Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

Chani, un bazar con lazo de regalo en Las Palmas de Gran Canaria

La tienda nació como un obsequio de una madre a una hija, 13 años después el local lo traspasaron también como un presente para al actual propietario

Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria | Bazar Chani

José Carlos Guerra

Los vecinos más jóvenes del barrio de San Roque le conocen como Chani a pesar de que su nombre es Fran Molina. Desde 2011 es el propietario del bazar Chani que abrió en 1975, cuando Sebastiana recibió un regalo inesperado de su madre: los papeles del local que fue su sustento durante toda su vida laboral. 

Era la tiendita de toda la vida con golosinas, comida, artículos para el hogar y periódicos en la planta baja de su casa. Chani y su madre trabajaron durante años en el local surtiendo a los vecinos de todo lo necesario. Pero cuando la inicial propietaria quiso retirarse en 2011 buscó a algún familiar que quisiera continuar y le preguntó a su primo Paco Molina. 

La historia se repite

Este policía nacional retirado pensó en su hijo para sustituirla, ya que «no estudiaba mucho». Fue entonces cuando la historia se volvió a repetir, ya que a su hijo le aseguró que iba a trabajar en el bazar como empleado, pero al citarle para firmar el contrato se llevó una sorpresa. «Cuando fuimos al gestor no era para firmar el contrato, era un traspaso a mi nombre. En ese momento no me lo creía», recuerda Fran Molina trece años después mientras atiende a los clientes.

El bazar ha sido en dos ocasiones un regalo para jóvenes que comenzaban sus andanzas en el mundo laboral, y que gracias a ello salieron adelante con su propio negocio. Molina reconoce que por su cuenta no hubiera sido capaz de abrir un negocio por todo el dinero que hay que desembolsar. Tan solo tenía 18 años durante el traspaso, y su única experiencia era un trabajo en cocina en un restaurante, por lo que fue una dosis de realidad adulta. «Al mes siguiente me fui a vivir solo, y ya empezó todo a rodar», recuerda. Chani estuvo un mes enseñando al joven cómo era la rutina del bazar, que en aquella época también vendía alimentación y periódicos. Su padre, Paco, también le ayudó al empezar en el negocio, aunque en la actualidad sigue echando una mano a su hijo cuando hace falta. 

La mejor compañía

Aunque el más fiel es su perrito Shiva, que desde el primer día aguarda en la puerta para visitar al dueño. Los clientes se acostumbraron tanto a su presencia que para muchos dejó de ser la tienda de Chani y pasó a ser ‘la tienda del perro’. El animal con su carácter afable y tranquilo se ha ganado el corazón de muchos de los clientes y vecinos, además de convertirse en una seña de identidad del bazar. Además, Shiva hace compañía a su dueño en las horas más monótonas.

Hace dos años se mudaron a la acera de enfrente con el objetivo de ampliar la tienda. «Se me hacía pequeña, yo creo que era la mitad o un cuarto de esta», asegura Molina. Ahora ha conseguido incrementar la mercancía, y por tanto, las ventas, además de hacer más hincapié en las chucherías y dejar atrás el sector de la alimentación, a excepción de huevos, leche y azúcar. «Gastaba 200 euros en alimentación y estaba ahí dos meses porque tardaba en salir, pero en papas me puedo gastar 1.000 euros en tres días y se vende», apunta. Dentro de poco pretende volver a agrandar aún más el local unos cuantos metros.

El dueño ha priorizado la venta de golosinas a la alimentación para atraer a más jóvenes

Nuevos clientes

Con este cambio comenzaron a vender a más jóvenes y niños y menos a personas mayores. «A los más jóvenes los he visto crecer», apunta. «Lo que me interesa a mí es el futuro, yo quiero estar aquí muchos años y quiero que toda esa gente venga aquí», añade. A pesar de ello, sigue vendiendo a clientes fijos que le compraban a la fundadora. 

Con la experiencia de los primeros años, Molina decidió abrir una tienda en Arucas que mantuvo durante dos años y que llamó ‘Chani 2.0’. Sin embargo, el ritmo con dos locales era frenético, no dejaba de trabajar y le quedaba poco tiempo para pasar con su familia. «A mi hijo solo lo veía durmiendo», rememora. Para gestionar los dos lugares tuvo que contratar empleados, cuyos costes a veces le ahogaban el presupuesto: «Yo sé que ganaba dinero porque les pagaba, pero a veces les pagaba más a ellos que lo que ganaba yo». Por esa razón cerró el de Arucas porque en el Bazar Chani original pudo mudarse y expandirse al tener una tienda más grande. 

Tienda familiar

Ahora puede descansar al dedicarse solo a la tienda de San Roque, aunque sigue trabajando todos los días desde las 07:00 hasta las 22:00 horas. El local se ha mantenido como un negocio familiar, ya que desde hace algunos años también trabaja su mujer Sandra Crespo, y ambos se organizan los turnos para cubrir la jornada y conciliar la vida familiar. Y es que el día a día es un goteo constante de clientes, que compran todo tipo de productos. Lo que más vende son pastillas de gominolas que siguen costando a cinco céntimos, un precio irresistible para los niños. «Yo vendo tanta cantidad que me da un buen precio y merece la pena venderlas a cinco céntimos, la gente dice que están frescas, y eso es porque compro todas las semanas», detalla.  

Molina conoce a la mayoría de clientes, ya que como él dice su eslogan es ‘Tu tienda de barrio’. Un espacio de cercanía que se ha adaptado a los nuevos tiempos y en el que espera que los clientes consigan todo lo que pidan. «Mi objetivo es tener un poco de todo y si no lo tengo lo busco y lo consigo», afirma el dueño. Por su interior pasa cada día la juventud, pero también aquellos clientes fijos de toda la vida en un punto de encuentro del barrio.