La Provincia - Diario de Las Palmas

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Tres pilares de la vinculación británica de Las Palmas

El cementerio ingles recibió el primer enterramiento en 1835 | La iglesia anglicana data de 1891 y el Club Inglés se construyó en 1908 promovido por Peter Swanston

Exterior del Club Inglés de Las Palmas de Gran Canaria en la década de 1920. | | FEDAC

Coincidiendo con la recreación histórica que se realiza en el Museo Elder con el titulo La huella británica en Las Palmas de Gran Canaria, se nos antoja recrearnos también nosotros de nuevo con la historia de uno de los pilares, en el siglo XX, que afianzaba el papel de la colonia inglesa en nuestra ciudad: el British Club, o simplemente para nosotros el Club Inglés y la construcción de la iglesia anglicana en la hoy Ciudad Jardín

Acceso al cementerio inglés en el barrio capitalino de San José. | | LP/DLP

El Club que este año se cumplen 113 años de su existencia fue creado por algunos destacados miembros de la colonia de aquel país que residían o trabajaban en la ciudad o en la isla entre octubre y diciembre de 1908. El 2 de octubre de aquel año se reunieron en la Gran Canary Coaling Company del Puerto de la Luz algunos de aquellos flemáticos señores miembros de la colonia británica para poner en marcha un proyecto largamente estudiado y que por fin parecía una pronta realidad.

Exterior de la iglesia anglicana de la capital, en Ciudad Jardín. | | LP/DLP

La historia de este club, que recogió hace algunos años en un pequeño libro Nicolás Díaz-Saavedra -que, curiosamente, se convirtió en 2008 en toda la historia de esta entidad en el primer co-presidente español junto a un inglés, el que fuera director del Jardín Canario David Bramwell- nos proporciona las curiosas noticias de este acontecimiento de principios del pasado siglo. Así, por ejemplo, sabemos que en la reunión preparatoria para su puesta en marcha figuraba como “cabeza visible” Mr. Peter Swanston, que era conocido cariñosamente en los ambientes sociales y portuarios de Las Palmas como “Periquito”. A aquella primera reunión siguieron otras cuatro para redactar los estatutos y estudiar asuntos importantes como era, en primer lugar, buscar un lugar donde instalar la sede social, y a finales de diciembre quedó definitivamente constituida su primera Directiva que, como no podía ser menos, estuvo presidida por el referido Mr. Swanston, importador, nos recuerda alguien, de aquel jabón muy conocido en su época en las islas como “jabón suasto”, deformación fonética por el canario de su británico apellido.

La primera sede social del Club Inglés de Las Palmas quedó ubicada en una casa de dos plantas de la calle Ripoche, en las inmediaciones del Parque de Santa Catalina, propiedad en aquella época de un Eduardo Azofra, edificio donde años más tarde estaría ubicado el popular hotel “El Rayo”. Sería en 1913 cuando se traslada a un lugar más idóneo, con más amplitud y empaque como correspondía a la idiosincrasia de aquellos señores de la Gran Bretaña. Edificio, el actual, junto al Hotel Metropole, establecimiento al que acudían como clientes muchos de los viajeros ingleses que arribaban a la isla.

Este edificio había sido promovido por un acaudalado escocés propietario de una destilería de güisqui apellidado Mr. Brown que lo mandó construir para residir con un hijo enfermo del pulmón y al que los médicos de su país le habían aconsejado vivir en Gran Canaria por la benignidad de su clima propio para su curación o mejoría. Cuando el señor Brown terminó la construcción de su palacete falleció su hijo, por lo que lo vendió a la compañía Elder que en 1913 que lo alquilaría al British Club para su sede social. Algunos años más tarde la compañía enajenó el edificio a sus arrendadores que desde entonces ha permanecido como sede social de la Entidad, situado junto al antiguo hotel Metropole hoy convertido en Oficinas Municipales. Inicialmente el amplio edificio era de una sola planta pero muchos años después se convirtió en el de dos plantas actual

Desde entonces y hasta hoy el Club Inglés se ha convertido en la ciudad en un punto de referencia de la sociedad grancanaria, que ha cobijado no solo a la numerosa colonia de aquel país durante los primeros y últimos ciento trece años sino que ha acogido a canarios que gozaron de la generosidad de ser admitidos como socios. El Club se constituyó con 57 socios que pagaron 15 pesetas de las de entonces de entrada y 50 anuales. En 1910 su número ascendía a 71; un año después a 112, además de 33 señoras; en 1941, tenía 133 y en 1977 registró el mayor número de socios, con 500.

Está claro, como afirma Díaz-Saavedra, que la fundación del Club Inglés tuvo relación causa-efecto con la construcción del Puerto de la Luz, verdadero motor para el desarrollo económico de nuestra ciudad y de nuestra isla.

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Exposición 'La ciudad y los ingleses' José Carlos Guerra

Los arquitectos ingleses

Al hilo de lo que consideramos algunas de las bases que demuestran la vinculación de la colonia inglesa en las islas, concretamente con nuestra ciudad, parece oportuno referirnos concretamente a los templos anglicanos o llamados popularmente “protestantes” al conocer durante el pontificado de Benedicto XVI se aprobó una Constitución para la creación de una nueva estructura canónica con la que se pretendía atraer a los anglicanos al catolicismo. Porque el asentamiento de la colonia de aquel país sugirió a finales del siglo XIX a algunos de sus principales personajes del archipiélago la necesidad de construir templos evangélicos donde poder desarrollar su actividad religiosa, el primero de los cuales se construyó en el Puerto de la Cruz en 1890, en cuya isla se levantó otro en Santa Cruz en 1897, ambos con diseño del arquitecto inglés W. Wood.

