Entrevista | Mónica Chirino Landraud Contrabajista y doctora por la ULPGC

Mónica Chirino Landraud: "La Capilla de Música de la Catedral de Canarias es un tesoro de piezas clásicas"

El archivo de la Capilla de Música de la Catedral de Canarias es uno de los tesores del templo. La contrabajista Mónica Chirino Landraud desentraña en una tesis lo que fue entre 1600-1800. 

Mónica Chirino Landraud durante la exposición de su tesis en la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

Mónica Chirino Landraud durante la exposición de su tesis en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. / ALEJANDRO QUEVEDO/LP/DLP

¿Por qué se interesó por los instrumentos de cuerda frotada y de viento de la Capilla de Música de la Catedral de Canaria en el Antiguo Régimen?

Soy contrabajista de Conservatorio. En un principio, mi idea era hacer un trabajo de investigación relacionado con los instrumentos de cuerda frotada, pero al ver la cantidad de material que había al respecto, incluí también el viento, sobre todo por realizar un trabajo, musicalmente hablando, más completo. Ambas familias instrumentales se complementan. Los instrumentos de viento se incorporan a la Catedral de Canaria en 1559 con el contrato de Joan Donat, un valenciano que pasaba por las islas rumbo a Sudamérica y que ofreció sus servicios al cabildo catedralicio. Este músico tocaba la chirimía y la corneta. Los de cuerda frotada se incorporaron mucho más tarde, a principio del siglo XVIII bajo el magisterio del maestro de capilla Diego Durón.

¿Qué papel cumplía dentro de la evangelización?

Las capillas de música eran sumamente importantes, ya que ponían música al culto divino. Cuanto más prestigioso era el maestro de capilla, más prestigio tenía la catedral. De ahí que fuera común el robo de maestros entre catedrales y los sobornos. La Catedral de Canaria lo intentó con el maestro de capilla de la Catedral de Cádiz Francisco de Losada, pero no quedó en nada. El maestro de capilla tenía la obligación, entre otras acometidas, de componer toda la música litúrgica del año. Y, para hacerla sonar, hacía falta también tener buenos músicos, diestros en el manejo de los instrumentos musicales. El cabildo catedralicio era el poseedor de todo este material en exclusividad.  La música que se componía para el culto divido era música clásica utilizando instrumentos de viento y de cuerda frotada. Mozart, por ejemplo, compuso unas 17 sonatas da chiesa (sonatas de iglesia) que eran piezas cortas de un solo movimiento para ser tocadas entre la epístola y el evangelio. 

¿Costaba mucho su mantenimiento?

La iglesia recaudaba dinero por medio del diezmo. Se cobraba cada cuatro meses; una parte en metálico y otra en trigo. Según el rango de los músicos, los salarios eran diferentes. El maestro de capilla cobraba 300 ducados y 24 fanegas de trigo al año, los músicos 200 ducados y 24 fanegas de trigo al año y los mozos de coro 16 doblas al año. Lo curioso es que desde 1660 a 1800 el salario no cambia. Costaba bastante perseverarla, ya que de hecho, cuando se le quita el diezmo a la iglesia, en el siglo XIX, esta ya no puede mantener a sus músicos y son despedidos. De hecho, estos músicos, con su maestro de capilla Benito Lentini, son los que crean la Sociedad Filarmónica en el año 1845, siendo la sociedad musical más antigua de toda España.

¿Tenía las mismas características en cuanto a organización y funcionamiento que las que existían en la Península?

Hablamos de la capilla de música de una catedral insular situada en mitad del Atlántico en el Antiguo Régimen con todas las vicisitudes que todo ello conlleva, por su lejanía con el reino continental y como catedral de paso entre el antiguo y el nuevo mundo. Aunque su funcionamiento no difería mucho con respecto al de la península, recordemos que la Catedral de Canaria era sufragánea de la de Sevilla, siendo el obispo Frías en el año 1483 el encargado de implantar los estatutos de la metropolitana en Canarias. A diferencia de la península, en la que los músicos debían pasar un concurso oposición y estaban obligados a ser sacerdotes, en Canarias eran los mozos de coro, que con la muda de voz, solicitaban el aprendizaje de un instrumento musical. Podían además contraer matrimonio. Para ser maestro de capilla, sin embargo, el concurso oposición se realizaba en la Península. Se mandaba misiva a los representantes de la Catedral de Canarias en Madrid, Sevilla y Cádiz para publicitar esa plaza vacante y, tras el concurso oposición, el seleccionado venía a la isla. Se hacía además la vista gorda con respecto a los hábitos. Si venían sin estar ordenados, se podían casar y así se aseguraban que se quedara en la Isla. Otro aspecto curioso es que los músicos aprendían a tocar los instrumentos novedosos que aparecían por la Isla de manera autodidacta. Es el caso del oboe, el clarinete y la trompa, que en este último caso, al no poder los músicos sacarle sonido, ya que su sistema es totalmente diferente, el Cabildo Catedralicio se vio obligado a mandar a un músico a Tenerife, puesto que ahí vivía un trompista. Aprende su manejo y crea escuela. 

