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Entrevista | José Mazuelos Pérez

"Al obispo no lo hace el lugar donde nace, estoy dispuesto a ser canario"

"La Iglesia es universal, al final en Roma hay canarios, vascos, argentinos", destaca el Obispo electo de la Diócesis de Canarias

José Mazuelos Pérez, obispo electo de la diócesis de Canarias, durante una misa en la catedral de Jerez de la Frontera, Cádiz, de donde ha sido el titular los últimos 11 años. LP/DLP

El pasado lunes, el actual obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, anunció que usted será su sucesor. ¿Cómo está preparando el cambio?

Primero, informándome bien de la Diócesis de Canarias y terminando cosas que tenía pendientes en la de Jerez. Todavía estoy cerrando mi mandato.

Estos cambios no se hacen de la noche a la mañana.

Sobre todo en este tiempo, que han concluido los cambios de destino de sacerdotes y las cuentas que se cierran ahora en julio. Hoy [por ayer], por ejemplo, tengo unas pocas de fundaciones que hay que concretar. Una vez termine la cuestión diocesana de instituciones y demás, empezaré a empaquetar, que son pocas cosas, pero los libros, la capilla y algunas cosas más hay que prepararlas para mandarlas para allá.

En Jerez (provincia de Cádiz) ha sido obispo durante 11 años, ¿le servirá esa experiencia?

Sí, claro, para ser obispo hay que aprender algunas cosas. Después de 11 años, este Obispado, que, aparentemente, parece pequeño, pero tiene 600.000 habitantes, es un buen sitio para ir curtiéndose para dar el salto a Canarias el próximo octubre.

¿Qué le puede servir de esa experiencia para adaptarla a Canarias?

Bueno, es que el Obispado tiene muchas vertientes. Las relaciones institucionales, cuestiones de patrimonio, la organización eclesial, el clero secular, la pastoral, son muchos campos los que tienes que ir viendo. No es lo mismo que llegar sin saber nada, que haber estado al frente de una diócesis, organizando y que ha tenido vida e importancia para ir aprendiendo.

Llevar una diócesis significa también estar muy ligado al calendario de fiestas populares.

Eso va unido al episcopado. Lo iré conociendo poco a poco, lo que pasa que el calendario más grande en Canarias está en septiembre por lo que llego justo después, aún así, hay mucho por delante. Pero soy consciente de los patrones y de que hay grandes devociones, porque aquí cuando es la Virgen de Jerez pues también hay días muy señalados en los que siempre hay que estar presente.

Estuvo ya en Gran Canaria en 2013, en un encuentro.

Estuve en unas conferencias sobre la pastoral familiar. Me invitó la delegación de familia y vida, pero estuve tres días. Nunca había estado antes en Las Palmas y bueno, estuve en el santuario de la Virgen del Pino y conocí algún zonas más, pero en tres días, entre las conferencias, encuentros y salidas poquita cosa podía ver. Puedo decir que he estado en Canarias, no que la conozca.

¿No había estado nunca? ¿Ni siquiera en otras Islas?

Estuve en Tenerife, pero ahí fue peor, porque fueron unos ejercicios espirituales del clero y estuve encerrado en una casa y luego visité algunos sitios. Son los dos viajes que he hecho a las Islas Canarias y ya como obispo.

Concretamente, ese encuentro fue ya un pequeño contacto con la sociedad y con el obispo saliente, Francisco Cases.

Fue muy buena experiencia. Me he movido últimamente por toda España dando conferencias, recuerdo un pabellón con un gran encuentro, con una gente muy dinámica. Hubo una acogida muy buena por parte del obispo y del vicario general, don Hipólito, que me estuvo enseñando algunas cosas, porque fue un poco el encargado de llevar ese congreso.

Más allá de la cuestión eclesiástica propiamente dicha, un obispo debe conocer la realidad social, dada la cantidad de instituciones que controlan.

Todavía no he profundizado en la realidad social isleña, lo que sí tengo claro es que la pandemia del coronavirus ha marcado una realidad que va a afectarnos a todos bastante. Y en ese sentido mi diócesis actual vive mucho del turismo, sé que en Canarias es un factor importante, y el virus ha pegado un buen palo, con una crisis económica grande y una realidad social preocupante. Hay que tener fuerzas para tenderle la mano a los más necesitados y, entre todos, buscar el bien común para que la gente no sufra mucho.

Estudió Medicina en su juventud y llega a la Islas justo en mitad de una pandemia.

