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Las salinas perdidas de GuanartemeEduardo Navarro García

ANÁLISIS

Las salinas perdidas de Guanarteme

Entre El Rincón y Las Canteras floreció una industria que abasteció a la ciudad tres siglos atrás | Su dueño, Juan González Montañez, fue organista mayor de la catedral

En la actualidad está adquiriendo gran auge la recuperación e investigación de las salinas canarias desde diversos puntos de vista, como el periodístico, histórico, arquitectónico, museístico, medioambiental, de investigación gastronómica, química, médica...

Se conoce una copiosa información periodística y documental sobre unas 70 salinas repartidas por todas las islas, especialmente en Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. También son muy interesantes algunas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro. Al día de hoy sólo se encuentran en producción aproximadamente una decena en Gran Canaria (Bocacangrejo, Tenefé, Arinaga, El Bufadero, activas de forma intermitente), Lanzarote (Del Janubio), Fuerteventura (Del Carmen), La Palma (Fuencaliente) y Tenerife (La Caleta de Interian, de producción a nivel doméstico).

En la costa del noreste de Gran Canaria, situadas entre Los Bañaderos (Arucas) y El Confital (La Isleta de Gran Canaria), existieron ocho salinas, muchas de ellas activas durante los siglos XVII al XX. Las más conocidas fueron Las Salinas del Bufadero, pertenecientes al municipio de Arucas, las de Guanarteme o Salinas Pérdidas y las de La Isleta o de El Confital correspondientes al de Las Palmas. Las Salinas de Guanarteme o Salinas Perdidas fueron fabricadas en 1669 y su primer propietario fue don Juan González Montañez, Las Salinas del Bufadero fueron construidas en 1760 y entre sus propietarios se encuentra don Fernando González Hernández y las Salinas de La Isleta o de El Confital edificadas alrededor de 1859, cuyo primer propietario fue el gran médico, escritor e investigador, doctor Domingo J. Navarro Pastrana.

Las salinas perdidas de Guanarteme

Se conoce una copiosa información periodística y documental sobre unas 70 salinas repartidas por todas las islas, especialmente en Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. También son muy interesantes algunas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro. Al día de hoy sólo se encuentran en producción aproximadamente una decena en Gran Canaria (Bocacangrejo, Tenefé, Arinaga, El Bufadero, activas de forma intermitente), Lanzarote (Del Janubio), Fuerteventura (Del Carmen), La Palma (Fuencaliente) y Tenerife (La Caleta de Interian, de producción a nivel doméstico).

En la costa del noreste de Gran Canaria, situadas entre Los Bañaderos (Arucas) y El Confital (La Isleta de Gran Canaria), existieron ocho salinas, muchas de ellas activas durante los siglos XVII al XX. Las más conocidas fueron Las Salinas del Bufadero, pertenecientes al municipio de Arucas, las de Guanarteme o Salinas Pérdidas y las de La Isleta o de El Confital correspondientes al de Las Palmas. Las Salinas de Guanarteme o Salinas Perdidas fueron fabricadas en 1669 y su primer propietario fue don Juan González Montañez, Las Salinas del Bufadero fueron construidas en 1760 y entre sus propietarios se encuentra don Fernando González Hernández y las Salinas de La Isleta o de El Confital edificadas alrededor de 1859, cuyo primer propietario fue el gran médico, escritor e investigador, doctor Domingo J. Navarro Pastrana.

Existe abundante documentación sobre las Salinas del Bufadero y de las Salinas de La Isleta, así como una amplia biografía de sus respectivos propietarios. No ocurre lo mismo sobre Las Salinas de Guanarteme o Salinas Perdidas.

Interesante biografía

El presente artículo tratade describir la situación, características e importancia de las Salinas de Guanarteme o Salinas Perdidas, así como realizar una breve, pero interesante, biografía de un personaje amante de la música y soñador empresario de la sal, llamado don Juan González Montañez.

