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Fallece el histórico abogado Pedro Limiñana

Letrado penalista y de izquierdas, compartió despacho con Fernando y Joaquín Sagaseta

De izquierda a derecha, Quino Sagaseta, Arón Cohen y Pedro 'Perico' Limiñana. LP/DLP

Un luchador nato y una persona íntegra, coherente con sus ideales; un hombre reservado, pero que siempre supo estar ahí. El abogado penalista Pedro Limiñana Cañal ha fallecido este sábado en Las Palmas de Gran Canaria a los 73 años de edad. Durante décadas fue todo un referente en su profesión Gran Canaria, formó parte del despacho de Fernando y Joaquín Sagaseta -este último fallecido el pasado mes de febrero-, además de ser un histórico militante de la izquierda y una figura comprometida con los más débiles. Sus tres hijos -Álvaro, Pedro y Alejandro-, amigos, familiares y compañeros de profesión están consternados por lo ocurrido. El velatorio tendrá lugar este domingo de diez de la mañana a ocho de la tarde en el tanatorio de San Miguel.

Pedro Limiñana o Perico, como sus más allegados lo conocían, estudió derecho en la Universidad de Granada. Proveniente de una familia pudiente y conservadora del barrio de Vegueta, militó primero en un grupo católico, aunque terminó inclinándose por posiciones de izquierda, por el movimiento comunista y por la lucha antifascista y antifranquista, según explicó este sábado el historiador Agustín Millares. Este último fue íntimo amigo del abogado ahora fallecido, «éramos uña y carne, para mí es como si se hubiera marchado un hermano», apuntó, dolido tras conocer la triste noticia.

«Fue uno de los que más peleó contra la dictadura franquista», indica el juez Díaz Tejera

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La lucha antifranquista y la Guerra del Vietnam marcaron sus inicios en la militancia política, indica Millares. A mitad de la década de 1970 y tras la ruptura de las Células Comunistas en las Islas con Santiago Carrillo y el Partido Comunista de España (PCE), participa en la fundación de Pueblo Canario Unido -en 1977- y posteriormente de Unión del Pueblo Canario (UPC). De hecho, «fue el mejor de los asesores de Fernando Sagaseta durante su etapa como diputado, aunque controlar a Fernando era una tarea casi imposible», apuntó Millares, en referencia a la época del también abogado penalista Sagaseta como diputado en el Congreso tras ser electo en las elecciones generales de 1979 por la provincia de Las Palmas por UPC.

Fuerzas antifascistas

«Con la muerte de Pedro Limiñana se va una de las personas que más contribuyó al advenimiento de las libertades en Canarias y en España», señaló por su parte el juez Arcadio Díaz Tejera. Perico sirvió de enlace y comunicación entre las fuerza antifascistas de las Islas y de Andalucía. «Nunca ocupó ningún cargo público, ni se presentó a unas elecciones, nadie le dio las gracias, pero Perico Limiñana junto a otros tantos militantes del Partido Comunista han sido algunos de los artífices más relevantes que hacen que ahora tengamos una democracia parlamentaria», destacó el magistrado. «Fue uno de los que más peleó contra la dictadura», subrayó.

El reconocido abogado penalista participó en casos de renombre a lo largo de su dilatada carrera profesional. Fue letrado, de entre otros, del exalcalde de Telde Francisco Santiago. Sobresalió como figura destacada de la «abogacía rupturista», señaló José Manuel Rivero, compañero de profesión y con quien compartió más de una causa, y fue un «pilar fundamental» del grupo de letrados Justicia y Sociedad. «Defendía a quien lo necesitaba, a las clases populares», precisó el también abogado, «hacía su trabajo como si las causas que defendía fueran propias».

Pedro Limiñana, el tercero por la izquierda, en un juicio en 2007 junto al exalcalde de Telde, Francisco Santiago. LP/DLP

Compartió profesión y lugar de trabajo con una cantera de abogados destacados de la capital grancanaria. De hecho, en los años 70 y 80 fueron toda una referencia en la ciudad, en un tiempo convulso de cambios sociales y políticos. Él y Fernando Sagaseta, fallecido en 1993, llevaban la parte penalista, mientras que Joaquín Sagaseta y Félix Parra estaban al frente del lado laboralista. Por allí también pasaron, entre otros, José Ramón Pérez Meléndez, Alejandro Pérez Peñate, Arcadio Díaz Tejera y Ana Sagaseta.