También en Las Palmas los ingleses construyeron su lugar de recogimiento espiritual en un solar situado en Ciudad Jardín adquirido según escritura ante Agustín Millares en 14 de septiembre de 1891 y en la que comparecieron como vendedor Rosendo Ramos Franchi en representación de Roberto Fyfe Millar propietario de los terrenos, y en calidad de compradores Diego Miller Vasconcellos, Juan Turnbull y Arturo Alejandro Doorly. El solar adquirido para tal fin tenía una superficie de 2.160 metros cuadrados que se segregó en el acto de otro mucho más amplio propiedad del citado Fyfe Millar, que a su vez lo había adquirido en dos escrituras ante el mismo notario: una parte el 12 de abril de 1888 a los hermanos Blas e Isabel Bethencourt Sánchez-Ochando (sobrinos del famoso ingeniero Agustín de Bethencourt y Molina) y la otra el 12 de enero de 1889 a Juan Bautista Carló, en cuyo solar se encontraba al borde de la carretera del puerto la tantas veces citada “caseta de los peones camineros” que según los planos estaba localizada exactamente en el lugar que hoy ocupa la gasolinera frente a la Clínica Santa Catalina. El solar fue adquirido por el precio de de 2.700 pesetas de la época que Rosendo Ramos manifiesta según el testimonio haber recibido en el momento de la firma.

Dos meses después, el 3 de noviembre del citado 1891 el mismo Diego Miller, en su calidad de vice-cónsul de Inglaterra, presenta en el Ayuntamiento solicitud de permiso para la construcción “de una capilla evangélica destinada al exclusivo uso de la colonia inglesa que habitualmente reside en la ciudad para celebrar con mayor decoro “las ceremonias de su ritual”, autorización que fue aprobada semanas más tarde, previa presentación del proyecto correspondiente. Los planos fueron realizados en Inglaterra por los arquitectos de aquel país J. Clarke y J. T. Micklelhwaile en el mes de octubre pero que fueron copiados para su presentación en el ayuntamiento por el arquitecto canario Laureano Arroyo que tuvo que estampar su firma. Al día siguiente los funcionarios municipales Luís Navarro Díaz y José Melián Navarro manifiestan que, examinados los planos por la Comisión de Obras y Ornato proponen su aceptación “por no haber encontrado nada que oponer a los mismos”, proyecto que fue aprobado en la sesión ordinaria de la corporación del mismo día en que se “acuerda expedir la licencia de edificación”. Al día siguiente Diego Miller pasó por caja y abonó cuarenta y cuatro pesetas (de las de entonces, claro) para recibir la licencia. A partir de aquel momento, es de suponer que se inició su construcción, hermoso edificio que conocemos y que desde entonces y con el correr del tiempo fue rodeado de otros chalets hasta convertirse, poco a poco, en lo que se ha conformado como la zona de Ciudad Jardín.

El cementerio inglés

El encuentro en 2009 de la inglesa Patricia Paterson con la tumba de su abuelo en el cementerio protestante de la Vega de San José nos evocó en su día la presencia en Las Palmas, principalmente desde mediados del siglo XIX, de una numerosa colonia inglesa asentada aquí no solo por lazos familiares sino por razones comerciales y turísticas que crearon una actividad y progreso en los que ellos mucho contribuyeron. Patricia Paterson vino expresamente para localizar el lugar de enterramiento de su marinero abuelo fallecido aquí cuando su barco había hecho escala en el Puerto de la Luz hace casi cien de años y fue sepultado en el popularmente conocido como “cementerio inglés” que fue el primero, dicen las referencias históricas, construido en España en 1834 aunque otros autores lo sitúan 1830.

La historia de este camposanto anglicano es harto conocida porque ya se divulgó hace algún tiempo cuando se consideró aquel recinto como Bien de Interés Cultural. Recordemos, de todas formas y para completar esta trilogía de establecimientos que afianzan la histórica presencia de los británicos en las islas, algunos datos que nos proporciona, precisamente, el expediente para aquella declaración.

Fue habilitado inicialmente en 1829 con ocasión al denegarse a Benjamin Walter el enterramiento en el cementerio católico de Las Palmas el cadáver de su esposa por lo que hubo de habilitarse una fosa en un terreno en los extramuros de la ciudad. El malestar causado en la colonia de aquel pais decidió en 1830 decidió adquirir por aquellos unos terrenos en las laderas del hoy barrio de San José para cuyo fin el gobierno de S.M. contribuyo con 50 libras a condición de que los residentes aportaran idéntica cantidad, aunque se recuerda que finalmente los terrenos fueron cedidos por el ayuntamiento.

La construcción del cementerio se inició en 1834 a instancias de una lista de promotores residentes de aquel país entre los que figuraban Tomas Miller, James Wood, y los hermanos George y James Swanston que aportaron 308 pesos de la época equivalentes a las 50 libras ofrecidas por el Gobierno inglés. El primer enterramiento se realizó el 4 de diciembre de 1835 con el cadáver del marinero G. Williams y el 25 del mismo mes recibió sepultura Mary, la esposa de James Swanston.

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