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El café que lleva turistas a Schamann

Café Mol abrió en plena pandemia y en poco tiempo ha logrado ser número 1 en TripAdvisor

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Café Mol es la cafetería número 1 en TripAdvisor de Las Palmas de Gran Canaria

Son las diez de la mañana y comienza a formarse cola a las puertas del Café Mol, en Schamann. Muchos de los clientes que esperan son turistas en un barrio, a priori, sin atractivo turístico. El Café Mol leva año y medio abierto y en este tiempo ha logrado convertirse en el establecimiento de moda del barrio... y de la ciudad. Una pareja de alemanes en pantalón corto y mangas de camisa se acerca y tras un pequeño lío de idiomas empiezan a entablar una conversación con la camarera, quien les explica la variedad de tartas y bocadillos dispuesta en las vitrinas del mostrador de pe a pa. Al preguntarles, reconocen que han llegado hasta allí por las recomendaciones de TripAdvisor; de hecho, apenas tres meses después de su apertura logró colocarse como el número entre los bares y restaurantes de Las Palmas de Gran Canaria en la conocida página web turística. Esta no sería una estampa muy extraña si no fuera porque el local no está en la playa de Las Canteras ni en Santa Catalina, ni siquiera en Triana o Vegueta. Está en Schamann, con vistas a los jardines de la iglesia de Los Dolores.

«Quería algo pequeño, en un sitio tranquilo para manejarlo yo solo y al final se me fue de las manos», reconoce Matías Manuel Hernández Suárez, quien dirige este establecimiento de Ciudad Alta. Situado en la esquina de las calles Cádiz con Bailén, abrió sus puertas en julio de 2020, cuando la nueva normalidad tras la cuarentena apenas estaba empezando a despuntar y la incertidumbre era máxima entre los empresarios, especialmente en la hostelería. «Pero no sé cómo, en septiembre [apenas tres meses después de su apertura] ya era el número uno en TripAdvisors», señala, «comenzó a venir mucha gente y todo fue por el boca a boca». «Al principio solo estaba abierto para los desayunos y ampliamos el horario a las meriendas», precisa.

Con 14 tipos de tartas, «todas caseras», precisa Hernández, y cinco clases de panes artesanales con diferentes sabores, lo que más caracteriza a Café Mol es el trato, destacan sus clientes. «Nos encargamos de transmitir buen rollo, siempre que alguien viene por primera vez le explicamos toda la carta», apunta.

Hernández: «La gente me decía, ¿pero cómo vas a abrir una café así en Schamann? Eso no va a funcionar»

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Todo comenzó en el verano de 2019. «Un día pasé por aquí con la moto, vi un garaje en venta y no lo dudé», comenta. Sintió un flechazo con esta esquina en el corazón de Schamann. Había sido encargado en un restaurante de la ciudad baja y entonces decidió emprender. «El local había que reformarlo entero, no tenía ni agua», señala. A comienzos de 2020 ya estaba todo listo y, de pronto, la pandemia llegó. «Eso sí, no nos quedamos parados, parte de la decoración la hicimos en la cuarentena», precisa. En julio, ya tras la desescalada, abrió las puertas del local.

Al principio sus amistades estaban incrédulas. «Me decían, pero cómo se te ocurre abrir una cafetería así en Schamann, eso no va a funcionar», resalta. Hizo caso omiso y el proyecto cuajó. «Al final el barrio también lo merece», indica, «hay gente mayor que te dice que antes tenía que pedir un taxi para tomarse el café en Triana y ahora lo hace aquí». ¿Y el nombre? «son las iniciales de mi hermana y mi madre, que fallecieron hace poco y me dan fuerza, y de mi pareja», explica Hernández.

Donde la imaginación vuela en este local es en las tartas que elaboran ellos mismos, con 14 variedades

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Y es que el Café Mol está junto a los jardines que rodean a la iglesia de los Dolores de Schamann, en una zona de poco tráfico, residencial; y a dos pasos de la cornisa que corona el paseo de San Antonio, donde hay unas vistas panorámicas de la parte baja de la capital de 180º. «Lo tenía ya todo y no podía echar atrás», apunta Hernández. De hecho, en poco tiempo se colocó por delante de cualquier bar, cafetería o restaurante de la ciudad; en el número uno. La sorpresa llegó cuando vio entrar por la puerta a unos turistas. «Venían caminando desde Mesa y López, les habían dado buenas referencias y aquí se plantaron», cuenta.

A partir de ahí, llegaron británicos, alemanes, franceses; y eso que el turismo internacional ha estado bajo mínimos por culpa de la pandemia. Claro que los bocatas de pan de avena con pasas relleno de jamón, aguacate y queso tierno; o de pan de millo con mermelada de pimientos y queso de cabra, hacen mucho. Lo mismo con «el zumol», cuenta, un jugo a base de plátano, mango y papaya. «Intentamos variar los ingredientes, cambiar la carta, sorprender con cosas nuevas y raras», apunta.

El hostelero Matías Hernández con una de las mariposas monarcas que hay en el Café Mol. José Carlos Guerra

Aunque donde la imaginación vuela es en las tartas. Así salió la de piña colada, la de chocolate Cadbury, la de limón con hierba buena y chocolate blanco o la de calabacinos con pistachos. Aunque recientemente. «Queremos que abran el paladar con recetas nuevas», reseña. Además, para añadir un toque más intenso de color, junto al mostrador tienen una colección de mariposas cedidas por la Asociación Pro Monarcas de Telde. «La gente puede comprar las crisálidas o ver cómo nacen aquí mismo», indica.

Minutos después de entrar al local, la pareja de turistas que entró al principio de este reportaje termina de desayunar. «Amazing», repite el señor al hostelero, claramente satisfecho, o lo que es lo mismo, «asombroso».

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