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Huellas de la burbuja inmobiliaria

El Ayuntamiento inicia los trabajos para completar y mejorar varias calles de San Francisco de Paula, a medio urbanizar desde hace 10 años, para atraer inversores

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Barrio de San Francisco de Paula José Carlos Guerra

El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 dejó numerosos rastros por toda la geografía de las Islas. En el barrio de San Francisco de Paula, a las afueras de Las Palmas de Gran Canaria, un puñado de calles muestran un aspecto desolador. Las malas hierbas han crecido en las aceras, el cableado de contadores y farolas ha sido en parte robado y los escombros se acumulan por las esquinas. Existe incluso una urbanización fantasma de adosados donde han desaparecido las puertas, las ventanas de aluminio, los azulejos y, en general, cualquier elemento que pudiera tener algo de valor.

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha iniciado esta semana los trabajos para terminar los distintos viales del barrio que hoy día no van a ninguna parte, al mismo tiempo que repararán los desperfectos en aquellas donde la maquinaria ni siquiera llegó a excavar los cimientos de las nuevas promociones inmobiliarias hace una década. El objetivo de esta actuación será atraer inversores a la zona, crear puestos de trabajo y propiciar el desarrollo tanto de San Francisco de Paula como de La Montañeta, barrios donde sus actuales vecinos carecen de todo tipo de comercios. La concejalía de Urbanismo ha calculado que pueden construirse allí hasta 544 nuevas viviendas.

En este lomo a caballo entre Tafira Alta y Salto del Negro existen multitud de huellas de la burbuja inmobiliaria. Nada más salir de la GC-4 -la variante de Tafira- por su salida número 1 en dirección a San Francisco de Paula el conductor se encuentra de frente con la gasolinera de la Hoya del Parrado. En su trasera, camino de convertirse en vestigios arqueológicos de un pasado reciente, los terrenos adyacentes conservan la caseta de obra de la inmobiliaria Royal Urbis y el piso piloto de unos adosados que nunca se hicieron realidad. En las imágenes del Street View de Google las instalaciones aparecen en activo, banderolas incluidas, pero claro, son de 2009.

Huellas de la burbuja inmobiliaria

Concurso de acreedores

La compañía Royal Urbis entró en concurso de acreedores en 2013. Para ese entonces el mercado inmobiliario estaba en sus horas más bajas y los tractores no habían movido ni un centímetro de tierra en estos solares. Las calles que están por encima de este piso piloto arqueológico se suceden una detrás de otras. Hay un total de cuatro con los nombres de los arquitectos Manuel de la Peña, Salvador Fábregas, Pedro Massieu y José Sánchez Murcia. En la parte más alta todavía se conserva un cartel corroído por el paso del tiempo donde a duras penas todavía se pueden leer las palabras “próxima construcción”.

Ahora, según los vecinos de la zona, las calles sin urbanizar son frecuentadas por quienes quieren deshacerse de los restos de las últimas reformas en sus hogares. Han llegado a ver hasta un depósito de bañeras y WC. “Llegan, los tiran y se van, como si fuera esto el punto limpio”, señala uno de estos residentes de San Francisco de Paula que “de vez en cuando” pasea por allí a sus perros. También proliferan los restos de botellones y hay una antigua vivienda agrícola -estos terrenos eran fincas en activo- en la que se observan movimientos de personas de manera clandestina, indican.

En la parte baja un gran cartel de la empresa constructora y energética Acciona indica que ellos ahora son los propietarios de estas parcelas, al menos de parte de ellas. En 2018 el equipo de arquitectos que forman Francisco Bello Naranjo y Manuel Monterde Rey ganaron un concurso de ideas en el que proyectaron en estos solares una urbanización con 32 viviendas pareadas.

Las viviendas se caracterizan por ser bioclimáticas. El tándem de arquitectos Bello y Monterde ha tenido en cuenta en el diseño una orientación sur para garantizar así la entrada de luz y calor en invierno. Las zonas exteriores se asientan directamente sobre terreno vegetal, esto favorece un enfriamiento natural del aire; además un espacio diáfano en la planta baja permite mantener fresco el ambiente. Los tejados estarán cubiertos de grava, material que filtrará el agua de lluvia para autorregar las zonas ajardinadas.

Mientras tanto, la desidia se apodera de la zona. El Ayuntamiento ha incluido en el proyecto de urbanización la reparación de la red de alcantarillado, de alumbrado y de las aceras, donde las raíces de los árboles han destrozado los alcorques. Esta actuación también comprende mejoras en Lomo del Capón y en la calle Antonio Cardona. Las obras han sido adjudicadas a la empresa Hermanos García Álamo y tendrán un coste de 593.457 euros con un plazo de ejecución de siete meses.

Urbanismo conectará también dos viales sin nombre entre las calles Miguel Martín Fernández de la Torre y Fermín Suárez Valido tras expropiar un vivero. A pocos pasos de esta última vía, ya en el linde con Alberto Monche, existe otra huella de la burbuja: una urbanización de 24 adosados a medio construir desde hace una década. Todo aquello que tenía algo de valor y era extraíble ha desaparecido y en una de las casas reside ahora una familia.

El proyecto incluye informes para reparar los daños en los parques infantiles de La Montañeta y San Francisco de Paula. No obstante, vecinos de las casas terreras de este último barrio como Antonio Navarro indican que la zona tiene otras necesidades básicas que aún no han sido cubiertas; por ejemplo, terminar de urbanizar la calle Isidro Ruiz Boada. “Hicieron la mitad en 2020, pero queda la parte más complicada”, señala, en referencia a una vía de tierra que solo está cubierta por el cemento que han puesto los vecinos.

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