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Enchufes ‘limpios’ para los barcos en el Puerto de Las Palmas

La Luz se enfrenta a retos técnicos y económicos para que los grandes buques se puedan conectar a la red y apaguen sus motores mientras están atracados

Obras de instalación de la red eléctrica para el suministro a buques en el Muelle Pesquero del Puerto de Las Palmas.

Los buques que atraquen en el Muelle Pesquero del Puerto de Las Palmas podrán apagar sus motores en pocos días. La Autoridad Portuaria ultima la instalación que permitirá a los barcos recibir suministro eléctrico de tierra y espera ‘enchufar’ los primeros en menos de un mes, aunque la electrificación del recinto portuario aún tendrá que esperar. Antes habrá que superar retos técnicos, como las frecuencias eléctricas de los buques -muchos a 60 hercios frente a los 50 de la red general- o los picos de demanda y su influencia en la red general, pero también económicos: las inversiones de adaptación se vuelven más caras y aún no está clara su amortización ante el desarrollo de combustibles no contaminantes. 

La obra del Muelle Pesquero, que se vio interrumpida momentáneamente en marzo del año pasado por la pandemia, consiste en la instalación de 32 tomas de luz, 16 cuadros de protección, una acometida de media y baja tensión y un centro de transformación prefabricado. El proyecto, presupuestado en medio millón de euros, contó con financiación parcial europea -la UE aspira a reducir las emisiones contaminantes en un 55% de cara a 2030- y estará listo para comenzar a funcionar en menos de un mes, según indicó recientemente el responsable de Innovación de la Autoridad Portuaria, José Daniel López, en un coloquio sobre tecnología portuaria organizado por la Cátedra Marítimo-Portuaria de la ULPGC en la sede de la fundación Mapfre Guanarteme. 

Una vez completada la electrificación del Muelle Pesquero, la Autoridad Portuaria quiere continuar por el Muelle Grande, aunque las primeras estimaciones económicas, que apuntaban a una inversión de 900.000 euros, se han quedado finalmente cortas. El problema es de carácter técnico y radica en las frecuencias: barcos pequeños como los pesqueros o los yates tienen 50 hercios, igual que los sistemas eléctricos europeos, pero los de mayores dimensiones -portacontenedores o cruceros, entre otros- funcionan a 60 hercios, como ocurre en Estados Unidos. 

De pesqueros a cruceros

Este salto implica una conversión de la energía que «cuesta muchísimo dinero», de acuerdo con López. En el caso del Muelle Grande, donde suelen atracar buques factoría que emplean 60 hercios, el precio de la obra podrá ascender hasta el entorno de los dos millones de euros o incluso más, en función del número de puntos de conexión colocados en última instancia. En cualquier caso, el cambio de pequeños pesqueros a buques perforadores o grandes naves turísticas -«Los barcos son industrias, un crucero es como una ciudad de 10.000 habitantes», recordó López- no solo plantea retos en cuanto a frecuencia. Antes de acometer la adaptación de muelles como el Santa Catalina o el León y Castillo será necesario buscar fórmulas para resolver otra cuestión. 

Un factor que influye en el proceso es la amortización de las grandes inversiones

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Un portacontenedores puede requerir cinco megavatios que llegan a ser ocho en los picos; en los cruceros asciende a 10 megavatios y llega a rozar los 20 en los momentos punta. Si el consumo simultáneo de varios barcos se suma al de la ciudad, el sistema puede experimentar fallos y dejar todo a oscuras, por lo que resultará necesario encontrar fuentes alternativas de suministro -el Puerto recibió en 2019 una solicitud para instalar una central eléctrica alimentada por gas natural licuado que se encuentra en tramitación administrativa desde entonces- o de almacenamiento. En este sentido, desde la Autoridad Portuaria se están analizando distintas fórmulas, como la utilización de pilas de litio almacenadas en contenedores, aunque aún resultan muy onerosas y de escasa capacidad. El hidrógeno o el amoniaco también están siendo valorados, aunque implican limitaciones técnicas o de seguridad. 

Fuentes 'limpias'

La administración portuaria también sopesa otro factor de carácter ambiental, relacionado con las fuentes de esa energía. Tanto los barcos como las centrales eléctricas existentes en Gran Canaria funcionan con combustibles fósiles, aunque de distinto tipo. Muchos buques se mueven con gasóleo, mientras las plantas de ciclo combinado funcionan con fuel, más contaminante, por lo que de conectarse a la red podrían estar generando más emisiones de forma indirecta. Para evitarlo, el responsable portuario de Innovación aboga por un «mayor equilibrio» en el mix eléctrico a través de una mayor introducción de energías renovables. 

Un último factor que influye en el proceso es la amortización de las grandes inversiones que requiere esta gran transformación, apuntó López. La búsqueda de soluciones más limpias para alimentar el transporte marítimo se orientó en un primer momento hacia el gas natural licuado, también de origen fósil y generador de emisiones contaminantes, pero más reducidas que las del gasóleo y el fuel. El ritmo de adaptación de las flotas mundiales a este combustible ha sido mucho más lento del esperado y mientras tanto han surgido otras opciones, como la instalación de scrubbers que reducen la polución o el uso del hidrógeno. La aparición en el futuro de nuevas alternativas, desde combustibles no contaminantes hasta barcos que puedan generar su propia energía mientras navegan para almacenarla y usarla después en puerto, también afecta a la electrificación. En cualquier caso, «la apuesta de la Unión Europea es muy clara, hay que preparar todo para que se puedan conectar los barcos», en palabras de López.

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