¿Qué tipo de instrumentos se tocaban entonces y cómo llegaban a la isla?

Si hacemos un ranking con respecto a la Península sobre el tipo de instrumentos que fueron incorporándose al templo, no deja de sorprender la posición de la Catedral de Canarias, ocupando el cuarto lugar. La primera documentación de contrato de músicos la tenemos en la Catedral de Sevilla, bajo el magisterio de Francisco Guerrero en 1526; le sigue la Catedral de Santiago de Compostela en 1539; la Catedral de Burgos en 1546, y la Catedral de Canarias con el contrato del valenciano Joan Donat que tocaba la corneta y la chirimía en 1559. En un principio se incorporan la corneta, el sacabuche, la chirimía y el bajón y, más tarde, el arpa, el violón, el violín, la flauta, el clarín, el oboe, el contrabajo, el clarinete, la trompa y el fagot. Ya en el siglo XIX se incorpora el violonchelo. El Cabildo Catedralicio, como empresa, compraba instrumentos musicales para tenerlos de préstamo para los mozos de coro y los músicos y también gestionaba la compra de otros. En este caso, actuaba como un banco, y le descontaba al músico del salario el precio del instrumento. A falta de lutieres en la Isla, la persona encargada en la Península de la compra y traslado de los instrumentos musicales y otros enseres para la Catedral era José Retortillo, que vivía en Cádiz.  Siempre se compraba lo mejor, de hecho hay constancia de la compra incluso en Alemania y en Italia. Cuanto más bueno era el instrumento musical, más iba a durar. Para cerciorarse de su calidad, antes de embalarlo y mandarlo en embarcación segura a las islas, los músicos de la capilla de Cádiz o de Sevilla comprobaban la calidad del instrumento. 

¿Qué instrumentos han perdurado?

No quedan instrumentos musicales. A raíz de la desamortización, con la pérdida del cobro del diezmo, la Iglesia se ve obligada a despedir a sus músicos y cerrar su capilla musical. Como contrapartida, esos instrumentos musicales desaparecen también. 

¿Qué es lo más curioso que ha encontrado durante su investigación?

La estabilidad. En casi 150 años estudiados, solo hubo cuatro maestros de capilla, Miguel de Yoldi, Diego Durón, Joaquín García y Francisco Torrens. Por poner un ejemplo, Diego Durón estuvo 54 años en su magisterio, y los músicos se jubilaban tras estar al servicio de la catedral toda una vida, a veces hasta 60 años. Hay que recordar que entraban siendo niños. 

Mónica Chirino Landraud.

Mónica Chirino Landraud. / ALEJANDRO QUEVEDO/LP/DLP

  Gracias al control que existía sobre su administración y a la conservación de esa documentación se pueden hacer hoy investigaciones como la suya ¿Queda mucho por decir de la Capilla de úsica de la Catedral de Canarias?

En este trabajo de investigación nos adentramos en los entresijos de la catedral para conocer el desarrollo vital de los miembros de dicha capilla. Se ha hecho un estudio profundo sobre las obligaciones diarias de los tiples, los mozos de coro, los músicos y maestro de capilla. Cogiendo como eje central los instrumentos musicales, se ha podido verificar lo importante que eran los músicos, no solo a nivel capilla de música, sino también fuera de las paredes del templo. Amenizaban las procesiones, festividades como la de la Virgen del Pino; anexionada a la Catedral en 1514; la fiesta del Corpus Christi; el viático. Incluso eran requeridos por familias pudientes para tocar en sus saraos.  

¿Qué dificultades tiene este tipo de música sacra para llegar al público?

Hoy en día se está empezando a rescatar, transcribir y grabar toda esta música. Se ha empezado por las composiciones de Joaquín García y Diego Durón, entre otros, aunque aún queda material por desempolvar. Lo ideal sería que se digitalizarán todas estas partituras. Es nuestro tesoro, nuestra propia producción de música clásica, y es importante que no se pierda y que perdure hasta la eternidad. 

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