Antonio Santana Fuentes, hamaquero de Las Canteras durante 26 años, falleció el pasado 2 de septiembre a la edad de 86 años. Este luchador incansable, defensor y protector de una playa que para él lo era todo, ha dejado un hueco vacío en aquellos que lo conocían, pues el isletero era una de las personas más reconocidas y queridas en este rincón de Las Palmas de Gran Canaria. En el recuerdo quedarán aquellos días en los que los turistas y locales se agolpaban en busca de un tumbona y una sombrilla en el sector ocho.

"Las Canteras era el gran amor de su vida", relata Antonio Santana, el mayor de los tres hijos del hamaquero. "Mi padre se retiró con 72 años porque ya el cuerpo se lo impedía, pero ganas nunca le faltaron, aquello era lo suyo", señala. Lo cierto es que la historia de este isletero comenzó mucho antes. Durante diez años la familia vivió en Villa Cisneros -actual Dajla, en el Sáhara Occidental-, ciudad donde regentó una panadería junto a otros socios.

Una vez de regresó a la capital grancanaria, Santana trabajó un par de años repartiendo migas por las calles de La Isleta. Era "el panadero de Los Nidillos", como lo recuerda su hijo. "Pero su destino estaba trazado en la arena de las Canteras y a ella volvió pronto", apunta este. Y es que la familia de Santana ha estado ligada a la playa desde hace generaciones.

A finales de los 70 constituyó la asociación Amigos de la playa de Las Canteras junto a otros incondicionales como Pacuco Bello. Pocos años después comenzó con un pequeño negocio de hamacas junto a su primo, "pero se separaron pronto y decidió llevar por su cuenta el sector ocho", señala el hijo. "Él abría y cerraba la playa, allí empezó el resto de su vida", indica.

"A finales de los 90 intenté ayudarle allí en la playa, con la intención de que se retirara, pero no había manera", indica Santana hijo. Y lo cierto es que su jubilación no llegó hasta diciembre de 2006, momento en el que la entonces alcaldesa, Pepa Luzardo, lo homenajeó con una placa.

Santana contaba con una clientela fija, canaria y foránea. "Tenía una feligresía, por así decirlo, que lo arropaba, gente de la Península o de Suecia repetía cada vez que venía a la Isla", explica su hijo. Tino Armas, editor de la página web Miplayadelascanteras.com lo recuerda como una persona muy detallista, "muy atento, era toda una referencia".

Como bien recuerda su hijo, Santana recibía a cada cliente con los brazos abiertos. "Había gente haciendo cola en su sector cuando unos metros más allá había hamacas libres, era algo increíble", detalla. Tal y como recuerda su padre era una persona "muy preocupada por lo humano".

Lo cierto es que Santana contribuyó a numerosas campañas para mejorar el cuidado y atención de la playa. El propio Ayuntamiento reconoció que fue quien promovió la inclusión de rampas para personas con movilidad reducida cuando remodelaron el paseo en 1993. "Se preocupó mucho por esa cuestión", recuerda su hijo. "Tenía una cuenta bancaria solo para contribuir con ONGs", señala. Y es que el hamaquero ayudaba a Cruz Roja, asociaciones como las de Amigos del Sáhara, entre otras.

Hasta el último momento intentó estar al pie del cañón. Es más, en el verano de 2011 izó la bandera azul sobre Las Canteras junto al alcalde de entonces, Juan José Cardona, cuando ya llevaba varios años retirado del mundo de las hamacas y las sombrillas. Realmente, el público de la playa nunca le olvidó y sigue sin hacerlo.