La Provincia - Diario de Las Palmas

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Una cura y tres años de tortuosa espera

Una mujer fue operada de reducción de estómago y 13 meses después aguarda con dolores y heridas abiertas otra intervención

María del Pino posa en el parque de San Telmo. ANDRÉS CRUZ

María del Pino González García lo tiene claro. De haber sabido el tortuoso camino que tendría que recorrer después de una espera de tres años y pico para ser operada de reducción de estómago. Accedió a la intervención más por la presión de sus médicos, que le explicaron el riesgo que estaba corriendo su vida, que por ella misma. Con 186 kilos, diabética, y otros serios problemas de salud, Pino, de 32 años, no hubiera dado el paso. "Nunca me tentó entrar al quirófano; siempre he sido una gordita feliz, y ni el exceso de peso ni nada suponía un problema. Nada. Ya te digo, era feliz con mis muchos kilos", cuenta. Pero ocurrió que con quince años Pino comenzó a engordar sin explicación alguna y por muchas dietas que hizo no bajaba un gramo, de manera que en ese momento la endocrino que le trataba le fue mentalizando para que se sometiera a una operación de reducción de estómago, su única salida. Justo en ese proceso de convencimiento aparece uno de los cirujanos más prestigiosos de la especialidad en Canarias, que le habló con crudeza, no se anduvo con chiquitas: Los paños calientes valen poco y menos cuando te estás jugando la vida.

"No bajarás de peso", le aclaró directamente, "en todo caso si no te sometes a la operación la vida se te va a complicar mucho. Eres diabética y ya sabes lo que eso significa. Lo que bajes de peso lo recuperarás?". Lo cierto es que en una de esas conversaciones doctor/enferma el cirujano puso toda la carne en el asador. Temía que Pino, muy joven, saliera de su consulta y no volviera más o que cuando lo hiciera fuera tarde. Finalizada la consulta, sin llegar a un acuerdo, el cirujano le dijo: "Haremos una cosa. Programo la operación alrededor de tal día y te espero en la consulta. Si cuando abras la puerta estás en la sala de espera pasas y te opero, si por el contrario no estás entenderé que es el 'no' es tu decisión, pero piénsalo bien", le recalcó.

El 17 de enero de 2019, con el apoyo de toda su familia y sabiendo que estaba en buenas manos, le operaron. La chica salió del quirófano feliz porque los cirujanos le prometieron que habiendo ya perdido por su cuenta unos 66 kilos antes de ser operada, la meta estaba en la segunda parte de la operación, una abdominoplastia, recogimiento de mamás y liberar de piel el pubis y el recogimiento de la piel restante de toda la operación.

Ese tramo de la intervención, la segunda parte, es muy, muy importante. Ahí Pino comprobaría de verdad su pérdida total de peso. Es cierto que le advirtieron que en un mes aproximadamente la llamarían para ser intervenida de esa segunda parte. Para que se hagan una idea la tardanza de la cita fue tal que cuando el SCS llamó a Pino para ser operada, su respuesta habla por sí sola. "¿De qué me van a operar?, ustedes están equivocados?".

Pino se había olvidado. Habían pasado dos años y pico de espera pero debía ser operada. Se jugaba la vida. En ese tiempo su endocrina y la misma paciente presentaron reclamaciones en el Servicio Canario de Salud, al año de la operación, pidiendo una explicación a la enorme tardanza. Nunca le contestaron, de ahí que los especialistas también presentaron otra queja.

Infecciones

Llegados a ese punto Pino ha decidido publicar fotos de su estado físico, del estado de su postoperación, o mejor, de su única intervención quirúrgica: para el recogimiento de su piel aún no tiene fecha.

Cuenta María del Pino que su estado físico es doloroso y que corre peligro de sufrir infecciones además de sufrir sensibilidad en la piel, especialmente doloroso. Esos episodios se presentan con llagas que supuran con cualquier roce, una sábana por ejemplo. Aquí tienen el mejor desastre posible de la sanidad pública de Canarías. Nadie recuerda nada igual.

Aconsejada por quienes creen que "es una vergüenza necesaria que una persona enferma", como lo es Pino, tenga que posar en un medio de comunicación luciendo un cuerpo dañado, por una operación inconclusa, con daños físicos y morales que le han aconsejado acudir a un especialista que le ayude a superar sus complejos, su estado y su lucha de años contra la sanidad canaria".

Recuerda a su madre y Pino se emociona. "Por ejemplo, mi madre, soy hija única", dice, "está contenta porque sabe que estoy sana por dentro pero como te imaginarás sufre al ver mi cuerpo. Ella ha vivido a mi lado la intensidad de mi enfermedad, larga y dura, de tal manera que una de las últimas veces que fuimos a la consulta y me vio dudando me pellizcó con fuerza porque sabía que me estaba jugando la vida. Ese día supe que acabaría en el quirófano", asegura esta vecina de Las Palmas de Gran Canaria.

Mari Pino sí reconoce que cuando va por la calle tiene la impresión de ser observada "como un bicho raro y eso que me cubro los colgados con la ropa? Yo observo que la gente me mira como quien ve a un extraterrestre". La gente de Pino ha sido su mejor apoyo. "Dicen que soy una 'cuki, de chachi' y me han bautizado como Mari Kuki. Imagínate: las heridas de mi cuerpo me sangran de manera que el dolor es tremendo. Solo le diré que cuando orino, a la carrera, con el tiempo justo y me bajo las bragas con prisas, la tela se pega a mi cuerpo y entonces sé que estaré dolorida unas horas. Yo, de verdad, nunca pensé contar esto públicamente pero lo hago para que se avergüencen quienes me han llevado hasta aquí: el SCS. No hay derecho", se queja.

Lo indignante es que este cuadro, este episodio de barbaridades y torturas, pudo haberse evitado pero nadie movió un dedo. "No pierdo la esperanza de que suene el teléfono y me digan que entre al quirófano", sueña. Por si alguien no se ha dado cuenta, el sufrimiento que describe María del Pino y "que por primera vez hago público, lo sufro desde hace quince años, consecuencia de mi exceso de peso. Es verdad que inicialmente no eran heridas ni tan grandes y ni tan dolorosas, pero el abandono, la dejadez y la falta de respeto a un ser un humano las he sufrido con saña", admite con pesar.

En fin, que María del Pino lleva tres años esperando que se haga un milagro y poner punto y final a su tragedia, que la ha vivido ella y los suyos. De hecho, hace unos años su madre, viendo el estado de su hija, se planteó pedir un crédito para pagar la operación de su única hija. 32 años, 186 kilos y una vida en lucha contra el sobrepeso que derivó en una operación quirúrgica que hasta hoy no ha concluido. "Yo era una gorda feliz y ahora, con 32 años, merezco ser una mujer feliz, pero como ves no depende de mí?", concluye.

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