En la desembocadura del Barranco de Guanarteme existieron unas importantes salinas denominadas de Guanarteme o Salinas Perdidas que abastecían de sal tanto para el consumo doméstico de la ciudadanía de Las Palmas como para la salazón de pescado.

Este barranco situado, ya en la cartografía antigua, entre el de Tenoya y la Playa de Arrecife (actual playa de Las Canteras), tiene su nacimiento en unos afluentes del de San Lorenzo, por lo que también fue conocido así.

El barranco de San Lorenzo al pasar por el barrio de Tamaraceite recibe el nombre de barranco de Tamaraceite y cuando desemboca en Guanarteme es denominado barranco de Guanarteme. Aparece citado, por ejemplo, en el Mapa cartográfico de Pascual Madoz dentro de su Diccionario Geográfico-Estadístico Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar (1845-1850).

Debido a la gran cantidad de saleros naturales existentes en el siglo XVII entre Los Bañaderos y El Confital y observando que las condiciones de la desembocadura del barranco de Guanarteme eran apropiadas para construir unas salinas, alguien con visión de futuro en el campo del cultivo de sal consiguió los permisos para la construcción de dicha industria, allá por el año 1668. Este visionario fue don Juan González Montañez, personaje considerado como una auténtica institución en la Catedral de Las Palmas, ya que fue compositor y organista mayor.

Nació en La Palma en 1633 y falleció en Las Palmas en 1717 a la edad de 84 años, después de haber ejercido su profesión por más de 60 años. Primero como suplente de órgano, luego como ayudante y finalmente como organista mayor.

Desconocemos cuándo se trasladó a Las Palmas, pero entre 1641 y 1651 don Juan Pablo de Ávila era organista mayor de la Catedral de Las Palmas y en el año 1641 la catedral ya contaba con tres órganos. Tuvo por discípulo a Juan González Montañez desde que era un mozo de coro, por lo que se deduce que siendo un niño ya era un apasionado de la música, con una alta sensibilidad y oído para el aprendizaje y funcionamiento de los instrumentos musicales, y especialmente sentía pasión por la magia de los sonidos del órgano. Así, en 1649, con sólo 16 años, fue elegido alumno suplente en el órgano. Más tarde, su maestro propuso que fuera nombrado ayudante de órgano y afinador.

Al morir su maestro (quizás en 1651) el Cabildo de la Catedral le dio el cargo de organista mayor, puesto que ocuparía hasta su jubilación acontecida en 1710, a los 77 años. También fue un excelente compositor, aunque la única obra que se conserva de su repertorio es un Himno glorioso a San José.

Familia de músicos

Desconocemos cuándo contrajo matrimonio y el nombre de su esposa, pero sí es conocido que tuvo una familia numerosa, la cual llevaba en sus genes la pasión por la música. Así, entre sus hijos se encontraron algunos músicos; el mayor fue su ayudante en el cuidado y arreglo de los órganos, mientras que otro de ellos fue cantor. En cuanto a las hijas, una fue maestra de capilla y otra organista en el convento de Santa Catalina de la isla de La Palma, donde ambas profesaron como monjas en 1680. No sabemos la edad a la cual tomaron los hábitos pero en esos momentos el señor González Montañez tenía 47 años.

En 1668, don Juan contaba con 35 años de edad y una profesión como organista mayor de la Catedral que le permitía disponer de cierta calidad de vida y en estos momentos ya era dueño de unos terrenos en la desembocadura del barranco de Guanarteme. En los Protocolos Notariales que se encuentran en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas siendo Escribano Diego Álvarez de Silva, en el legajo 1284 del año 1668 se puede leer: «Juan González Montañez da poder a don Francisco de la Puerta, capellán de Su Majestad en la Catedral de Las Palmas, para que comparezca ante el rey y le solicite la facultad necesaria para fabricar salinas en tierras del otorgante localizadas en Guanarteme, el propietario ofrece al rey 48.000 maravedís o lo demás que ajustase sin que se pasara de los 105.600 maravedís».

