Tiene un asadero de pollos en la pequeña zona comercial de la calle Málaga, ¿Cuándo llegó al barrio?
Han pasado ya 33 años. Tenía un asadero en La Isleta, que es de donde soy, pero era de alquiler, entonces vi la oportunidad y compré esto; el local estaba desnudo, a estrenar prácticamente, tuve que montarlo todo para que quedara bien.
Son más de tres décadas. ¿Ha visto cambios en el barrio? En la clientela...
Ha habido épocas mejores y otras peores, pero lo bueno es que la comida nunca pasa de moda, así que hemos ido tirando bien. Siempre sacamos de un apuro a alguien que no le ha dado tiempo a hacer de comer o lo que sea, comida rápida se le podría decir.
Aún así, el barrio habrá cambiado en este tiempo.
Sí claro. He visto nacer y morir a muchos clientes. Antes la gente hacia más vida en la calle, la gente estaba más tiempo fuera, los niños jugando en los parques y los mayores pasando el rato, ahora eso no es tan habitual. Los tiempos cambian. Son cosas que se ven porque tengo algunos clientes que llevan viniendo aquí toda la vida.
Los bloques de esta parte estuvieron mallados durante años por la caída de cascotes, pero el Ayuntamiento los acaba de rehabilitar. ¿Cómo ha visto la actuación, los vecinos están contentos?
Los cambios siempre son buenos. Los edificios estaban ya muy mal y esta zona ha estado abandonada.
Hay un plan en marcha para continuar. ¿Los vecinos siguen comentando cómo está el barrio?
Los jardines están abandonados. No vienen a podar nunca, están todos muy sucios y no los arreglan. Eso es lo que más comentan los vecinos que vienen por aquí, es algo que se habla en el día a día.
