El pediatra Jesús Poch Páez, quien falleció la pasada semana a los 63 años, recibió ayer un sentido homenaje póstumo en el Complejo Hospitalario Materno-Insular, donde era responsable de la Unidad de Infecciosos. Sus compañeros leyeron un discurso en los que destacaron su “sencillez, profesionalidad y compañerismo”.

En el acto estuvieron sus familiares, que fueron arropados por los profesionales que trabajaron junto a Poch. Las doctoras Colino y Ramos se encargaron de leer unas palabras en su honor, en las que resaltaron la figura del pediatra. En el mismo hicieron un repaso de su trayectoria vital con sus orígenes, en los años 80, cuando empezó a formar parte del Hospital Materno Infantil, primero en el Servicio de Urgencias Pediátricos y después en la Unidad Pediátrica de Enfermedades Infecciosas.

“No había germen que lo amedrentara. Deja grandes recuerdos en las innumerables promociones de pediatras en formación que han pasado por sus manos”, indicaron sus compañeros, quienes resaltaron que “era muy querido también por el personal de enfermería” gracias a su “trato afable y cercano”. Y, como no, por los pacientes: “Dan fé de ello las fotos dedicadas que colgaba orgulloso en el tablón de su despacho”. “Deja una huella imborrable”, apostillaron.

Poch Paez era también el jefe de la Unidad de Pediatría de Hospitales Universitarios San Roque Maspalomas, donde se encargó de dirigir la apertura del servicio de urgencias del hospital situado en el sur de Gran Canaria. Asimismo, era el secretario de la Sociedad Canaria de Pediatría de Las Palmas. Su presidente, Luis Peña, junto con su homónimo en la Sociedad Canaria de Pediatría de Santa Cruz de Tenerife, Luis Ortigosa del Castillo, emitieron una carta homenaje en la que apuntaron: “A los que tuvimos la suerte de conocer y compartir muchos momentos profesionales y de amistad con Jesús durante tantos años, se nos hace difícil, complicado y con una carga emocional muy alta poder hilar unas frases, en las que no sólo destaquemos los méritos profesionales del doctor Poch, sino, sobre todo, la calidad humana de Jesús”.

“Fue un excelente profesional, cercano, empático y muy dedicado a sus pacientes y familiares”, señala el escrito, que destaca a su vez: “Como amigo y compañero de trabajo desde hace casi cuatro décadas, era sencillo, humilde, discreto, incansable trabajador, amigo de sus amigos, siempre dispuesto a ayudar, a colaborar y a dar soluciones a los problemas planteados”. Y recalcaron “su calidad humana”, con acciones solidarias, “especialmente en África, donde acudió con asiduidad y de forma desinteresada a Mauritania”. No obstante, quienes lo conocieron hablan de su pasión por viajar y esquiar.

La Sociedad Canaria de Pediatría Extrahospitalaria (Sepexpal) señaló en otra nota que Jesús Poch era un “excelente profesional y docente” de los Cursos de Terapéutica Pediátrica de Sepexpal, donde deja “una profunda huella que será recordada siempre”.