Rosario Alonso Panero, que ha añadido que problemas de salud le habían impedido venir antes a Las Palmas de Gran Canaria a hacerse cargo de su primo desde que el juzgado determinó que los cinco primos hermanos eran los herederos.

Las pertenencias del escritor, que había pasado por varios psiquiátrico antes de recalar en el Juan Carlos I, se han traducido en varias cajas de libros, cinco máquinas de escribir, una radio portátil, un lector de Cds, una placa de recuerdo y varias bolsas de viaje.

Son los objetos que a simple vista ha podido distinguir la familia en las cajas embaladas que le fueron entregadas por el hospital. Los herederos han donado al centro sanitario varias bolsas de ropa de Leopoldo María Panero para sus usuarios.

Las cajas no han sido aún inspeccionadas con detenimiento por lo que los familiares no saben si contiene algún último verso de Leopoldo María Panero, que habitualmente escribía a máquina. El poeta de Dos relatos y una perversión (1984), Poemas del manicomio de Mondragón (1987) y Heroína y otros poemas (1992), entre otros textos, había sido galardonado en 2003 con el Premio Estaño de Literatura por una antología y en 2006 con el premio Quijote de Poesía por Poemas de la locura. El escritor había estudiado Filosofía y Letras y Filología Francesa.

A la familia le gustaría legar las pertenencias del escritor, conocido por su poesía transgresora - se le incluyó en el grupo de los Novísimos de la poesía contemporánea- y por su personalidad, a la Casa de los Panero, donde se encuentran también otros legados como los de los escritores Juan Luis Panero, César Vallejo, y el de arte del poeta tinerfeño Javier De la Rosa.

La Casa de los Panero era la antigua vivienda familiar, con un gran jardín en pleno centro de la localidad de Astorga, y fue vendida en 2002 a su Ayuntamiento, que la rehabilitó y la reconvirtió en un centro de actividades culturales. Actualmente está gestionada por la Asociación de Amigos de la Casa Panero, que dirige el catedrático de Filología Javier Huertas, y donde anualmente se celebra la Cátedra Leopoldo Panero de la Universidad de La Laguna , dirigida por Javier De La Rosa.

Los cinco primos hermanos son también herederos de los derechos de autor de Leopoldo María Panero, nacido en Madrid en 1948. La familia no ha recibido de momento ningún beneficio sobre sus escritos ya que aún están tramitando el papeleo como herederos, aunque sí han tenido peticiones desde Italia, Francia, Estados Unidos, Portugal, Brasil e Inglaterra para editar su obra e investigar sobre el poeta y su poesía.

María Rosario Alonso Panero, que recogió en 2016 el título de Hijo Adoptivo de la ciudad y que acudió al funeral de su primo gracias al aviso del editor del poeta Antonio Huerga cuando ya se había decidido su incineración, agradeció a Las Palmas de Gran Canaria y a sus ciudadanos "el cariño con el que le acogió" durante los más de 16 años estuvo afincado en el municipio. También a Antonio Huerga y Charo Fierre, editores del poeta, y a los amigos de la familia, Javier Brugo e Irene Brage, que declararon ante los juzgados en Madrid y en la capital grancanaria, respectivamente, que los cinco primos hermanos eran familiares del escritor. Un proceso judicial largo que se complicó al no hallar el certificado de defunción de la madre del poeta, Felicidad Blanc, que falleció en Irún en 1990, aunque su cuerpo se incineró en Bilbao y sus cenizas se esparcieron en algún lugar del País Vasco cercano al mar.

Leopoldo María Panero no tenía descendencia, tampoco sus hermanos Juan Luis y Michi, fallecidos antes que él y dedicados también a la poesía y a la crónica televisiva, respectivamente. Los tres hermanos junto a su madre protagonizaron una de las películas claves de la Transición El Desencanto, del director Jaime Chavarri (1976) tras la muerte del padre Leopoldo Panero, reconocido escritor durante el Franquismo, Premio Nacional de Literatura en 1953 y que junto a su hermano Juan son reconocidos como precursores de la Escuela de Astorga. El filme, en el que los tres hablaban de sus intimidades familiares, supuso todo un revulsivo para la época y una alegoría del fin de una época, también apagó la figura del padre y ensalzó la de los hijos.

La saga familiar tuvo una segunda parte cinematográfica tras la muerte de la progenitora: Después de tantos años, de Ricardo Franco (1994), donde Leopoldo María Panero y Michi continuaban hablando sobre su familia y donde el poeta mostraba sin tapujos su paso por el hospital psiquiátrico de Mondragón, donde estuvo años ingresado antes de recalar en Las Palmas de Gran Canaria.

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