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Los caballos que corren sin dolor

Una estudiante de Veterinaria trabaja en la creación del primer manual para asegurar el bienestar equino

La alumna de Veterinaria Paola Monagas cabalgando con uno de sus caballos. LP/DLP

Paola Monagas, alumna de tercer año de Las Palmas de Gran Canaria, está desarrollando junto a la escritora galesa Lucy Rees un protocolo para identificar las dolencias de los caballos en la hípica. 

La ausencia de un protocolo que vele por el bienestar de los caballos en los centros de hípica y fincas privadas del país ha llevado a que cada vez sea más habitual ver a animales que se desploman en medio de una carrera o de un entrenamiento porque compiten a la vez que lidian con múltiples dolores físicos. Con el objetivo de limitar este tipo de prácticas, la estudiante de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Paola Monagas, está desarrollando junto a la escritora y etóloga galesa Lucy Rees un manual para que cualquier persona relacionada con el mundo equino sea capaz de reconocer si los animales se encuentran en buenas condiciones y están aptos para realizar ejercicio. 

La manera más sencilla con la que todo tipo de jinetes pueden identificar el dolor que está sintiendo un caballo consiste en acercarse y palpar su lomo en busca de posibles heridas ocasionadas por la silla o alguna otra pieza del equipamiento. Sin embargo, a muchas de las personas que practican hípica en su día a día les cuesta más trabajo identificar si la musculatura del animal es la que debería tener. La guía que están creando ambas investigadoras pretende acercar todo este tipo de información a las personas de a pie para que puedan darse cuenta de si el caballo siente dolor observando su forma de caminar.

Las investigadoras van a presentar el protocolo una vez esté finalizado a la Federación Española

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El estudio para crear esta guía dirigida a los dueños de caballos se presentará por primera vez a comienzos de septiembre en el cuarto Congreso de Bienestar Equino, que tendrá lugar en Cavalls de Terraprim, dentro de la provincia de Girona. Paola Monagas será la única canaria en ofrecer un taller en este evento, en el que participarán profesionales de todo el mundo relacionados con la equitación.

La primera parte de estas sesiones irá dirigida a explicar a los asistentes cómo medir el bienestar de los caballos y detectar si presentan puntos de dolor observando su condición física y su forma de moverse, para determinar si se encuentran en su peso adecuado, si tienen molestias en alguna zona o si cojean más de un lado que de otro. En base a estos datos se creará una escala de puntos que permita llegar a una conclusión sobre si el animal cumple con las condiciones para poder competir o si sería necesario mejorar algunos aspectos antes de hacerle llevar a cabo la actividad física.

Los asistentes al congreso serán los primeros en poner en práctica la teoría para ayudar a las investigadoras a determinar si estas lecciones son suficientes para identificar la situación en la que se encuentran los animales en los centros. El objetivo de este proyecto es facilitar que cualquier persona que realice este deporte, con independencia de su edad o de su experiencia, sea capaz de reconocer si el animal se encuentra en buenas condiciones para correr.

Una de las creadoras del proyecto, Paola Monagas, curando a un caballo. LP/DLP

"La idea es que en un futuro, cuando todo esto esté terminado y formalizado, se presente a la Federación Hípica Española para tenerlo como un protocolo para la actividad de los caballos de hípica, que al final son los que se ven más afectados con todo esto", explicó la estudiante de Veterinaria "no hay ningún manual en estos momentos, ni nada físico para decir este caballo sí puede estar aquí y este no, con lo que vemos que se comenten atrocidades muchas veces en las pistas".

Monagas comenzó a relacionarse con el mundo equino cuando tenía ocho años y empezó como muchos otros niños de la isla a montar a caballo en un centro ecuestre de la Isla. "Había una parte de mí que me decía de ir un poquito más allá. Al principio eres pequeña y no te das cuenta de lo que está pasando, pero conforme vas creciendo puedes empezar a ver que hay cosas que se pueden hacer mejor, aunque es cuestión de tiempo, de dar información y esperar el cambio", aseguró.

«Cuando dejé la hípica tuve más contacto con los animales porque además de montar tenía que cuidarlos»

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Para la alumna de la ULPGC ese momento llegó cuando tenía 13 años y empezó a darse cuenta de que los animales que se encontraban en el centro no estaban en las condiciones adecuadas, por lo que decidió trasladarse a una finca privada. Ese espacio le dio cierta libertad para atender a los caballos de la forma que consideraba conveniente, aunque cometió "muchos errores porque venía de un ambiente muy tradicional de la hípica en el que el caballo se monta y ya está, pero, como tenía más autonomía, me fui dando cuenta con la práctica de las necesidades que tenía el caballo. Dejé hípica y fue el momento en el que tuve más contacto con ellos porque ya no era solo ir a montar sino también ocuparte de su cuidado".

Sin embargo, después de un tiempo se dio cuenta de que los caballos que entrenaban en ese lugar tampoco estaban en un buen estado. En concreto, estableció una conexión muy especial con dos de ellos, que le despertaron el deseo de "querer luchar por su bienestar". Tuvo que esperar a cumplir la mayoría de edad para comprar a ambos animales, sacarlos de ahí y empezar a atenderlos de una forma más responsable.

"Es muy necesario adoptar un protocolo en la Isla porque al final mucha gente, con la mejor intención, no se dan cuenta de que el caballo está cojo o de que le duele alguna zona porque eso nunca te lo explican. Tú vas a montar y lo haces, pero nunca nadie te dice 'esto significa que tiene dolor', 'esto significa que no está muy cómodo por aquí, vamos a hacer algo para que el caballo esté mejor'. Eso no suele pasar, son hípicas que puedo contar con dos dedos de la mano las que hacen eso en Gran Canaria", sentenció la cocreadora de esta iniciativa.

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