El duelo dialéctico protagonizado por las concejalas Nardy Barrios e Inmaculada Medina a cuenta de la gestión de los servicios de Limpieza y Recogida de Residuos acabó con el aparente buen rollo entre el gobierno y la oposición que presidió el anodino pleno de ayer. El enfrentamiento comenzó con las críticas de Barrios a los más de 750 trabajadores contratados que hay, además de los 549 de plantilla, de los que 146 están sin plaza, y terminó con denuncias sobre máquinas expendedoras que ponen los trabajadores por su cuenta y "enchufes" a familiares de Medina.

La mala uva se iba adueñado del rostro de la concejala de Desarrollo Sostenible, también conocida como la alcaldesa de Ciudad Alta, a medida que Nardy Barrios la acusaba de sembrar el caos en los servicios que dirige, de ocasionar un "perjuicio tremendo" a las arcas municipales y un "descontrol total en personal", con los acuerdos laborales que ha firmado, al margen de los convenios. Barrios la acusó, entre otras cosas, de reducir en una hora la jornada de trabajadores de Limpieza y de concederle el horario de mañana a la totalidad de los 45 inspectores de Limpieza, dejando sólo dos de tarde. Medina se limitó a negar los enchufes y a criticar la gestión durante el PP. "He intentado acabar", sostuvo, "con lo que existía antes. Esto parecía una empresa familiar, porque sólo entraban el hijo, el sobrino, la nuera, etcétera. Ahora se entra a través de una lista que se creó en 1991".