En el año 1669 fueron construidas en el Barranco de Guanarteme, las Salinas de Guanarteme que también recibieron el nombre de Salinas Perdidas.

Según el investigador José González Navarro en su libro Las Salinas tradicionales de Canarias, las Salinas Perdidas son del tipo ‘sobre barro’. Esto quiere decir que los componentes de dichas salinas (cocederos, acequias, caños, tajos, etcétera fueron construidos con barro apisonado manualmente mediante un gran pisón de madera. A este tipo pertenecen también las Salinas de La Isleta o de El Confital. Sin embargo, las Salinas de El Bufadero son del tipo ‘sobre roca’. O sea, que todos los componentes para la captación, distribución y concentración del agua de mar se asientan en terreno rocoso de la primera línea de costa, lugar de ensenadas y maretas donde cristaliza la sal.

En alquiler

Al parecer, en el año 1671 las Salinas de Guanarteme se encontraban en pleno funcionamiento, siendo en 1672 cuando su propietario, el Sr. González Montañez, realiza diversas transacciones para su venta, aunque primero efectuó la operación de arrendamiento. Así, en los Protocolos Notariales que se encuentran en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas , siendo Escribano Baltasar González Perera, en el legajo 1.242 del año 1672 se puede leer: «Juan González Montañez impone a favor del Castellano don Diego Cejudo Hidalgo 52.800 maravedís a renta sobre las salinas, tajos, cocederos y casas en Guanarteme. Las salinas poseían ya 72.000 maravedís de gravámenes establecidos a favor del convento de San Bernardo de Las Palmas».

Desconocemos cuanto tiempo estuvieron arrendadas a don Diego Cejudo Hidalgo y el tiempo que estuvieron funcionando como industria. Al parecer algunos documentos apuntan que hasta, al menos, la mitad del siglo XVIII, permanecieron a pleno rendimiento. Tiempo en el cual se produjo su cierre, sin que se sepa con precisión la causa de su desaparición.

A principios la primera década de los años setenta del siglo XVIII, Don Juan González Montañez enviudó, momento en el que decide ordenarse sacerdote, dándose cumplida información de este acontecimiento en las Actas Capitulares del momento. Finalmente, en 1717 fallece en Las Palmas.

En la larga historia del señor González Montañez se encuentran algunas anécdotas curiosas. Entre otras, el duelo a espada que tuvo con un canónigo, en la Iglesia del Sagrario, por cuya causa fue despedido durante meses de la Capilla. Lo cual refleja, el posible carácter impetuoso que poseía el organista y empresario, siendo, al mismo tiempo, un hombre auténticamente religioso.

Con respecto al comentario anterior y para situar el lugar del percance, se debe decir que a finales del siglo XV, el lugar elegido para la ubicación de la Catedral de Santa Ana se situaba en los solares adquiridos por el Cabildo, no solo para la construcción del monumento, sino también para la alineación de la plaza de Santa Ana. Allí se levantó la Iglesia baja del Sagrario, entre la plaza del Pilar Nuevo y la plaza de los Álamos. Iglesia que hizo las veces de Templo Catedral, convirtiéndose en parroquia matriz desde 1570 hasta el siglo XVIII.

Finalmente, en 1990, el Centro de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia publica el CD Monumentos Históricos de la Música Española. Uno de sus 25 temas lleva por título Maestros de Capilla de la Catedral de Las Palmas. Siglos XVII y XVIII. En dicho CD se puede escuchar el precioso Himno al Glorioso San José Compuesto por don Juan González Montañez.

Con este artículo se pretende hacer un merecido homenaje a Don Juan González Montañez, Compositor y Organista de la Catedral de Las Palmas, propietario y constructor de las Salinas de Guanarteme o Salinas Perdidas, que surtieron de sal a la ciudad de Las Palmas durante la segunda mitad del siglo XVII y posiblemente hasta las tres o cuatro primeras décadas del XVIII.

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