El Cabildo de Gran Canaria se ha decantando por construir un puente de 40 metros de longitud para salvar el derrumbe de la autovía GC-1 en la zona del Tívoli. Tras los últimos estudios geológicos y topográficos, se descartó la idea inicial, que era construir un nuevo muro de contención, pues no se encontró terreno firme para la cimentación necesaria, según explicó ayer el vicepresidente y consejero de Obras Públicas de la corporación insular, Miguel Ángel Pérez, quien precisó que la solución elegida es también la más económica de todas las que se barajaron.

El proyecto para rehabilitar la autovía del Sur ha sido redactado por la empresa Rabadán 17 & J. A. Llombart-Ingeniería y, entre otras ventajas, permite "el mantenimiento permanente de tres carriles de circulación durante la ejecución de la obra", según se resalta en la memoria. Tras la finalización del puente, se realizará "la reposición completa de la calzada, con su trazado primitivo".

El proyecto especifica que se trata de una estructura de hormigón, que salta sobre la zona derrumbada, con cimentación mediante micropilotes anclados a la roca e "independencia de las condiciones de estabilidad del macizo de tierras". El puente también tiene "altas expectativas de durabilidad a largo plazo".

Tras el derrumbe de una parte de la ladera en la zona conocida como la Marfea, a pocos metros de la playa de La Laja, el Servicio de Carreteras del Cabildo procedió inicialmente, trabajando las 24 horas del día, a crear una pantalla de micropilotes que "coser" el terraplén y evitar nuevos desprendimientos, por lo que a los cuatro días se pudo reabrir un segundo carril.

Pérez recordó que en algo menos de tres semanas se ejecutó un desvío provisional para volver a disponer de tres carriles. Con los datos de los sondeos, fotografías y topografías antiguas, se previó ejecutar un nuevo muro a unos diez metros hacia el mar desde la línea blanca anterior, pero una vez realizada la rampa de acceso a ese nivel se detectó que, en contra de lo esperado, no había terreno firme donde cimentar el muro.

Varias alternativas

Ante esa evidencia, se realizó un nuevo sondeo para ver dónde se encuentra el firme en ese punto, con el resultado de que está a unos 20 metros de profundidad. Por tanto, apuntó el consejero de Obras Públicas, la solución del muro "resulta imposible", puesto que requiere una rampa de acceso a la cimentación que por pendientes máximas arrancaría desde la playa de La Laja y obligaría al cierre total de la carretera durante al menos seis meses.

Una vez descartada esa idea inicial, se empezaron a evaluar varias alternativas, como el acceso mediante una obra marítima desde la potabilizadora, la creación de un pequeño muelle para el desembarco de la maquinaria por vía marítima, la ejecución de un muro descendente anclado y la construcción de un puente que salve la zona del derrumbe. Al final se optó por esta última.

La ladera se derrumbó la madrugada del 11 de diciembre de 2019 a la altura del Tívoli y provocó uno de los mayores atascos de circulación que se recuerdan en Gran Canaria, con colas de vehículos que superaron los veinte kilómetros y obligaron a los usuarios de la autovía a esperar varias horas para entrar a la ciudad.

A las 4.00 horas de la mañana, técnicos del Servicio de Carreteras del Cabildo presenciaron la caída de la pared que sostenía la antigua calzada de la autovía. Un retén de trabajadores estaba en el lugar desde dos días antes al detectarse grietas y pequeños desprendimientos en el muro de mampostería. Por seguridad, el 10 de diciembre se había cerrado el carril más cercano al litoral, para evitar así la sobrecarga de guaguas y camiones.

Lluvias y erosión

La caída de la ladera hacia el mar se atribuyó a la erosión provocada por las fuertes lluvias de la semana anterior en esa zona. Ya el 2 de diciembre se habían observado grietas en el asfalto y se estaba procediendo a parchear, sin temer un posible colapso final.

Tras el derrumbe, primero se habilitó un solo carril para los vehículos ligeros, luego dos, y finalmente se desplazó el trazado de la GC-1 hacia el interior del Tívoli, retirando a otro lugar las palmeras existentes, para recuperar los tres carriles de entrada a la capital. En los primeros días, las guaguas de Global y el resto de los transportes tuvieron que utilizar la parte alta de circunvalación y los túneles de San José.

Desde el mismo día del derrumbe se empezó a buscar una solución definitiva para la estabilidad de ese tramo de carretera y se calculaba entonces que la propuesta estaría disponible en verano, para empezar las obras de forma inmediata.

Según la memoria del proyecto, la calzada quedará sustentada por una estructura que salta sobre la zona afectada por el derrumbamiento, con un tablero de 40 metros de luz (distancia o vano entre las dos puntas del puente) y 15 metros de ancho, cimentado mediante micropilotes empotrados en el macizo rocoso

Esta solución "no depende de las condiciones de estabilidad del macizo de tierras" y tiene como ventaja adicional que "se descarga un peso considerable de tierras en la coronación del macizo existente". La nueva construcción se realiza en un espacio de reducidas dimensiones, con núcleo y voladura construido in situ en el terreno.