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EL SEÑOR

Domingo González Arroyo volverá a ser más pronto que tarde alcalde de La Oliva. El propio Marqués lo explicaba ayer en los periódicos: lo suyo es un pacto "de señor" y "de señora", el señor, él, y la señora, Rosa Fernández, una mujer socialista que no entra en las categorías mujeriles del vocabulario más tradicional y agreste del Marqués.

En realidad, lo que Domingo hace al revelar el reparto time sharing de La Oliva es patentizar el escaso alcance final de la prometedora operación política que intentó montar en Fuerteventura y que ha dado con sus huesos y activos fuera del PP. El inevitable retorno de Arroyo a su alcaldía es la ceniza apenas incandescente que resta de aquella luminosa hoguera que fue el 'pacto de la avioneta' de hace ya tres años, el que hizo creer a los socialistas en la Maxorata y en la calle San Bernardo (la de Madrid) que había puerta de atrás para llegar al Gobierno regional. La había, pero Águeda Montelongo la cerró.

Al Marqués le queda ahora desempolvar su terno de futuro alcalde y prepararse para hacer ruido en el Congreso del PP en octubre. Suspendido de militancia y apeado de la presidencia insular, no podrá estar dentro del recinto cuando Soria lea su discurso de gestión. Tras el nombramiento de las gestoras locales de Fuerteventura, hecho público el martes por Juan Santana, le quedan al Marqués muy pocas posibilidades de ganar la pelea por los compromisarios. Además, ha perdido la voz de Ana Padilla, senadora también time sharing (que ya dimitió en el Cabildo para no tener que votar contra el Plan Turístico, como el Marqués le pidió) y a la que desde Génova le han pedido que se quite de en medio en esta pelea. Le queda sólo la voz de su hija, la diputada Pilar González, que acudirá al Congreso como compromisaria nata. (Si no comete más errores como el de asistir a las reuniones del PP 'paralelo' de papá?).

Pero que el Marqués no pueda estar "dentro del Congreso" no significa que no pueda estar "cerca del Congreso". Volverá a fletar el barco de Armas, lo cargará con doscientos o trescientos de los suyos y se plantará ante la puerta del Alfredo Kraus con pancartas, pitos y timbales. Para recibir a Mariano Rajoy en un nuevo congreso movidito, de esos que 'el líder' (con perdón: valiente machangada lo de 'el líder') cosecha últimamente por provincias.

La bronca no cambiará mucho lo de dentro, pero al menos servirá para apoyar -siquiera con la tamborada mediática- la candidatura crítica del tinerfeño Pablo Matos contra hiperSoria, que saldrá del envite también 'líder' pero un poco menos.

Conclusión: al Marqués le quedan exactamente diez telediarios de PP. Que no es poco. Tiempo suficiente para preparar el desembarco de su propio partido -el Centro Majorero-, para dar cobijo político y lanzar a la brega a sus hijos Pilar y Vicente. Ellos recibirán la herencia del señor.

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