Los barrios ricos tienen más niños y adolescentes que los más pobres

La población infantil tiende a tener más peso en partes de la ciudad de nueva creación y alto poder adquisitivo, caso de La Minilla o Siete Palmas

Familias con niños pasean por las calles de La Minilla.

Familias con niños pasean por las calles de La Minilla. / Juan Castro

En una sociedad en la que la esperanza de vida supera ampliamente los 80 años y donde la tasa de natalidad en Canarias está a la cola de España, ver niños por la calle es cada vez una tarea más complicada. El Atlas de distribución de la renta correspondiente a 2021 elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) desvela que en los barrios de mayor poder adquisitivo de Las Palmas de Gran Canaria, especialmente en aquellos de nueva construcción, hay más menores de 18 años que en muchos de los más desfavorecidos.

Los niños, niñas y adolescentes menores de 18 años suponen más del 20% de la población en barrios como La Minilla o Carretera de Chile, ambos con un alto poder adquisitivo -de hecho, los hogares de estas zonas están entre el 5% de los más ricos de España-. Cierto es que se trata de zonas de nueva expansión, con edificios en su mayoría pertenecientes a la última burbuja del ladrillo, pero los datos del INE desvelan contrastes que no pasan por alto en barrios de mayor antigüedad. De esta manera, hay más población menor de edad, proporcionalmente hablando, en Ciudad Jardín o Ciudad del Mar -durante años, la milla de oro de toda Canarias- que en El Polvorín o el Lomo Apolinario.

Los menores también suponen más del 20% de la población en San Francisco de Paula y La Montañeta -sus hogares están entre el 8% de los más ricos del país-, buena parte de Siete Palmas -justo en las zonas de mayor poder adquisitivo- o el tramo bajo de la avenida Juan Carlos I -con una renta bruta por unidad familiar que roza los 75.000 euros anuales, están entre el 4% de los más ricos-.

La sección censal con mayor porcentaje de población menor de edad -un 25,19% de los vecinos- corresponde con el área de chalets de Ciudad Jardín junto a la carretera de Teror. Se trata de una zona nueva de la capital con una declaración de la renta por hogar que supera los 52.000 euros anuales, lo que la coloca en el 11% de los más ricos del país. No obstante, se trata de un barrio de contrastes. 

La zona alta de Ciudad del Campo conformada por viviendas sociales de hace una década es la única sección censal entre las más pobres de la ciudad -la renta por hogar en este caso ronda los 26.400 euros- donde más del 20% de sus vecinos son menores de edad. Por lo demás, también hay un buen número de niños y adolescentes en La Mayordomía y en la zona de expansión entre Tamaraceite y La Galera, dentro de la media de ingresos.

Cierto es que hay zonas de alto poder adquisitivo como Vegueta o las inmediaciones de Mesa y López donde la población infantil no es relevante. Y es que, salvo estos barrios donde la población menor de edad despunta, no hay grandes diferencias entre la ciudad baja y la alta. En el conjunto de la capital suponen el 14% de la población y la mayoría de zonas se mueven alrededor de esta cifra. Los mayores de 65 años, en cambio, son ya el 19,6% de los vecinos.

Problema transversal

La baja natalidad se ha convertido en una cuestión transversal, apenas hay zonas donde los infantes son menos del 10% de los vecinos. Concretamente, el barrio con menos niños de la ciudad es Las Chumberas -el 7,8% de sus vecinos son menores-, cuyos hogares están entre el 5% de los más pobres del país. Esta circunstancia solo se repite en los aledaños de Las Canteras y en zonas puntuales de Vegueta y Schamann.

El sociólogo Aniano Hernández señala que habría que hacer «un análisis más pormenorizado» para relacionar clase social y natalidad. Y es que, según el experto, la caída de los nacimientos en las Islas es algo «transversal y que afecta a todas las clases sociales». De hecho, señala que Gran Canaria ya tiene una tasa de 0,89 hijos por mujer, «el índice más bajo de los últimos 25 años», al mismo tiempo que la edad media de las madres está ya en 32 años, cuando hace un cuarto de siglo era de 22.

«Sin políticas de ayuda directa a la reproducción no se van a cambiar estas pautas que están muy arraigadas en la cultura y el estilo de vida de las generaciones en edad de reproducir», resalta el sociólogo. Se trata de ayudas que deberían pasar por mejoras en ligadas al salario y a la disponibilidad de tiempo para la crianza o facilitar el acceso a la vivienda y a equipamientos destinados a la infancia, como escuelas infantiles, «es lo que se ha hecho en los países europeos avanzados que tuvieron este mismo problema y lo han revertido con esas políticas».

Es más, el sociólogo señala que la dinámica del coste-beneficio «tiene tanta fuerza, que observamos en los últimos años que las madres extranjeras residentes en la Isla optan también por reducir su fecundidad, cuando anteriormente mantenían las tasas de reproducción de los países de origen». Por lo que «nos salva la fuerza de trabajo» la llegada de inmigración de entre 20 y 50 años tanto nacional como extranjera. 

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El sociólogo Aniano Hernández pone en valor la llegada de población de más de 50 años, que responde a «una inmigración residencial de jubilación». En la capital grancanaria este segmento de la población tiene una zona predilecta en las inmediaciones de Las Canteras. En La Puntilla, por ejemplo, los mayores de 65 años suponen el 30,6% de sus vecinos; en el Istmo y otras partes de la playa suponen más del 25%. En cambio, la población menor de 18 años ronda apenas el 10% de los vecinos en estos mismos aledaños de la playa capitalina. Según los datos del INE, los jubilados también predominan en los edificios de la Avenida Marítima y otras zonas puntuales. | A. V.

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