Controlar que las aguas del puerto estén limpias y reluzcan, no siempre es tarea fácil. Los 60 hombres que conforman la plantilla de la empresa Sapcan, son los encargados de velar por la integridad de las aguas del puerto de La Luz, y controlar todos los vertidos que hasta ellas llegan. Unas veces por accidente, otras por descuido o con pleno consentimiento, pero la realidad es que, aunque este puerto es uno de los más limpios que existen, se encuentra en bastantes ocasiones con manchas aceitosas que vagan por las bahías. Son los hombres de Juan José Socas, consejero delegado de Sapcan, los que patrullan para evitar que se extiendan y recoger las sentinas y demás vertidos de hidrocarburos que se encuentren por el camino.

Tres veces al día, una embarcación recorre, durante al menos una hora, todos los rincones del puerto para verificar que la situación del agua es la correcta y que no existe ninguna mancha sospechosa varada. Trabajan 24 horas al día para que no exista la posibilidad de que se vierta nada al mar, y si ocurre, estar allí lo más rápido posible para solucionar el problema.

En caso de vertido

Cuando reciben un aviso, hasta el lugar de la mancha, que suele ser siempre aceitosa, pues se trata de combustible y demás sustancias del motor de los barcos, se desplaza un grupo de ocho hombres que estudian qué tipo de producto es el que se ha vertido, y si sopla el viento de un lado o de otro, para controlar que el producto no se desplace y ensucie más puerto. Si el viento sopla hacia los muelles, cuenta Juan José, la mancha tenderá a estancarse en el muelle más cercano y entonces no correrá peligro, pero si por el contrario, el viento sopla de sur, deben extender unas barreras anticontaminación con las que evitarán que se extienda, y sabrán en todo momento dónde está.

Si la mancha no es muy grande, el equipo tarda alrededor de 20 minutos en recogerla y trasladarla a los tanques que tienen en el muelle. Pero si la mancha es grande, como se ha dado casos en los que por accidente algún barco rebosa su tanque de fuel, o tiene alguna pérdida, la recogida puede llegar a tardar hasta dos días completos en los que se trabaja de día y de noche. Las manchas grandes traen consigo otro trabajo también dificultoso, y es que a su paso manchan todo lo que pillan. Y los barcos contaminados no deben salir del puerto porque no les van a dejar entrar en el siguiente, por lo que el equipo de Sapcan también tiene que limpiar los metros de eslora que el barco en cuestión tenga pringado.

Para la recogida de estas sustancias, cuentan con cinco barcos, pero uno es su niña bonita, el Limpiamar, es una embarcación tipo pelícano que abre su proa como un catamarán para chupar la mancha y almacenarla en su interior hasta llegar a muelle, donde se traspasa a un tanque. Esta ecologista nata pronto tendrá una hermana, y es que Sapcan mandó construir, en los astilleros catalanes, otra embarcación para el mismo fin pero renovada por dentro y por fuera. Tendrá más potencia de motor y 16 metros de eslora, cuatro más que Limpiamar.

Dependiendo de la actividad que tengan, los residuos se almacenan por lo menos 15 días, un mes, para trasladarlos a una planta de reciclaje donde limpiarán la sustancia y le darán un nuevo uso, pues la mayoría es combustible y es prácticamente imposible refinarlo para que pueda cumplir su misión. Uno de los usos que recibe es servir como asfalto para carreteras.

Sapcan da servicio a muchas empresas del puerto, como por ejemplo a las plataformas que atracan para ser reformadas a las que les coloca una barrera para impedir que cualquier líquido que vierta se escape.

Pero no todo son residuos de combustible en el mar. Aunque sólo se dedican a la recogida de residuos líquidos, ninguno de los responsables de esa labor deja una lata o una botella cuando la ven, y están de acuerdo en que cuando hay mal tiempo las alcantarillas escupen todo lo que los ciudadanos han querido echar.