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El olvidado San Gregorio

Un yacimiento con cuevas aborígenes y los restos de una ermita de 1591 intenta sortear el abandono en mitad de los edificios de Ciudad del Campo

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Yacimiento de Cuevas de Lomo San Gregorio

Envueltas entre la maleza y olvidadas en mitad de los bloques de viviendas de Ciudad del Campo. El yacimiento arqueológico de los Lomos de San Gregorio esconde un tesoro oculto de la historia de Las Palmas de Gran Canaria. El conjunto aglutina varias cuevas que sirvieron como viviendas tanto en tiempos prehispánicos como después de la conquista, además de un singular entramado de canalillos y cazoletas labradas en la toba volcánica. Los restos de una ermita del siglo XVI y otras construcciones posteriores jalonan la cima de este enclave. Una vecina de la capital ha denunciado en la web municipal de participación ciudadana la situación de "abandono y desaprovechamiento" en el que se encuentra un espacio declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) en 1995.

Antes de la llegada expansiva del cemento, el hormigón y el asfalto Vicentito fue el último medianero de estas tierras, según resalta Francisco Javier Gil Rodríguez en su blog personal. El pequeño conjunto de casas y cuevas reutilizadas como pesebres estaba rodeado de terrenos agrícolas y de forraje. Ahora, la vegetación cubre los viejos caminos y difumina la entrada de las distintas cavidades. Pero, basta levantar la mirada para visualizar que unos cuantos edificios modernos ensombrecen un yacimiento que ha estado en varias ocasiones en peligro por los actos vandálicos, aunque en la actualidad se encuentra en su mayor parte vallado y vigilado por el servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria.

La institución insular incluyó este enclave dentro de la Guía de Patrimonio Arqueológico de Gran Canaria, obra de distintos arqueólogos e historiadores, expertos en el mundo prehispánico del Archipiélago. El catálogo define el enclave como "un importante asentamiento que aprovecha la abundancia de tobas para labrar numerosas cuevas de habitación". Destaca también el hecho de que el lugar ha estado habitado de manera ininterrumpida antes y después de la conquista. "Esto constituye una evidencia de la persistencia, en algunas de sus facetas, de las formas de vida aborígenes", resalta el libro.

El yacimiento de Lomos de San Gregorio está formado por un conjunto de unas 15 cavidades de diferentes dimensiones. En su mayor parte con carácter habitacional, aunque la presencia de pesebres labrados en la roca evidencian que muchas de estas fueron reutilizadas para guardar ganado en fechas posteriores a la conquista castellana.

Los arqueólogos destacan en este BIC una gran cueva de planta rectangular cercada en el exterior por un muro de piedra, previsiblemente para guardar al ganado. La cavidad destaca por sus grandes dimensiones, con unos 12 metros de ancho y aproximadamente cinco de fondo, sin contar con los casi tres metros de altura. Cuenta con dos grandes entradas, aunque una de estas se encuentra tapiada hoy día por una pared de mampostería, de reciente construcción. Mientras, la otra puerta cuenta con los restos de un marco de bloques de cemento que también taponaban esta entrada. Ambos elementos fueron colocados por el Cabildo para proteger el lugar, pero una de las aperturas sufrió los estragos de varios actos vandálicos en 2011.

Estas dimensiones, las cuales evocaron en 1958 al historiador Sebastián Jiménez Sánchez a otros yacimientos de la Isla -Cuatro Puertas o Las Huesas, ambos en Telde-, no son los únicos elementos a destacar en esta cueva. Todo el suelo esta recorrido por una serie de canalillos que convergen en un mismo punto, justo en la entrada que se encuentra tapiada. Mientras, a ambos lados de la misma se disponen una serie de cazoletas que se comunican entre sí y que podrían haber tenido distintos usos para la población aborigen.

Precisamente, la planicie que se extiende inmediatamente por encima de estas cuevas cuenta con una red de irrigación, previsiblemente para sanear de agua el lugar, evitar filtraciones y aprovecharla para otros usos, apuntan los informes arqueológicos. Estos desembocan en una gran cazoleta, que pudo haber sido utilizada como cisterna.

El conjunto cuenta con otras tantas cuevas, aunque el servicio de Patrimonio Histórico destaca una segunda. Esta se encuentra en el lado contrario del cerro. Con una planta ovalada y unas dimensiones muchos más reducidas, sobresale por contar con un suelo a doble altura, pues tres escalones excavados en la toba conectan una habitación secundaria en el fondo de la cavidad. Entre sus oquedades en la pared cuenta con un pequeño pesebre. Además, el techo ha sido tintado por el humo, previsiblemente, al igual que en otras cuevas.

Existen evidencias de la reutilización de estas tierras desde el siglo XVI. El canónigo de la catedral y fundador del mayorazgo de Osorio, Gregorio Truxillo Ossorio de Vergara, emplazó sobre el cerro un oratorio dedicado a San Gregorio en 1591. Del templo religioso tan solo quedan en pie tres paredes mal trechas. Junto a esta existe un granero a dos aguas también con varios siglos de historia que se mantiene en pie a duras penas. La entrada se encuentra parcialmente taponada para intentar evitar los actos vandálicos, aunque basta echar un vistazo al interior para observar basura y unas paredes cubiertas por grafitis de dudosa procedencia arqueológica.

Los restos de otras viviendas, entre ellas la denominada como Casa del Pastor, un horno de pan y algunos aljibes de mampostería completan el conjunto etnográfico. A pesar de todo el lugar se encuentra relativamente limpio, pues el Cabildo valló el espacio hace varios años y han hecho varias batidas de limpieza. No obstante, cuando en 1995 la empresa Arqueocanaria puso un pie por primera vez en el yacimiento, de la mano de los historiadores Consuelo Marrero y Valentín Barroso, descubrieron los restos de un Peugeot 504, que bien podría decirse que era de los tiempos prehistóricos del mundo automovilístico.

En varias ocasiones los vecinos de Ciudad del Campo y Piletas han pedido sacar este yacimiento del olvido. Años antes de la reciente petición en la página web municipal de participación ciudadana, Yerai Castellano, entonces presidente de la asociación de vecinos, señaló que el lugar podría usarse como aula de la naturaleza. No obstante, a sus 330 metros sobre el nivel del mar, este cerro cuenta con unas vistas privilegiadas de Arucas y el valle de Tamaraceite, antaño cubierto de un espeso bosque de palmeras. En el caso de la última sugerencia al Ayuntamiento, la autora habla de un lugar con "gran potencial cultural y turístico".

Seis yacimientos

La capital grancanaria cuenta dentro de su término municipal con una media docena de yacimientos arqueológicos de los antiguos canarios, al menos si se cuentan los que están dentro de la Guía de Patrimonio Histórico de Gran Canaria que editó el Cabildo en 2001. Ninguno de estos se encuentran en buen estado de conservación y ninguno está acondicionado con la finalidad de poder ser visitados.

Según el catálogo, los de mayor interés son los de Lomo de San Gregorio y Cuevas de los Canarios, en El Confital. Este último no exento de polémicas en los últimos años, pues cobija a varios ocupas y se ha restringido el paso a las mismas por el peligro de graves desprendimientos de la ladera. Junto al lecho del Guiniguada hay otros tres yacimientos. Risco del Drago, con escaso interés; Las Huesas, el único asentamiento funerario en el municipio; y Los Frailes, cuyas cuevas jugaron un papel importante en la conquista. Caben mencionar también las cavidades de Hoya del Paso, con vistas al Manuel Lois.

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