El acusado de abusar de cinco de sus nietos sostuvo que no les hacía tocamientos sino que “les rascaba la espalda” a las niñas cuando reconoció se lo pedían. En la primera sesión del juicio que comenzó ayer en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas contra un taxista de 63 años acusado de cometer cinco delitos de abusos sexuales a menores de 16 años, de los que dos son continuados, contra sus nietos Leticia, Lucía, Isabel, Luis y Juan (nombres ficticios para salvaguardar la identidad de las víctimas) por los que la Fiscalía pide una condena total de 34 años de cárcel. El procesado negó los hechos y matizó que tenía buena relación tanto con sus hijas como con sus nietos por lo que no entiende la razón por la que “dicen eso”. En concreto, especificó que Isabel dormía con frecuencia en su vivienda y en la misma cama con él y su mujer -abuela materna de la menor- y que, “cuando ella lo pedía”, este le “rascaba la espalda, la barriga y el muslo” e indicó que “nunca” le pidió a su nieta que le tocase el pene como afirmó ella durante su declaración en el la fase de instrucción. Con respecto al hermano de Isabel, Luis, de seis años al momento de los hechos, narró que estuvo pendiente de que cumpliera con sus deberes escolares. “Nunca le toque sus genitales y tampoco le dije que me acompañase a la habitación”, expresó el investigado.

En cuanto a Leticia que tenía 12 años al momento de los hechos, señaló que ella acudía a él a “la hora de la siesta” y “me pedía que la rascara porque tenía un problema en la piel por lo que yo lo hacía en su espalda y hombros cuando se bajaba la camiseta”. A respuestas de la letrada de la acusación particular que representa a la pequeña, el procesado admitió que se sentaba con ella en el sillón de la sala y ponía una sábana encima para cubrirse.

En el caso de Lucía que contaba con 15 años cuando, supuestamente, su abuelo empezó a abusar de ella. Este comentó que la niña “dormía muchas veces en la casa” y que una noche se puso a ver películas de terror con su mujer por lo que cuando él llegó de trabajar a las tres de la madrugada se las encontró en la cama asustadas y esa noche durmieron los tres juntos “pero normalmente ella dormía en la habitación de invitados”. A preguntas del fiscal respondió que no sabía si mientras él estaba dormido la llegó a tocar. En el caso de la víctima más joven, Juan de cinco años, este indicó que vio “una vez” a Luis abusando del más pequeño pero que no le dio “importancia porque eran chiquillos” y negó los abusos sexuales hacia su nieto.

También reseñó que a cada uno de sus descendientes les decía que eran sus favoritos y manifestó que en una ocasión cuando se estaba bañando con sus seis nietos en una piscina en un complejo en el Sur se pusieron a jugar y que no sabía si en un momento dado “puse mis genitales cerca de las nalgas de alguno, pero los padres estaban todos ahí y veían lo que hacíamos”.

Las peritos dan credibilidad a los relatos de las cinco víctimas: dos niños y tres niñas

Por su parte, la hija del procesado y madre de Luis e Isabel declaró que notó actitudes extrañas en un viaje al que fueron. “Ese día él se fue a sentar en la hamaca con la niña y ella se puso nerviosa y temblaba, de esas cosas que uno nota pero no quiere ver. Me llevé a mi hija de ahí pero dejé a Luis y a los dos días me cuentan que tenía juegos sexuales con su primo”, explicó la testigo a la vez que especificó que el menor tiene síndrome Asperger y que esto fue el detonante que les llevó a descubrir los abusos que sufrían los pequeños de la familia. “Yo le pregunté a mi niña si tenía conocimiento de que algún adulto tenía actitudes no infantiles con ella o algún niño y me respondió que sí, pero que no me lo podía decir porque era alguien a quién yo quería mucho. Tras decirle el nombre de varios familiares y llegar hasta el de mi papá ella me dijo que era él y yo no lo podía creer”, apuntó entre lágrimas

Otra de las hijas y madre de Lucía narró ante el tribunal que ella también sufrió abusos por parte de su padre y su abuelo paterno. “Cuando tenía 15 años mi papá me metió en su furgón y me dijo que me quitara la camisa para verme los pechos y sentirse orgulloso. También se quitó los pantalones y me dijo que lo disculpara por no ponerse calzoncillos, yo le dije que me estaba asustando”, rememoró mientras destacaba que le contó todo a su madre y esta la mando un tiempo a casa de una tía pero después la “obligó a vivir con él” al ser menor de edad.

Lucía manifestó ante el juez que una noche decidió quedarse con su abuela y ver películas de terror pero que cuando llegó su abuelo quiso irse al otro dormitorio y ambos le dijeron que durmiera con ellos. Una vez que la abuela se quedó dormida, la víctima recordó entre sollozos que el acusado empezó a tocarla en la barriga y que al llegar a la ingle se asustó y se puso boca abajo. “Fue peor porque me acarició la espalda y bajó a los glúteos. Mi abuela se dio cuenta y le pegó en la mano para que me dejara, pero lo hizo solo por un momento. Yo solo rogaba a Dios que ayudase a dormir”. Al día siguiente, le regaló 10 euros tras restregarle el pene mientras ella estaba asomada por una ventana.

La amiga de una de las pequeñas alertó al colegio al ver que la afectada se autolesionaba

Leticia llegó a autolesionarse producto de los abusos a los que la sometía, supuestamente, su abuelo paterno y fue gracias a esas marcas que una amiga y compañera de clases logró que ella le confesara lo que sucedía y se denunciara el caso. Ella relató que el acusado la tocó por debajo de sus bragas en reiteradas oportunidades durante al menos dos años.

La declaración de los menores Manuela, Juan y Luis fue mediante prueba preconstituida. La primera expresó que el procesado además de realizarle tocamientos sexuales, le agarraba la mano para que ella le tocase el pene y que en una ocasión él le dijo que le hacía eso a otros niños. Luis matizó que su abuelo le puso la mano en los genitales y le pidió que lo acompañase a la habitación pero él se negó. Juan, indicó que un día su abuelo lo metió al baño de su casa y le introdujo los dedos en el ano y le dijo que le chupara “la cuca” y él lo hizo porque no entendía la situación. Todas las peritos que comparecieron indicaron que el relato de los cinco menores es creíble y que casi todos están en tratamiento psicológico por estos hechos. Tras finalizar la vista de ayer, una de las víctimas recriminó al investigado entre lágrimas por haber abusado de ella y el resto de los niños. El juicio continúa el próximo 5 de marzo.