Sé que vacuna no habrá antes de Navidad, eso es imposible. Y después tampoco la tendremos al día siguiente en nuestra casa. Tendremos que seguir con medidas de precaución. Tenemos que seguir con las mascarillas, las distancias, los geles, es fundamental. La Medicina me ha ayudado a no alarmarme mucho. Cuando estudié, en la clase de epidemiología nos decían que no habíamos dominado las infecciones si no que habíamos conseguido un equilibrio, pero que este se podría romper en cualquier momento. Ahí estamos. La Medicina me ayuda a no entrar en una realidad virtual, saber que esto pasa, que es fruto de la naturaleza, la cual no controlamos tanto como pensamos.

La pandemia ha desatado la alarma social. Canarias y Cádiz han tenido históricamente altos niveles de pobreza.

La Iglesia aquí [en Jerez] ha respondido con mucha fuerza, dando de comer, poniendo en marcha cocinas solidarias, los voluntarios llevando comidas a los más necesitados, a los mayores, se ha puesto un albergue para los sin techo, Cáritas se ha volcado. Allí en Canarias sé que la Iglesia ha tenido una buena respuesta para poder ayudar a tantos. Ahora tenemos que seguir, tenemos que ir tendiendo todos la mano. También quiero decirle a las autoridades que no es momento de estar en discordia, sino de ir todos a una para evitar el mayor daño a los más pobres.

Cases señalaba ayer a este periódico que un reto añadido en las Islas es la inmigración.

Aquí también tenemos esa cuestión, es verdad que el Estrecho está en la diócesis de Cádiz, pero tenemos centros de acogida y nos toca en algunas partes. Trabajamos muchas veces juntos Cádiz y Jerez para esta realidad, porque sé que es un gran problema y también en Canarias. No me va a venir de nuevas, pero son temas que siempre son relevantes porque se toca el drama de una vida humana y ahora tenemos encima la pandemia.

Una serie de grupos cristianos hizo presión para que el próximo obispo fuera canario. ¿Cree que es necesario que el titular de una diócesis sea oriundo de la misma?

Bueno, somos de la misma provincia eclesiástica, hay unos lazos comunes. Yo no soy gaditano, soy sevillano, de Osuna. Los obispos son de diferentes zonas de España. Aquí en Andalucía, precisamente, los dos andaluces que estábamos nos van a sacar fuera. Lo importante es que al obispo no lo hace el lugar donde nace, se hace si está dispuesto, y yo lo estoy a hacerme canario como me hice gaditano y jerezano. La cultura canaria tiene mucho que ver con la andaluza, somos más que primos hermanos. Es una ventaja. Respeto los que digan que hay que tener obispos canarios, estoy de acuerdo. Pero la Iglesia es universal, al final en Roma hay canarios, vascos, argentinos. Ahí estamos y se está viendo esa globalización. Están en su derecho, pero pienso que voy a hacerme canario. Ya soy un aprendiz.

Otro de los grandes problemas de la Diócesis y en general de la Iglesia es el relevo generacional y la falta de nuevos sacerdotes. ¿Qué podría hacer usted?

Son muchos factores los que llevan a esta crisis vocacional. La cuestión es que tenemos que afrontar la nueva evangelización como nos ha dicho el Papa Francisco. Hay que buscar esos caminos de tender la mano. La vocación también es del Señor, tenemos que trabajar y sembrar. Es verdad que hay una ruptura con toda una juventud, muchas veces por desconocimiento. Siempre digo que se pinta una iglesia como una anciana fea, que cuando algunos la ven tienen desprecio de ella, pero cuando uno se acerca tiene un corazón joven y con mucha vitalidad. Hoy día muchos jóvenes se quedan con esa cara fea y arrugada, por eso hay que invitar a tanta gente, que entre y descubra ese corazón que sigue latiendo con fuerza. Nuestra misión es mostrarlo, porque es misericordioso, caritativo; de entrega y solidaridad.

Bueno, en general, hay falta de vocación y de fieles.

Sabemos que es difícil, estamos en un mundo más superficial con todo un relativismo. Pero como digo, no estamos peor que en los primeros siglos. Tenemos un mismo contexto. Lo más importante es enamorar y seducir al mundo y manifestar el amor por Cristo. Me viene el mensaje de Juan Pablo II de abrir las puertas a Cristo.

Lo cierto es que la Iglesia está despegada de la sociedad actual en muchos sentidos.

La Iglesia está ahora con esto de los encuentros jóvenes. Tenemos que aprender el lenguaje, muchas veces es por falta de comunicación. Hay que aprender a hacerlo. Tenemos que hacer autocrítica como hace el papa Francisco. Tenemos que ver cómo hacer que llegue el mensaje, que es todo el moralismo, pero cuando se lanza uno a Cristo enamora.

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