La crisis que atraviesa el tráfico de pescado congelado alcanza al turismo. "En estos momentos no hay ningún kilo de lengua limpia, que es la más consumida en la zona turística", según el mayorista José Noda, que distribuye a hoteles y a cadenas de alimentación.

Noda apunta que la paralización de estos grandes barcos de pesca supone un grave trastorno para el mercado local del congelado, sobre todo porque en sus bodegas se encuentran variedades tan demandadas como el cherne, corvina, sama, langostinos, burros, pulpos y chocos, entre otros. Pero, a su vez, pone en peligro una forma de vida muy ligada al mundo portuario, del que dependen numerosas familias, ya que las flotas de terceros países pueden terminar emigrando a puertos próximos del sur de África y Marruecos.

El empresario José Gómez coincide en añadir que solo el descenso del consumo por la crisis ha evitado un desabastecimiento total del mercado en momentos puntuales.

Por su parte, un portavoz de la Delegación del Gobierno manifestó ayer que estos controles son similares a otros puertos, y que se está cumpliendo con la legislación vigente.