La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crónica histórica

“La caritá della Patria lontana”

Leemos en LA PROVINCIA que el cementerio de Vegueta fue ayer lunes escenario de una ceremonia a la que asiste el embajador de Italia en España, en recuerdo y como homenaje a las 80 emigrantes victimas del hundimiento hace 132 años -ocurrió en 1888- del buque de aquel país Sud América, a proposito de lo cual se nos va a permitir que recuerde la infrahistoria de aquel desgraciado accidente marítimo que tuvo por escenario las aguas de la bahía del Puerto de Las Palmas.

Y asiste el embajador a un camposanto grancanaario que también tiene su pequeña historia y al que el Ayuntamiento de la ciudad se propuso en 2007 iniciar los trámites para su declaración como Bien de Interés Cultural. El camposanto fue construido fue construido en 1811 según proyecto de José Luján Pérez hecho que la propia corporación se apresuró a perpetuar en 1991 colocando una placa por iniciativa del entonces arquitecto municipal Enrique Spínola. Porque el cementerio de Vegueta se ha convertido en el lugar que cobija una rica muestra del llamado arte funerario, considerado como uno de los mejores de Canarias. En su interior se conservan mausoleos que artistas canarios y foráneos esculpieron en piedra o en mármol para situarlos en los enterramientos de personalidades ilustres o, simplemente, de personajes que destacaron de alguna forma en la vida social, económica, religiosa o política de Las Palmas de Gran Canaria.

Entre aquellos numerosos monumentos funerarios que allí se encuentran llama la atención el que se levantó en memoria de los setenta u ochenta víctimas mortales, entre tripulantes y pasajeros, del trasatlántico italiano Sud América que se hundió en la bahía del Puerto de la Luz y de las Palmas en la madrugada del 13 de septiembre de 1888 cuando fue embestido por galo La France. La escultura mortuoria fue mandada levantar en 1892 por el Estado italiano en recuerdo y memoria de los compatriotas que perdieron la vida en el suceso y se encuentra situada a la entrada misma del camposanto según han podido advertir durante tantos años quienes por alguna razón visitan el sagrado lugar. Sobre el hundimiento del Sud América, que fue de forma muy rápido a escasos 600 metros de la playa de Alcaravaneras y en una profundidad de unos 15 metros, hay bastante literatura que relata con toda clase de detalle la colisión del buque galo contra el ítalo, y sobre los litigios que se entablaron porque ambos capitanes inculparon, recíprocamente, el uno al otro de las causas de la colisión. Lo cierto es que al declararse incompetente el juzgado de Las Palmas el asunto llegó a la justicia inglesa que consideró culpable de la embestida al La France que causó la muerte de varios tripulantes y ochenta pasajeros, entre los que se encontraba otra tripulación, la de un velero que había sido recogida por el Sud América después de haber sobrevivido a un naufragio. Ironías de la vida.

El Ayuntamiento de Las Palmas en sesión del mismo día del hundimiento presidida por el primer teniente de alcalde Diego Castillo Westerling por ausencia del titular Fernando Delgado Morales, hizo constar en acta el agradecimiento a los médicos José Champsaur, Luis Millares, Pedro Suárez, Antonio Jiménez y Bartolomé Apolinario por su actuación humanitaria atendiendo a los supervivientes. La propia corporación en sesión del 21 de aquel fatídico septiembre se hizo eco de una carta del capitán del buque hundido, Carlo Bertora, en su nombre y en el de la tripulación superviviente, agradeciendo la ayuda que habían recibido de los médicos y de la población, así como de las compañías marítimas, los buques y barcazas surtas en el Puerto de la Luz que en aquella misma época se estaba construyendo.

Las personas que habían fallecido en el hundimiento fueron recuperadas la mayoría el mismo día del suceso y otras según fueron apareciendo en semanas sucesivas flotando en aguas de la dársena y sepultadas en la amplia fosa común que el ayuntamiento había puesto a su disposición. El primer oficial Tomasso Callucci, de 38 años, que falleció al tratar de salvar a una mujer, fue enterrado en una sepultura independiente que aún se encuentra en el mismo cementerio, entrando a la izquierda.

Cuatro años después del suceso el Estado italiano mandó levantar sobre aquella fosa común un monumento funerario esculpido en blanco mármol de Carrara en el taller que en aquella ciudad italiana tenía el artista Paolo Trucornia de Fernando -el mismo que hizo el monumento a Colón que se encuentra en la alameda de su nombre- donde puede leerse la conocida y evocadora dedicatoria: “La caritá della Patria lontana ai suoi figli”. O lo que es lo mismo, la caridad de la lejana Patria a sus hijos.

Compartir el artículo

stats