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REALIDADES

La iglesia en la crisis

Hemos gastado lo que no teníamos. No podemos terminar de pagar la casa, el coche, los muebles... ¡Sin trabajo, sin crédito y hasta sin techo! Medidas paliativas del Gobierno, crítica de la oposición, teorías y propuestas de unos técnicos, desmentidos sesudos de otros. ¿Indignación? ¿Referéndums? ¿Quiebras? ¿Cárcel? Los grandes cautos. Los pequeños, asustados. Todos retraídos. La economía estancada: ni beneficios, ni producción, ni consumidores. La Bolsa se desploma, los especuladores o se suicidan, o se alegran o se asustan... ¡Un caos! ¿Qué podemos decir como Iglesia Diocesana, como Cáritas? Hemos criticado el capitalismo, el comunismo, el neocapitalismo, el neosocialismo, el consumismo, la ingeniería financiera, la burbuja de la Banca, la billonada para "reflotarlos".

Hemos apostado por la democracia, los derechos humanos, la economía de fraternidad, la teología de la liberación, el protagonismo de los laicos, las comunidades solidarias. En todo este tremor volcánico ¿habrá elementos aprovechables?, ¿todos tendrán algo que decir viable y humanizador?, ¿qué dice hoy el comunismo soviético, chino o cubano? ¿Enseñan algo las comunidades de base?, ¿qué dice hoy la iniciativa de la libertad, del capital, del Poder del mercado del dinero, de la propiedad de los bienes de producción, del trabajo productivo, del reparto de beneficios, del análisis de la realidad tan compleja? ¿Qué claves ofrece la experiencia creyente, el Evangelio de Jesucristo, la doctrina social de la iglesia, las buenas prácticas de Cáritas?

Protagonismo de la persona; Acompañamiento integral; Gestión del bien común; mediaciones comunitarias; compromisos políticos y sociales; ¿todo esto está verdaderamente superado o caducado? Cáritas tampoco tiene más que decir. Sólo quiere estar junto a los más vulnerables y sufridores de esta hecatombe humana.

Queremos permanecer poniendo en común lo que tenemos: un Modelo de Acción Social con sus fundamentos, características, opciones y prioridades; también sus bienes patrimoniales y personales: espacios, dineros, tiempos libres, capacidades profesionales, imaginación creativa, respuestas testimoniales, significativas o simbólicas a situaciones de dolor, desamparo, deterioro de gente muy rota incapaz por sí sola de subsistir. Intentamos la promoción comunitaria, apostamos por juntarnos los afectados y preguntarnos qué ocurre, por qué pasa, qué acciones podemos impulsar o qué podemos gritar envenenados. Intentamos no ahorrar ninguna capacidad cultural, política, económica, eclesial... Ninguna bajo el celemín. Ningún talento enterrado.

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