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La calle de la oscuridad y la basura

Vecinos de Juan Hidalgo, en Almatriche, critican la falta de papeleras e iluminación en la zona, que no ha sido recepcionada por el Consistorio

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Una calle de Almatriche, entre escombros, ratas, suciedad y malas hiervas

Escombros, basura, cristales, plástico, preservativos y una maleza que crece de forma descontrolada. Este es el panorama con el que conviven los vecinos de la calle Juan Hidalgo artista visual de Almatriche Bajo, donde tampoco hay iluminación ni papeleras en gran parte de la vía. Y es que esta urbanización forma parte de una parcela que no ha sido recepcionada por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria debido a la quiebra de Reyal Urbis, la constructora que levantó hace más de una década los bloques de las viviendas, por lo que los residentes se enfrentan a una escasez de seguridad y servicios.

A pesar de la cercanía con Siete Palmas y del acceso al propio Barranco de Guiniguada, la imagen de esta zona es desoladora. Las plantas crecen a sus anchas en los parterres donde a duras penas se vislumbran algunos tallos verdes entre la tierra, raíces y ramas secas. Tanto es así que algunas han alcanzado un tamaño considerable que las lleva a engancharse bajo los coches que aparcan a lo largo de la calle, especialmente a partir del tramo que sube desde el edificio Bellavista donde tampoco hay papeleras, según denuncian en el vecindario.

La iluminación es otra de las cosas que brilla por su ausencia, sobre todo en la explanada que se erige frente a los bloques de pisos en la que han arrancado el cableado de las farolas y donde los residentes recuerdan que en su día estaba previsto que se cimentaran un parque y algunos supermercados. Pero tras la liquidación de la constructora lo que realmente hay es un terreno dominado por el rabo de gato y la basura. Lo primero crece aquí y allá, sin control. Lo segundo también. Raro es el rincón en el que no salen al paso restos de litronas de cerveza, latas de refrescos con solera, botellas, toallitas, preservativos, colillas o sacos llenos de escombros o azulejos.

La zona se ha convertido en un vertedero para muchas personas que aprovechan la situación en vez de ir a un punto limpio, tal y como explica Daniel Labalsa, vicepresidente de la comunidad del citado edificio Bellavista en el que reside desde hace un año. Pero es que además el barrio también se ha convertido en un lugar de "picadero y menudeo de drogas", lamenta el presidente del grupo de propietarios del mismo inmueble, Daniel López.

Ni siquiera las barreras y los cortes de accesos que hay en algunos viales impiden que tengan lugar este tipo de situaciones que también han sembrado la preocupación por la seguridad. "Yo no saco al perro por la noche, ni salgo a correr sola, porque imagínate en este terreno, sin luz, y que salga alguien de algún coche que no conozcas y te haga algo", explica otra vecina que prefiere mantener el anonimato. A esto, también se suma el hecho de que en la calle también temen que algún día de calor extremo se pueda producir un incendio dada la cantidad de deshechos inflamables que hay desperdigados por la superficie.

Es por eso que algunos de ellos no descartan coger bolsas y ponerse a retirar residuos. El principal problema es que al tratarse de una parcela que no ha sido recepcionada por el Ayuntamiento, este no tiene competencias para prestar el servicio de limpieza en la zona "al ser de dominio privado". Así se lo hicieron saber a López a través de la cuenta de Limpieza LPGC del consistorio capitalino. Y es que el presidente de la comunidad asegura haber contactado con la administración local e insular para intentar obtener algún tipo de solución. "Nos recogen la basura, pero pagamos para que el personal que viene a limpiarnos el portal también limpie la calle y le hemos pedido permiso al Ayuntamiento para poder hacernos cargos de los parterres, pero nos encontramos en un vacío legal por el que estamos completamente abandonados aunque nosotros pagamos una cantidad elevada de IBI como si viviéramos en Siete Palmas", critica.

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