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Fiestas Fundacionales | Entrega de honores y distinciones

Hidalgo anticipa su adiós como alcalde y apela a una ciudad abierta al mundo

El regidor aprovecha su discurso de entrega de honores y distinciones para iniciar su despedida | Pide a la ciudadanía que trabaje por una urbe justa y sostenible

Las personas y entidades reconocidas en el acto de Honores y Distinciones, junto al alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, ayer en el auditorio. Juan Carlos Castro

Augusto Hidalgo se valió de su discurso en la ceremonia de entrega de honores y distinciones de este jueves para emprender la tarea de despedirse como alcalde de la ciudad y lo hizo pidiendo a la ciudadanía que continúe trabajando para que Las Palmas de Gran Canaria siga siendo una «metrópolis cultural, una ciudad justa y sostenible, diversa y abierta al mundo, que no deje a nadie atrás». La de Hidalgo fue una alocución llena de nostalgia, de poesía e historia en la que utilizó el arte de Manolo Millares Sall, uno de los artistas más universales que ha alumbrado la capital grancanaria, cual si fueran hilos de saco con los que fue tejiendo, utilizando sus propias palabras, la arpillera histórica de la ciudad, sin olvidar resaltar, uno por uno, los méritos de las 23 personalidades e instituciones a las que se rindió homenaje en el Auditorio Alfredo Kraus. La disertación de Hidalgo fue un homenaje de principio a fin a Millares, cuyo arte estuvo presente en la Sala Sinfónica, donde se desarrolló el acto de entrega de honores.

Aunque no habló directamente de su marcha, la parte final de su discurso estuvo plagada de alusiones a la conveniencia de realizar un paso fugaz por lo cargos públicos. La intervención de Hidalgo, que será candidato a la presidencia del Cabildo de Gran Canaria por el PSOE en las próximas elecciones, fue la última que realiza en su calidad de alcalde. Debemos, dijo, «recordarnos siempre, a nosotros mismos, que cuando ostentamos una representación colectiva nuestra presencia debe ser efímera». «El objetivo», precisó, «pueden ser nuestras ideas, pero no nuestra permanente presencia para defenderlas. Nosotros llegamos y nos vamos. Así debe ser. El objetivo es que, en el futuro, los historiadores, filósofos, politólogos o artistas nos digan si hemos dejado huella».

Apeló a los vecinos y vecinas de esta ciudad para que sigan trabajando con la vista puesta en el objetivo de conquistar un futuro mejor. «Nosotros y nosotras, ciudadanos y ciudadanas de esta maravillosa ciudad, capital del Atlántico Medio y cruce de caminos y culturas, debemos ser inconformistas y continuar entrelazando los hilos de nuestra arpillera común, para seguir contando años y logros a nuestras espaldas, reivindicando nuestro pasado pero, sobre todo, trabajando en el presente para conquistar el mañana», sostuvo. Recordó el año de su nacimiento. Fue 1972, en el hospital de San José, en plena playa de Las Canteras, el mismo año en que murió Manolo Millares, evocó. Desde entonces ha pasado medio siglo en el que Las Palmas de Gran Canaria, constató, ha cambiado mucho y a mejor. A su juicio, «los gobernantes, representantes en democracia de la voluntad de los ciudadanos, debemos proponer, hacer transformar o retroceder. Además», apuntó, «deben leer la realidad en la que están presentes, para modificarla, retorcerla si es preciso, como si de una arpillera se tratase, para hacerla avanzar, estos es, para que la gente adquiera mayores cuotas de felicidad, para conquistar mayores espacios de libertad. Y hacerlo sin necesidad de renunciar al pasado, como nos dijeron estos artistas de la informalidad, Millares, Chirino.... para caminar por la senda de la sostenibilidad ambiental y prosperidad humana». 

El origen

Hidalgo inició su intervención remontándose al 24 de junio de 1478, cuando arribaron Juan Rejón y sus hombres, cambiando de arriba a abajo la historia de aquel lugar y la de sus antiguos habitantes. Relacionó la arena, el agua y la madera que debieron utilizar como parte de aquellos elementos básicos para crear el Real de Las Palmas, con los materiales que utilizó Millares cuatro siglos después para armar las arpilleras, su creación más personal por la que es conocido mundialmente. 

Y es que a su juicio hay que mirar hacia el pasado para «seguir creando ciudad; recordando nuestra fundación para hacer balance de lo construido y soñar con lo que todavía podemos hacer». Al respecto, destacó que «Las Palmas de Gran Canaria es hoy una urbe de contrastes, lugar de encuentro, vanguardista y crisol de culturas que, desde el Guiniguada, se extendió a los cuatro puntos cardinales, creciendo en su istmo, litoral y campo, coloreando colinas y abrazando el mar». No olvidó el Puerto de La Luz y de Las Palmas, que convirtió al municipio en «una ciudad-mundo, en la que la creación, la imaginación y el arte en todas sus manifestaciones encontraron perfecto acomodo, dando como fruto ejemplos como el de Millares, quien en su obra y en su propia vida personificó a la perfección lo que significa ser ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria». Ciudadano de esta ciudad y del mundo, subrayó, Millares llevó el nombre de Las Palmas de Gran Canaria por todo el globo, como hiciera también el artista que dio nombre al Auditorio Alfredo Kraus.

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