En la retaguardia

Con «poco afán de protagonismo», Limiñana era una persona «íntegra y de palabra» con la que se podía contar. Estaba en la retaguardia, cuentan, pues no era amigo de las fotografías, no le gustaba figurar ni destacar allá a donde iba. «Era un hombre al que no se le veía mucho, pero que siempre estaba ahí», resaltó Millares, «en las manifestaciones nunca se ponía en primera fila, no le gustaban las cámaras». Quienes lo conocieron destacaron que sabía «transmitir empatía». A pesar de su edad seguía en activo y acudiendo a diario al despacho de los Sagaseta, donde llevaba casos hasta hace apenas un mes junto a su compañera penalista Antonia Santana.

Limiñana formó parte de la acusación particular del caso de los cuatro bomberos fallecidos durante un incendio en un local de La Naval, en mayo de 1986. También participó en el caso de El Rubio, uno de los más sonados de Canarias en la Transición. En 1992 fue indultado junto a Fernando Sagaseta por un presunto delito de desacato perpetrado contra tres magistrados de la Audiencia Provincial. También participó en causas ligadas a la corrupción política en las Islas; por ejemplo, en el reciente caso Paraíso en el que estuvo involucrado el exconcejal de San Bartolomé de Tirajana Francisco Pacuco Guedes por aceptar sobornos, condenado en 2017 a cinco años de prisión.

«Siempre marchaba a La Habana y Lisboa y volvía con las pilas cargadas», destaca Millares

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«Perico Limiñana no fue un hombre de discursos, ni de una oratoria brillante, ese no era su rasgo», señaló Díaz Tejera. «Sin embargo», añadió, era muy querido entre los jueces, los abogados y los fiscales; «porque tenía palabra y ese es un bien muy valioso y muy escaso», resaltó. El magistrado indicó que con su fallecimiento, unido a los recientes de Quino Sagaseta y Fernando Redondo, se está perdiendo «una parte de la historia de Canarias».

«La versión oficial de la transición omite la lucha de miles y miles de españoles que se jugaron la vida, la libertad y su patrimonio por conquistar la democracia parlamentaria», indicó Díaz Tejera. El ex senador y magistrado hizo hincapié en la figura de Limiñana como «un hermano», una persona íntegra y fiel a sus ideales que le ayudó en sus comienzos en la carrera de la abogacía.

Extensa biblioteca

El letrado contaba con una extensa biblioteca, con predilección por los temas latinoamericanos, según Agustín Millares;devoraba todo lo que se le ponía por delante. Limiñana vivió un tiempo en Venezuela, país por el que sintió siempre predilección, especialmente en las últimas décadas con el proceso de la «revolución bolivariana», explicó el historiador. Otro de sus lugares queridos fue Cuba. «Cuando estaba deprimido por la situación política en España se marchaba para La Habana», añadió. Es más, Díaz Tejera destacó que Perico tenía predilección y afición por los puros habanos.

La ciudad de Lisboa era otro de los lugares predilectos por Limiñana. «Siempre marchaba a esos dos sitios y volvía con las pilas recargadas», apuntó Millares. Es más, señaló que puso Álvaro a uno de sus tres hijos en memoria de Álvaro Cunhal, secretario general del Partido Comunista Portugués entre 1961 y 1992, «fue siempre un admirador del partido y de su figura», resaltó Millares.

Alejandro Pérez Peñate, compañero de despacho, definió a Perico como «un verdadero intelectual sin pedantería» . Destacó su «honestidad» como persona y como profesional. «Mantuvo una lucha inquebrantable por los más débiles y era de una talla imposible de igualar», resaltó el abogado, quien reconoció que lo echaran de menos en el despacho ahora que ya se ha ido para siempre.

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