El anciano acusado de abusar sexualmente de la hija de su nuera fue condenado a ocho años y seis meses de prisión. El procesado de 86 años de edad se llevaba a la menor a una finca de su propiedad para perpetrar los abusos.
El juez Carlos Vielba, considera probado que la menor desde pequeña acudía a la finca, propiedad del padre del marido de su madre, Sixto Santana en compañía de sus hermanos. Además, la sentencia revela que para la víctima el procesado era como su abuelo.
Santana demostraba un "particular afecto" por la niña, le decía que era guapa y muy bonita. Cuando la afectada tenía alrededor de diez años, el encausado le preguntó si había visto un pene, la menor le respondió que no, por lo que el hombre se bajó los pantalones, le mostró su órgano sexual y "con ánimo libidinoso" hizo que ella se lo tocase.
Este siempre procuraba quedarse a solas con la niña para poder satisfacer sus deseos. Entre ellos, tocarle los pechos y la vagina a la menor. Todos los abusos ocurrieron en un cobertizo donde el procesado guardaba la comida de los animales y utilizaba los sacos de alimento para formar una cama. El encausado hizo que la menor se desnudara, se tendiera en los sacos y le masturbara.
Además, le decía a la víctima que le hiciera felaciones. Un día cuando la niña tenía entre 13 y 14 años, Santana intentó penetrarla con su pene, sin lograr su cometido. Sin embargo, hasta que la niña cumplió los 15 años, sufrió de abusos por parte del que consideraba su abuelo. Durante todos esos años, el hombre le introdujo los dedos en la vagina a la menor, le hizo masturbarle y hacerle felaciones.
Por ello, el juez le condenó a ocho años y seis meses de prisión, así como a seis años de libertad vigilada consistente con la prohibición de acercarse y comunicarse con la víctima. Con respecto a la responsabilidad civil, Santana deberá indemnizar a la menor con 100.000 euros.
La sentencia no es firme, por lo que ante ella cabe un recurso de apelación en la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
