Javier Puga conoció a los hermanos Domínguez durante la construcción del centro comercial Las Arenas. A partir de ese momento nació una relación empresarial con HiperDino que, salvo un paréntesis propio de los ires y vineris de la compañía de alimentación, le ha llevado hasta hoy. Incluso, se puso en la piel de Papá Dino en una cabalgata de Reyes. El 23 junio recogerá el reconocimiento como Hijo predilecto de su ciudad natal.

Un chico de Alcaravaneras que llegó a consejero delegado de HiperDino.

Estudié económicas, realmente no por vocación, pensaba que cualquier profesión necesitaba a un economista. Cuando terminé mi padre se empeñó en que presentara el curriculum a una empresa de auditoría. Me mandaron a Londres un año. Me vine y me fichó Price. Ya a los 30 años me fui con José Abraham Domínguez.

Cambió una multinacional por una cadena de supermercados local.

Fue un cambio un poco extraño. Siempre digo que fue una decisión errónea desde el punto de vista teórico, pero me ha ido muy bien. Los hermanos Domínguez me engancharon para dirigir la construcción y comercialización del Centro Comercial Las Arenas. Vendieron la cadena pero continué como director general de Hiperdino con el fondo de inversión Vista Capital.

Se reencontró con los hermanos Domínguez en el sector inmobiliario y hasta la fecha ha seguido con ellos.

Sí, cuando volvimos a comprar la cadena teníamos un 14% de cuota de mercado y hoy es de un 26%. Vendemos en todas las Islas menos La Graciosa. En El Hierro y La Gomera online, aunque en esta última esperamos abrir en 2023.

¿Demasiadas horas de trabajo en ese camino?

Mi vida ha sido trabajar muchísimo. Sobre todo al principio, pero hoy es diferente. Con los años he aprendido a dirigir, antes lo hacía todo yo mismo. Antes pasaba los fines de semana en el despacho. Cuando Vista Capital me dio la oportunidad y crecimos tanto, un día me di cuenta que había trabajado sábado y domingo, iba a empezar la semana y tenía más trabajo que el viernes. Algo estaba haciendo mal. Al final hay que aprender a delegar y a dirigir.

«Cuando terminé de estudiar oposité al BBVA, salí elegido pero rechacé el puesto por un malentendido; mi vida ahora habría sido muy diferente»

¿Cuál ha sido la clave de este éxito empresarial?

Aprender a dirigir, a delegar y a rodearte de buena gente. Tener una estabilidad en tu núcleo familiar y de amigos. El aprendizaje lo he centrado en dos cosas; la parte profesional, donde incluyo saber delegar, rodearte de un buen equipo; y la personal, donde tienes que aprender a conocer a las personas, adaptarse a ellas. Hay quien necesita que les metas presión y otras que basta con motivarlas.

Cuando llegó a la cadena apenas tenían un par de tiendas y de repente se disparó el número.

Fue algo agotador. Al final es mucho más gratificante, aunque tengas más responsabilidades, dirigir una empresa muy grande que una que está empezando, donde todos los cambios tienen su tiempo. Además tenía una ilusión, que era ser directivo de una empresa que cotizara en bolsa. Superdiplo cotizó en el 99. Pero es algo que sobrestimamos. Había que estar preocupándonos todos los días de montón de cosas. No me gustó.

¿Cómo fue esa primera toma de contacto con los hermanos Domínguez?

Ellos eran unos empresarios hechos a sí mismos y no estaban acostumbrados a delegar en nadie. Conmigo crearon una relación en la que con los años sí lo hicieron. Hoy estoy de consejero delegado. Para mí son socios y amigos.

Sus caminos se separaron y terminaron por volver a unirse. Los conoció con la construcción del centro comercial Las Arenas, que fue el primero.

Aquello fue un antes y un después en el comercio de la capital. Y no fue fácil, de 130 comerciantes el primer año el centro perdió 30 o 40. Pero ha sido y es un referente.

¿Imaginó que llegaría a una empresa como esta?

Imaginaba muchas cosas, pero no lo tenía claro. De hecho, cuando terminé me presenté a unas oposiciones del BBVA y salí. Pero las rechacé por un malentendido. Cuando tuve la entrevista me dijeron que el primer año me tenía que ir a Madrid, pensé que con el sueldo no podía pagar la vivienda; luego me enteré que me la pagaban ellos. Para ese entonces ya había entrado en una auditoría aquí.

¿Cómo era la situación de la cadena cuando regresó en 2011?

Malísima, empezamos a ganar dinero tres años más tarde. Hicimos un plan Navidad, que era lo más sencillo, que las tiendas tuvieran luz, música, islas de congelados y precios agresivos. Vendíamos mucha mercancía al precio de coste, no ganábamos pero recuperábamos al cliente.

En esta etapa también nació la familia Dino. Icónica.

Fue una gran creación. Ahora los estamos dejando descansar un poquito. Los niños nos adoran. Trajimos 30.000 de cada y volaron. Tenemos una canción ecológica, una de cumpleaños feliz. De hecho, en una cabalgata de Reyes yo iba dentro del Papá Dino, me hizo ilusión. Fue una gran experiencia. Aprendí que el disfraz era insufrible. Los calcetines eran un paño empapado del sudor y diseñamos un disfraz más fresquito.

Lo sufrió de primera mano.

Me gusta meterme en los fregaos. Me gustaría tener más tiempo y decir, por ejemplo, voy a ser gerente de una tienda durante un mes, porque vas a vivir cosas que desde este puesto no las ves.

El mercado de la alimentación sigue diversificándose con el desembarco de Aldi.

Competimos con Lidl o Mercadona que son monstruos en tamaño. En Canarias somos líderes por una estrategia basada en el producto de aquí. En Península no tenemos el apoyo de la industria local, por eso somos más competitivos. Con productos nacionales sí tenemos peores condiciones.

¿Esto cierra la puerta a una expansión a la Península?

Nos hemos planteado ir a algún país de África. Lo estamos viendo con calma. De momento en Canarias tenemos 25 proyectos. Eso sí, unos cuantos directivos nuestros están aprendiendo francés.