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Navidad en la capital | La ruta del Nacimiento

El belén de Las Rosas de Hércules

El Museo Castillo de Mata dedica el nacimiento a Tomás Morales en el centenario de su fallecimiento | Su autor, Fernando Benítez, ha dedicado diez meses a la obra

Belén de Fernando Benítez en el Castillo de Mata.

Belén de Fernando Benítez en el Castillo de Mata. La Provincia

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Belén de Fernando Benítez en el Castillo de Mata. J. A.

El belenista Fernando Benítez firma el nacimiento que desde el pasado 10 de diciembre se exhibe en el Museo Castillo de Mata, y que es una invitación a viajar 120 años atrás para observar al detalle las costumbres de una Gran Canaria a caballo entre el siglo XIX y el XX.

Según el propio autor, la obra está dedicada «por un lado a las tradiciones navideñas de nuestra isla, las que están, las que perduran y las que están en desuso o simplemente ya desaparecidas, y a la par, al recuerdo y homenaje al poeta Tomás Morales en el centenario de su fallecimiento, al igual que ya hicimos en el museo el año pasado con la figura de Benito Pérez Galdós».

Tomás Morales, como también Fernando Benítez, nació en Moya, una ocasión para recrear en el amplio salón del Castillo de Mata los rincones y sustancias más emblemáticos de la villa verde, entre ellos «su espectacular barranco que preside la iglesia de la Virgen de Candelaria colgada del precipicio dando forma a un paisaje enormemente bonito. A ello se suman los bizcochos y los suspiros que junto con el poeta Tomás Morales, han dado fama y gloria a Moya».

Para subrayar esta repostería sin igual en la isla, Benítez ha recreado una escenografía «con los caserones antiguos tal y como yo los recuerdo, en donde se puede observar la fábrica artesanal de estos dulces típicos de la localidad, con un espacio interior en el que aparece una señora lustrando los bizcochos justo antes de hacer la hornada con su respectivo horno. Fuera anuncia el proceso una curiosa estampa bajo el cartel que expresa que hay bizcochos de Moya en el que se ve un niño que representa al poeta comprando un par de cajas que se las entrega una anciana amarradas con una soga, y que incluso le da a probar uno en una bandeja».

Todo ello entre innumerables figuras en movimiento que hacen más atractivo el conjunto plástico del belén, transitando entre las reproducciones de las antiguas casas, «unas que quedan en la villa, y otras que no están, pero sí sus testimonios fotográficos», que han servido al autor para diseñar la arquitectura de la composición.

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Belén del Castillo de Mata

Aliñada de escenas propias de la Navidad, «como en la que se ve a un anciano que llega con su burro y su nieto de buscar un árbol del monte, con el perro moviendo el rabo contento. A su lado, su esposa y otros niños esperan con los adornos navideños para disponerse a hacer el árbol. Más adelante aparece una señora mayor dentro de una cocina en donde están elaborando las truchas, y en las que se puede distinguir con todo lujo de detalle las batatas o las almendras, mientras otra mujer extiende la masa con el rodillo sobre la mesa», describe el autor.

El belén animado incluye costumbres como la de la fabricación de muñecas de trapos para regalarlas en Reyes, y se puede observar a un grupo de señoras en el patio de la casa cosiendo y dando forma a las figuras que entregarán a los más pequeños de la casa el día 6 de enero».

«Seguimos caminando», invita Benítez, «y nos encontramos con las cumbres de Tejeda, con el Roque Nublo, los pastores recogiendo el rebaño y encerrando los becerros en el alpendre, junto con sus gallinas, patos y todos los animales que dan vida a esta escena campestre, y andando, andando, ya es la hora de la Nochebuena y la misa del gallo».

Que se celebra en Teror. «Hemos elegido la villa mariana», explica el belenista, «porque es un símbolo que nos representa a todos los canarios en cuanto a la religiosidad. Ahí se ve un rancho de Pascuas que viene de la misa tocando los villancicos con sus instrumentos. En la plaza del Pino aún queda una pareja de campesinos que tratan de vender los árboles y las figuritas del belén. Y debajo del gran laurel aparece a escala otro belén popular, mientras que en una de sus casas nobles se ofrece una escena que describe con minuciosidad el rito de poner la mesa para la cena, con unas mujeres que colocan la vajilla, la cristalería y el mantel calado bajo el árbol de Navidad que se encuentra en el centro de la sala».

Es así como se llega al nacimiento de Jesús, «que se encuentra representado en el puerto de Las Nieves, antes del Delta porque está el Dedo de Dios completo. Ahí hemos intentado recrear una Natividad muy curiosa porque aquí es Melchor el que tiene al niño cogido en brazos con la virgen reclamando que se lo entregue».

Remata el cuadro el poeta, ya de mayor, con su libro de poemas La Rosa de Hércules en las manos para entregarlo como regalo, con una gruta de fondo donde duermen los pescadores tras sus capturas. Sobre todos ellos un ángel anunciador pregona el nacimiento al mundo, ante un pastor que mira asombrado el espectáculo que tiene enfrente.

Fernando Benítez solo hace así un pequeño esbozo del sinfín de detalles de un belén que, asegura, le ha llevado diez meses de trabajo. Tal es así que todas las figuras, que son únicas ya que las encarga a un escultor, llevan una estudiada vestimenta diseñada y cosida para la ocasión, «para reflejar la indumentaria de Canarias a principios del siglo XX donde ya aparece el pantalón largo y la sociedad va modernizando su forma de vestir, lo que nos ha obligado a buscar incluso las telas que imperaban en ese periodo, para luego conseguir la ambientación de cada escena para presentarla como un acto teatral, en la que aparte del nacimiento, se plasme la vida mundana de aquella época».

Benítez asegura que esta obra en concreto, «me ha permitido a mí, como autor, explayarme muchísimo, ya que se trata de un proyecto de envergadura que me ha supuesto vivir por y para ella, motivo por lo que la he tratado con muchísimo cariño y de hecho es la primera vez que reflejo a mi pueblo de Moya en un belén, todo ello de forma rigurosa para que sirva de escuela y enseñanza a los que vienen».

Ese trabajo incluye una atmósfera cambiante gracias a una cuidada iluminación «que crea la neblina, o que incide en las cascadas de agua, y sobre unas figuras que yo considero como actores, a los que visto ex profeso para la escena que desempeñan».

El diseñador Fernando Benítez, que desde que ya tenía cinco años ayudaba a su madre a confeccionar los belenes de casa, se dedica desde hace 30 de forma profesional a ellos, y también son suyos, entre otros muchos de este año 2021, el que luce en la fachada del Cabildo, que considera como «una revolución en cuanto a su temática, ya que habla de las emociones y de las distintas etapas que vivimos desde que nacemos hasta que morimos descritas en esta obra con mucho realismo».

También ha trazado el belén del parque de San Telmo, de estilo hebreo y especialmente enfocado para los niños, con un rigor bíblico donde se muestran todos los acontecimientos asociados al belén tradicional, como la anunciación, el sueño de San José o la huida a Egipto.

A ellos se suman, entre otros, el de las casas consistoriales de la capital y dos más en Vecindario así como varios en otras islas.

El que exhibe en el Castillo de Mata puede visitarse de lunes a viernes, de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas, mientras que los sábados y domingos, el horario será de 11.00 a 14.00 horas. Los días 24, 25 y 31 de diciembre y el 1, 5 y 6 de enero el museo cerrará en horario de tarde.

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