La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aquí la tierra

Fósil viviente

En un patio colindante con el Círculo Mercantil de Las Palmas hay una araucaria visible desde San Bernardo

Araucaria en el patio colindante con el Círculo Mercantil. MARIANO DE SANTA ANA.

Según se lee en algunas webs de divulgación científica, las araucarias son fósiles vivientes, relictas del Mezozoico, la era de los dinosaurios, cuando abundaban tanto en el hemisferio norte terrestre como en el sur. La evolución planetaria redujo su hábitat natural a zonas de la América austral y Oceanía, pero con los viajes modernos los europeos trajeron algunas de regreso para hermosear sus jardines. Es probable, pues, que la semilla del ejemplar de casi cuarenta metros de altura que arraiga en un patio interior que colinda con el Círculo Mercantil llegase allende los mares. Sea como fuere, esta araucaria, que sobrepasa notablemente los muros que la protegen, le da identidad a San Bernardo, esa vía de Las Palmas en la que años atrás era ensordecedor el trino de los pájaros y donde hoy ya no se oye a ninguno.

Habrá que aguardar a que un día el biólogo Carlos Suárez, que en su momento puso al reportero en la pista de este árbol singular, publique su ansiado libro sobre árboles y jardines monumentales de Las Palmas en espacios públicos y privados. Mientras tanto el periodista se complace en escribir sobre esta gran araucaria que, a sus ojos indoctos, parece en buen estado. La última vez que en este rotativo se publicó una noticia sobre otro de estos especímenes fue el 16 de abril del año pasado y venía firmada, justamente, por Suárez. Bajo el título 'Cae' una araucaria centenaria en San Cristóbal, el científico contaba cómo aquella fue "talada desde su base", cómo fue "convertida en un trozo más de ciudad vacía".

Quizá esta araucaria, que vegeta en el área de lo que hasta algún momento del siglo XIX fue el convento de San Bernardo, tenga parentesco con el otro gran ejemplar de esta especie que también se conserva aún en Las Palmas: el que desde el jardín de la Fundación Mapfre Guanarteme se inclina sobre la Autovía del Centro. Esta autovía, por cierto, donde el Ayuntamiento capitalino planea construir un bulevar ¡sin árboles!

Y, bien. Hasta aquí el reportero se ha limitado a señalar atributos estéticos e históricos de esta araucaria, pero, naturalmente, si esta fuese una réplica de plástico no sería lo mismo y no solo por lo anterior. Como vegetal vivo de gran porte, la araucaria mejora el aire que respiran los propietarios del espacio donde se erige y también quienes viven o pasean por sus inmediaciones. No es poco. Piénsese que si el Cretásico fue la era de la extinción de los dinosaurios, la del Antropoceno, como la llama buena parte de la comunidad científica global, es la que amenaza con llevarse por delante a los humanos a causa de la acción humana sobre la Tierra. Para mitigar sus efectos, muchos expertos exhortan a las ciudades a ponerse a la cabeza en la lucha contra la emergencia climática e insisten en que los árboles de gran porte son aliados indispensables. Este majestuosa araucaria, plantada en tiempos en que tal alarma no había sonado, contribuye, como todo gran espécimen, ya no solo a hacer más agradable la existencia Las Palmas, sino a que sea posible la existencia humana en el planeta.

Lamentablemente, los responsables del gobierno de la ciudad deben de pensar que esta, la urbe, puede trasplantarse alegremente a otra galaxia, a una que, felizmente, carecerá de árboles de gran porte y en la que se celebrarán hasta la eternidad fastuosos carnavales. Para constatarlo basta con ver algunos alcorques del Pueblo Canario, vacíos tras la erradicación de los grandes flamboyanes que hubo en ellos. Según dicen desde el consistorio, dicho árboles estropeaban el pavimento originario, pero, seguramente por falta de repuesto, lo que hay ahora en dichos alcorques no es más pavimento sino paladas de cemento. Y, ya puestos, no está de más también seguir ruta por los jardines del hotel Santa Catalina: como por arte de magia, en sincronía con la remodelación del establecimiento, varias palmeras de gran porte han desaparecido.

Si con la que está cayendo, estos arboricidios siguen teniendo lugar en Las Palmas, será porque a la mayoría de los ciudadanos este asunto ni les va ni les viene. No obstante, los hay concienciados y muy activos como los sostenedores de esa más que recomendable página de Facebook que es Los Vigilantes de los Árboles. Gran Canaria, que, algo debe incomodar a quien manda, porque ya han intentado cerrarla. Y, por supuesto, los miembros de Los Verdes, que tramitan una iniciativa legislativa popular para reclamar una Ley de Protección del Arbolado Urbano de Canarias. Y, bueno, disculpe el lector el extravío de este reportero, que estaba escribiendo sobre la gran araucaria visible desde San Bernardo y ha acabado haciéndolo sobre otro asunto que, es patente, nada tiene que ver con ella.

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