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Temporal en Canarias

La tormenta empapa Cañada Honda

La falta de limpieza de las alcantarillas obliga a los vecinos a quitar ellos mismos la maleza

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Barrio de Cañada Honda tras el paso del temporal Hermine Juan Castro

"Ahora nuestra vida es así, con las botas de agua en la puerta", indica Marcos Santana, vecino del barrio capitalino Cañada Honda. Una semana después de que la tormenta Hermine anegó la calle Barranco Tasarte, la vida de los vecinos comienza a volver a la normalidad. El agua entró a las viviendas por la altura de los tobillos y la calle se convirtió en un río marrón. 

Las Palmas de Gran Canaria fue uno de los municipios más afectados por la tormenta tropical, los pluviómetros registraron 130 litros por metro cuadrado y el Ayuntamiento intervino en 477 incidencias durante el pasado fin de semana. Hermine se convirtió en la segunda tormenta más intensa de la historia, solo superada por la acontecida en el año 1954.

La peor parte se la llevaron los vehículos aparcados en la vía pública, la fuerza del agua proveniente del barranco causó daños en uno de ellos que incluso arrastró algunos metros. Las ramas se atascaron en la parte inferior de otro coche y la limpieza le costará a su dueña 80 euros. Una moto aparcada en la calle muestra el rastro del agua, las líneas de barro llegan casi al manillar. "Tuvimos que llamar al dueño para que viniera del trabajo a guardarla", explica Roberto Zamora, un vecino de toda la vida de la zona. 

"Yo tengo un aljibe y por poco se cuela el agua, imagínate todos los litros que hubiera tenido que tirar", añade Zamora. Las fachadas de las casas tienen pequeños agujeros de los clavos que sujetaron las tablas en las ranuras de las puertas para evitar que el agua entrara más de lo que ya lo estaba haciendo. 

La fuerza del agua que bajaba por la calle Barranco Tasarte arrastró un coche y rompió un muro

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La fuerza fue tal que rompió un muro en la parte final de la calle. Los vecinos reclaman al Ayuntamiento la reparación del mismo, ya que aseguran que en esa zona los jóvenes organizan fiestas y "sería una desgracia que alguien se viera afectado porque se le viene alguna piedra encima", explica Zamora que añade que también han pedido al Consistorio la instalación de una luminaria en la zona porque se ha convertido en un punto de trapicheo, al que algunas personas acuden para drogarse. 

El agua arrastró piedras, ramas y todo tipo de basura por el barranco hasta el barrio. En el cauce del mismo, Zamora recuerda que se formó una montaña de barro. Ayer, el barranco aún presentaba las secuelas de las intensas precipitaciones, el fango y los hierbajos son la estampa que deja Hermine

Zamora indica que el Consistorio capitalino no limpia la maleza de las alcantarillas y del barranco y que por esa razón las consecuencias son aún peores cuando llueve. Teresa Talavera cuenta que su marido "limpia las alcantarillas todos los domingos porque aquí no viene nadie". 

Fueron los propios vecinos los que tuvieron que limpiar el decantador que se encontraba lleno de barro y plantas. Con sachos y otras herramientas consiguieron deshacerse de la mayor parte de la basura. Días después el Ayuntamiento limpió el decantador pero los vecinos aseguran que es "tan estrecho que es muy difícil para los trabajadores del servicio mantener una limpieza adecuada", expresan.

Los vecinos achacan el problema de las inundaciones a las obras realizadas en 2018 a través del Plan de Cooperación del Cabildo de Gran Canaria, licitado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con un presupuesto que ascendió a 479.950 euros. En la Cañada Honda no ven con buenos ojos los trabajos realizados por la empresa Construplan Construcciones y Planificación. 

"El decantador no es suficiente para el nivel y la fuerza del agua que cae del barranco", asegura el vecino Juan Pérez y señala la zona en la que antes estaba una valla que fue completamente arrancada del suelo. Zamora añade que a causa de la obra subieron el nivel de la calle y las aceras, de nueva construcción, fueron edificadas a ras del suelo, por lo que no protegen a las viviendas del agua que corre. "Nos dijeron que la normativa era así y aunque les pedimos que subieran un poco el nivel nos dijeron que tenía que estar a la misma altura", lamenta Zamora.

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